La muerte de amigos es dolorosa; la de gente buena, lo es más. El asesinato de dos jesuitas en la Sierra Tarahumara sacudió de su letargo a la opinión pública nacional trascendiendo a todo el mundo, desde este México acostumbrado a saber de miles de asesinatos, en éste, el sexenio del mayor horror que recordemos. 

Para quienes conocemos la Sierra y a los misioneros asesinados, es rabia e impotencia lo que resulta de conocer los hechos y más, el enojo por la respuesta de siempre del Presidente López Obrador, quien dedica su tiempo a repartir culpas a los demás y al pasado, para intentar evadir la realidad de las masacres, frente al control que tiene el crimen organizado de muchos territorios del País.

En la muerte y martirio del Gallo Campos y de Morita, hay una enorme diferencia: ésta escaló a nivel internacional por ser los jesuitas la orden católica más influyente del catolicismo y ahora AMLO no pudo -como siempre lo hace-, decir que el clamor de la iglesia y de la Compañía de Jesús es un complot, o una escalada conservadora o gritos comprados. No. La denuncia del Papa, de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y de la Conferencia del Episcopado, son directas al Presidente, quien no puede esquivar y no tiene a culpar, tratándose de gente comprometida con los pobres.

Son ya 4 años del gobierno de AMLO y la política de “abrazos y no balazos” impacta ya a la opinión pública, que no resiste argumentos o cuentos para ver huir al ejército y permitir que el narcotráfico siga erosionando ya todas las esferas de la vida nacional. Los asesinos de nuestros hermanos son bien conocidos y se paseaban amedrentando a la gente, como en cantidad de lugares de nuestro sufrido País. Lo seguirán haciendo mientras no se aplique la ley y se castiguen los delitos. La impunidad será siempre el mejor incentivo para que caigan periodistas, activistas sociales, protectores del medio ambiente, sacerdotes, opositores.

Al igual que los mártires que por siglos la Compañía de Jesús ha dado a la iglesia, como el martirio del Padre Pro en 1927, el último jesuita asesinado, la de nuestros queridos amigos, clama justicia. Difícil será para el Presidente justificar la complacencia a los cárteles y la falta de acción de las fuerzas armadas entretenidas en hacer obra civil. AMLO tendrá que tomar, por fin, decisiones, de que se aplique la ley y la sociedad reciba la señal de que se acabaron años de la tolerancia que sigue cobrando vidas y rebasado todas las cifras que tanto criticó AMLO de Calderón.

La maravillosa Sierra, la inmensa Tarahumara, es la tierra del amor de miles de misioneros laicos y religiosos que han dado parte de su vida para compartir el caminar de los rarámuris, poseedores de esa cosmovisión que les impide detenerse solo a contemplar la naturaleza generosa en paisajes. Aquí hay numerosas historias de voluntarios leoneses que trabajaron con la ilusión de construir un mejor porvenir para las comunidades indígenas. Algunos, que dieron juventud y años e incluso la vida, como Chava Marín, leonés y que en esa tierra dejó su huella.

El presidente AMLO pierde su tiempo justificando que todo es culpa del pasado y de sus adversarios; el fracaso de su política de abrazar al maloso y atacar a sus adversarios, ya no tiene argumentos frente a la realidad de más de 120,000 asesinatos del orden federal. Atacar la raíz del problema que es la injusta distribución de la riqueza, sí, pero solo tiene sentido si se cumplen las reglas básicas de convivencia, que es el respeto a la ley. Los malosos recibieron hace 4 años con AMLO, una señal clara: hay tolerancia; no hay ataques.

Me duelo por la ausencia de la gente buena y querida. La sangre de estos mártires jesuitas será semilla de más cristianos y abonará al clamor ciudadano, de que, por fin, el Gobierno federal aplique la ley y la fuerza legítima para capturar a los responsables y paliar en algo la intranquilidad de esa sierra que fue por siglos, un remanso de paz y a la que hoy, es de miedo visitar. Valientes hermanos que dieron la vida, qué testimonio para morir de pie como los árboles, protegiendo al prójimo de Caín el asesino.

 

* Consejero local del INE

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *