Guanajuato.- En tres ocasiones, Sandra Navarrete se ha contagiado de COVID-19, enfermedad en la que padeció fuertes síntomas y, pese a que le dejó algunas secuelas, agradece haber superado ese capítulo complicado de su vida.

La joven irapuatense de 31 años se contagió por primera vez en julio de 2020, mientras vivía en el municipio de León, cuando síntomas como la fiebre y el vómito le indicaron que había sido víctima de la enfermedad.

“Me tumbó, no podía comer nada, ni siquiera fue necesario hacerme la prueba (…) conocía a varios doctores del Seguro Social, les hablaba y les decía me siento así, me decían es coronavirus, ya no salgas”, refirió.

Aunque al principio no querían atenderla, Sandra logró tener atención médica en la etapa final de su contagio, pensando que lo peor había pasado.

Pero a inicios de febrero de 2021, los síntomas de esta enfermedad regresaron más fuertes, lo que la llevó a realizarse una prueba en una institución pública, pues en ese entonces las pruebas en laboratorios particulares habían incrementado su precio por la alta demanda.

“Sí sentí la muerte, igual dolor de cuerpo horrible, vómito, fiebre horrorosa, de mojar literal la ropa, de tener que cambiarme y obviamente me hice la prueba, estaban carísimas las pruebas y opté por ir al Seguro Social, tardaron como día y medio en dármela”, refirió.

Tras tener la confirmación de su segundo contagio, Sandra nuevamente se aisló y recibió seguimiento del personal de salud, que cuidaba que estuviera resguardada para evitar la propagación del COVID.

Este fue el peor contagio, pues prácticamente no podía levantarse de la cama por el fuerte dolor muscular, no podía dormir y sufrió desmayos al menos por una semana entera, lo que deterioró su salud.

“En ese tiempo estaba viviendo con una persona, él me cuidó sin cubrebocas ni nada y no le dio, él se hacía pruebas, trabajaba en el Seguro Social y nunca le salió positiva la prueba, a lo mejor fue asintomático, no sé, pero me agarró muy fuerte”, contó.

Casi un año después, en enero de 2022, Sandra tuvo su tercer contagio de COVID-19 junto a su pareja y, aunque sabía que la variante Ómicron duraba siete días aproximadamente, ella estuvo enferma por 12 días.

En ese tiempo, había salido de la ciudad junto a sus hijas a un destino de playa para pasar las fiestas decembrinas, por lo que al regresar a Irapuato pensó que se había enfermado por el cambio de clima.

“Me dio una deshidratación horrible porque agarré una bacteria, no sé de dónde, una cosa espantosa”, platicó.

Ambos vivieron dolor de articulaciones y de cuerpo, síntomas de gripe y fiebre que tenían que bajar con baños de agua fría, lo que ocasionó varias secuelas como tos y picazón en la garganta, que padecen hasta el momento.

“Realmente nunca te recuperas, yo no me he recuperado ni de la primera ni de la segunda y siento que ya con esta tercera quedé con algo mal, incluso cuando camino muy rápido o distancias muy largas a paso tranquilo estoy cansada (…) siento que una más no la aguanto”, refirió. 

La irapuatense padece enfermedades como la rinitis alérgica y problemas en la tiroides, por lo que lleva una vida saludable, además de que ha buscado reducir su contacto con otras personas y mantiene las medidas de higiene para no volver a enfermar.

Aunque toda su vida ha sido muy sociable, es consciente de que, mientras esté la pandemia, debe dejar de lado algunas diversiones en espacios aglomerados, pues quiere mantener su salud para cuidar a su familia.

MCMH
 

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