Guanajuato.- Luego de que la actividad del futbol se interrumpió por la pandemia, el enfermero David Israel Horta García, quien también es árbitro profesional de la Liga Premier MX, regresó a los hospitales a atender a pacientes con COVID-19, a pesar del temor de infectarse. 

El joven de 30 años comentó que su vida cambió de manera inesperada. 

“Para las personas fue un golpe fuerte, pero para nosotros al doble, porque el trabajo es el contacto directo con las personas, entonces era más riesgo y luego imaginarse llevarlo a casa, pues prácticamente fue un cambio de 180 grados a nuestro día a día”, contó.

Al ser árbitro de futbol y tener su consultorio de rehabilitación física desempeñaba ambas labores a la par, entre semana daba rehabilitaciones y los fines de semana iba a futbol. 

Platicó para AM que él tenía aproximadamente cuatro o cinco años en los que no laboraba en un hospital tratando pacientes críticos, por lo que al llegar la pandemia se hizo reclutamiento por parte del Hospital MAC y la Sedena, por lo que aplicó y fue seleccionado. 

“Totalmente (fue diferente volver a un hospital), tenía un poquito de tiempo de estar afuera de un hospital, regreso y obviamente los protocolos eran muy exagerados, yo entraba a las 8 a mi servicio y tenía que presentarme 7:15 para apenas entrar a las ocho, ¿por qué? porque nos teníamos que encintar, desinfectar, ponernos prácticamente trajes, uno rígido y uno semirígido, los guantes, los cubrebocas, todo bajo protocolos muy estrictos”, refirió. 

No se tenía mucha información de la enfermedad, además de que hubo muchas bajas de gente que tenía temor de infectarse, por lo que a pesar de ello decidió entrarle a la chamba. 

Explicó que lo complicado de cargar con tanto equipo fue el también sentirse mal físicamente, ya que la temperatura dentro de los trajes era mucha, a veces no podían respirar o hasta podían llegar a intoxicarse con el mismo bióxido de carbono que el cuerpo emite al respirar y no tenían por donde liberarlo. 

Aislarse de la familia

Lo más complicado de ponerse a trabajar durante una pandemia de una enfermedad que no conocía, fue el llevar a su casa el virus, pues aunque él sabía que es joven y no le afectaría tanto, tenía temor que su mamá o hermanos se infectaran. 

“Sí claro (hubo temor), nosotros cuando estudiamos, jamás pensé enfrentarme a algo así, lo veíamos en videos, lo veíamos en clases de enfermedades y más, pero jamás pensé que me tocara algo (…), pero mi mayor miedo era mi familia (que se infectara) entonces yo dije estoy trabajando para lo que estudié, pero siempre estuvo el miedo ahí latente”, agregó. 

Por ese mismo temor, David trató de seguir todos los protocolos que debía así como el limitar el contacto con su familia, por lo que se aisló por completo a tal grado de vivir en una sola habitación donde comía, dormía, lavaba su ropa, por lo que sólo veía a sus parientes por una ventana al momento de llegar del hospital. 

“Literalmente me aislé, tenía mi regadera, mi lavabo, mi baño y la comida me la dejaban afuera y no dejaba que se me acercaran, de hecho delimité la zona y mi ropa la llegué a lavar ahí adentro, así estuve durante tres meses”, contó.

Lo más difícil que vivió como enfermero fue el ver como la salud de las personas se iba deteriorando, ya que eran más los pacientes que morían que los que salían con vida y en varias ocasiones le tocó ser el último contacto entre los pacientes y la familia. 

Cuando dejó de trabajar en el hospital reabrió su consultorio y tuvo una auditoría donde le revisaron que contara con todos los protocolos para seguir cuidándose tanto él como sus pacientes, ya que la enfermedad seguía presente. 

Actualmente cree que las personas ya están preparadas para seguir con sus vidas, puesto que a dos años ya saben cómo cuidarse, además de que la mayoría ya están vacunadas.

MCMH

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