León, Guanajuato.- Al cierre de 2022, nueve bebés, seis niñas y tres niños, vivían en los centros penitenciarios de Guanajuato. Sus madres estaban privadas de su libertad y tuvieron que criarlos ahí.
Como ellos, 72 infantes han nacido dentro de esas instituciones desde 2010 a la fecha, de acuerdo a un informe de la Secretaría de Seguridad Pública del estado obtenido vía transparencia.
Esos nueve infantes conviven con población de dos centros estatales de Prevención y Reinserción Social: el Femenil de Valle de Santiago, donde a diciembre de 2022 vivían seis de estos pequeños, y el de León, donde estaban los otros tres.
A pesar de que la Ley Nacional de Ejecución Penal establece que los niños en México pueden vivir con sus madres en prisión hasta los 3 años, la niña de mayor edad en este grupo tenía 1 año y 4 meses.
Las edades de las madres fluctuaban entre los 21 y los 36 años y estaban vinculadas a delitos como aborto/feminicidio, secuestro, homicidio calificado, robo y contra la salud y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Víctimas en el encierro
En tanto, la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (Enpol) 2021 de Inegi, reveló que el 32 % de las personas recluidas señaló haber sido víctima de algún delito durante su encierro, que iban del robo de objetos personales a lesiones físicas, extorsión y amenazas.
Si bien es cierto que un centro penitenciario no es el mejor lugar para el desarrollo de un niño o una niña, también es cierto que las condiciones allá afuera no siempre están garantizadas para un niño o niña sin el apoyo de su madre”.
Así afirma Tania Ramírez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México, Redim.
“A veces provienen de hogares en donde la violencia y los efectos de la desigualdad generan condiciones muy adversas para un adecuado desarrollo integral, de ahí la noción de flexibilizar los esquemas de convivencia familiar para niños y niñas con madres privadas de la libertad”.
Aunque para estas infancias el contexto de socialización en los primeros años es muy limitado y puede generar afectaciones a largo plazo, se busca que el vínculo afectivo sea beneficioso para ambas.
En el caso de las madres, el tener cerca o estar en contacto con sus hijos se convierte en un aliciente para la reinserción social, añade la especialista Mayra Rogel González, maestra en Ciencias Forenses.
En Guanajuato la proporción de mujeres privadas de su libertad es menor al promedio nacional, 4.4 % contra 5.6 %, según el Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales 2022 de Inegi.
… Mejor adentro que afuera
La hija de Olivia es una de las 317 mujeres presas en el estado. Afuera están sus dos niñas, de unos 11 y 4 años, de las que Olivia se encarga.
Van varios meses sin poder visitarla en el Ceprereso León, se comunican solo por teléfono.
La señora Olivia requiere quimioterapias y no cumple el requisito de revisión para entrar, aunque presentó a los custodios el diagnóstico de su enfermedad.
“Por no tener fecha de este año, no me dejan entrar, y eso que me lo dieron el 27 de diciembre, ni por eso, que tiene que ser de este año. Yo les digo ‘díganme con quién me dirijo’”, sin obtener respuesta.
Las nietas de Olivia no tienen otro familiar que las lleve con su madre.
La Enpol revela que entre las mujeres PPL que tienen hijos menores de edad, 55.2 % señaló que estos quedaron bajo cuidado de los abuelos.
El de Olivia, dice Tania Ramírez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México, Redim. “es un buen ejemplo para recordar que los trámites administrativos no pueden estar por encima de la garantía de derechos”, especialmente, el interés superior del niño y de la niña.
“Una obligación por parte del Estado, de sus instituciones, para garantizar derechos. Hay que recordar es que los niños y niñas también tienen el derecho a vivir en familia y ese derecho está garantizándose también a través de las visitas cuando madres o padres están privados de la libertad”.
El abandono social y legal de los hijos de mujeres privadas de la libertad fue tema de un ensayo.
Con él, Mayra Rogel ganó el primer lugar en el Concurso Nacional de Investigación Criminológica y Derechos Humanos 2022.
Ella explica que bien o mal, hijos dentro del penal tienen cubiertas necesidades básicas.
Algo que no ocurre con los de afuera.
Durante su investigación descubrió que incluso hay niños solos, sin tutor, cuidando a sus hermanos menores.
“Cuando las mujeres ingresan al sistema penitenciario, regularmente hay mucha empatía entre ellas”.
Explica la investigadora Mayra Rogel que “cuando alguna da a luz se apoyan entre las otras para cuidar al menor”.
La especialista agrega que todas las madres que pueden trabajar dentro del centro, se enfocan en esa área de su programa de reinserción.
Esto para generar un ingreso económico y destinarlo a la manutención de sus familias.
La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (PPL) 2021 revela que el 34 % de estas madres a nivel nacional, declaró que otras compañeras internas ayudan en el cuidado de sus hijos, mientras el 6.7% señaló que las trabajadoras del centro también apoyan.
Aun así, el 3.4% señaló ser limitada en el cuidado o la convivencia de los hijos. De estas, el 82.9 % señaló a los custodios como los actores que las limitan.
Lucha contra machismo
La directora de Redim, Tania Ramírez, urgió a abordar la problemática con enfoque de género, pues las mujeres y las adolescentes que enfrentan al sistema penitenciario tienen trato altamente desigual.
“Toda esta conversación está orientada al cuidado que las madres deben dar a sus hijos e hijas en estos centros, porque uno de los efectos del machismo es que los papás no se van a hacer cargo de ellos, así como no se hacen cargo afuera en la sociedad, pues en un centro penitenciario mucho menos”.
“Y sabemos, además, que quienes reciben menos visitas son las mujeres, a los varones que están privados de la libertad son las parejas o esposas quienes lo suelen acompañar”.
“Sería muy interesante pensar en esquemas de flexibilización, (que se trabajen) los ajustes necesarios para poder garantizar que un niño o niña pueda estar bajo el cuidado de su padre”.
Mayra Rogel advierte que además de su proceso legal, estas mujeres son juzgadas socialmente. “Es un juicio doble”.
Es nuestro problema porque los niños están creciendo sin sus madres, -debemos ver- cómo los estamos formando socialmente; puede generar patrones repetitivos en un ambiente donde no hay atención social, legal ni institucional”.
AM