Salamanca.- Detrás del impecable uniforme de blanco, es casi impensable que hay jornadas de prácticamente 24 horas en el cuidado de los pacientes con Covid 19, pero el reto ha sido logrado hasta ahora por Liliana Yañez, jefa de enfermeras del CECC.

Liliana inició su labor como enfermera en de Centro Estatal de Cuidados Críticos (CECC) de Salamanca desde febrero de 2011.

Cada rincón del hospital es perfectamente conocido por la enfermera, que toma asiento en un sillón del lugar para hablar de la nueva lucha que ahora libra en este sitio.

Liliana fue parte del equipo que batalló contra la Influenza H1N1 en este mismo hospital “en reconversión somos los expertos”.

Tras un mes del día en que el hospital tuvo que reconvertirse para atender a los contagiados por Covid 19, un día es el que permanece en su memoria.

El primer día, porque fue algo súbito y en tiempo récord, creo yo, de una hora y media para egresar pacientes y poder aceptar al primer paciente de Covid”.

En constante aprendizaje

El primer mes en el nuevo reto “ha sido en muchos aspectos mucho aprendizaje, sobre todo con las compañeras que están en la atención directa con los paciente”,

Su labor al frente del equipo de enfermeras “es atender todo, tanto las emociones como el que (las enfermeras)  fortalezcan lo que ya saben, sacar lo mejor que ellas tienen en todos los aspectos”.

Pero entre los obstáculos a vencer admite que está, “el miedo, porque claro que lo hay, es normal, pero ellas tienen que aprender con eso y han sabido salir adelante”.

Un sacrificio que vale la pena

Las jornadas no son sencillas, inicia a las 6:00 am, y aunque su salida está marcada a las 2:00 pm, se llega a extender “a veces a las 4 o 5”.

Incluso estando en casa la responsabilidad no desaparece, pues a través de mensajes o llamadas telefónicas, las consultas y alertas siguen, a veces incluso al grado de tener que regresar al hospital.

La situación es similar para todas las enfermeras, pues incluso el solo hecho de abrazar a sus hijos o familiares, se posterga.

Hubo modificaciones en roles familiares, tienen que dormir aparte, llegar y tomar sus medidas de precaución antes de entrar a casa, antes de besar a sus hijos”.

Pero el esfuerzo es recompensado con momentos como ese en el que los pacientes regresan a casa o a sus ciudades, “es lo mejor”

Es el decir “valió la pena”, que las chicas hayan dejado su familia, que el personal que está dentro se la pase todas las horas adentro sin comer, sin ir al baño”.

Además se han sentido respaldadas, “la sociedad ha apoyado mucho a este centro estatal creo que saben, saben lo que se hace aquí y esa es la satisfacción que nos queda”

El hecho de que vengan y traigan donativos nos hace pensar que si saben que existimos y saben que aquí se está luchando por sacar a la gente adelante”.

MCMH

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