Estados Unidos.- Laura González emigró de León a Estados Unidos hace 19 años, desde entonces vive en Dallas, Texas con su familia: su esposo Javier Nava y sus dos hijos, Celia y Francisco; aunque se fueron en busca de mejores oportunidades de vida, ahora se han visto afectados por la pandemia de coronavirus.

Desde que llegó al país norteamericano se ha dedicado a trabajar junto con su esposo para sacar adelante a su familia, pero este año ha sido diferente pues ante la contingencia por el Covid-19 se quedaron sin empleo.

Los envían a casa 

Laura y Javier trabajan en restaurantes, ella de comida italiana y él de hamburguesas; ambos restaurantes cuentan con servicio a domicilio y autoventa, desde el 16 de marzo. Como medida para cuidar de la salud de los empleados, los restaurantes pidieron a los empleados rolar turnos y asistir por ciertas horas.

Lamentablemente al igual que otros paisanos, al no contar con papeles legales se quedaron fuera de este esquema de trabajo y los tuvieron que enviar a casa.

Es la primera vez que sucede algo de este tipo, no precisamente una epidemia, pero nunca había sucedido una circunstancia diferente que paralizará la ciudad, los trabajos, los servicios.  Y como no tenemos papeles mi esposo y yo, a diferencia de mis hijos, pues no podemos seguir trabajando”, compartió Laura con AM.

Su hija es su única fuente ingreso

La leonesa platicó que su hija Celia tiene escasos meses que comenzó a trabajar en un restaurante de pollo estilo de la cadena comercial Kentucky, donde trabaja 20 horas a la semana.

Algo que nos tiene muy triste es que mi hija estaba esperando el momento de su graduación que era en mayo, era su ilusión, pero se canceló por el coronavirus. Ahora se está dedicando a trabajar y aunque no queramos, en este momento ella es la única fuente de ingresos y unos ahorros que tenía para comprar una casa”.

Usan ahorros

Laura platicó que el dinero que comenzó a ahorrar para en un futuro comprar una casa, los tendrá que utilizar ante la emergencia económica en la que se encuentra y con el apoyo económico de su hija, pues su hijo Francisco no trabaja y sólo se dedica a estudiar.

Nos llega la desesperación de que vamos hacer para la manutención y si nos llegan los nervios. Pero por un lado me siento protegida por mis ahorros y pues lo menos que podamos gastar. Yo confío en sobrevivir unos tres meses con los ahorros”. 

DA
 

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