Silao, Guanajuato.- La magia de los Reyes Magos hizo posible que más de tres mil cabalgadores se reunieran en el cerro del Cubilete, a los pies del monumento votivo a Cristo Rey del Universo, para pedir por la paz y la unión de los pueblos.
A lomo de sus corceles, sin importales la distancia ni las heladas que se registran en la mayor parte de Guanajuato, se unieron en oración para pedir el cese a la violencia.
El padre Rubén de la Cruz Martínez, rector del santuario de Cristo Rey, les hizo un llamado para que sean “artesanos de paz” en la festividad de la Epifanía del Señor, de los Reyes Magos.
“El mensaje del Niño Dios es que seamos constructores y artesanos de paz, porque es el mundo que nos necesita a todos los seres humanos que viven en mundo convulsionado, violento, donde se ha perdido la paz y la fraternidad”, señaló el sacerdote.
En la explanada de la ermita, a los pies del monumento de Cristo Rey, se reunieron cientos de cabalgadores, jinetes o vaqueros, como les llaman, para escuchar el mensaje de paz y amor.
El sacerdote les comunicó que el arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras, también les enviaba un mensaje de paz y bienestar para todos ellos y sus familias, que con gran fe y devoción acuden a dar gracias a Cristo Rey.
“Es gente de comunidades lejanas guiadas por la estrella de la fe. De parte del Arzobispo un saludo fraterno para todos los cabalgadores. Como padre y pastor los recibe y acoge, dándoles su bendición, pues es gente de campo, trabajadora, que sabe lo que es la dureza de la tierra cuando no hay agua, pasturas, como estos momentos”, añadió el sacerdote.
Tradición de 68 años
Miguel Angel García Cárdenas, uno de los principales organizadores de la cabalgata, dijo que fue su padre don Nicolás García Diosdado, originario de Salamanca, quien inició esta tradición.
“Lo hizo por ir a adorar al Niño Dios. Se había enfermado y prometió ir hasta Cristo Rey a dar gracias. Con un grupo de 28 amigos jinetes, en vísperas de la festividad de los Reyes Magos, emprendió el camino por senderos hasta el Cubilete”, señaló Miguel Ángel García.
A lo largo de 68 años se han ido sumando cientos de jinetes que inician la preparación desde mayo para coordinarse para emprender el pesado viaje.
“Muchos inician la travesía por sierras y montañas desde el día 1 del año. En un viaje cansado, pero donde se muestra la fe y la devoción de cada uno de ellos”, agragó García Cárdenas.
El primer punto de reunión es el día 5 en la comunidad Aguas Buenas. Por la tarde inician el ascenso por la empedrada y serpenteante carretera que los llevará hasta la explanada de la ermita.
En muchas comunidades se inicia la cabalgata desde el primero del año, es decir llevan más de 5 días cabalgando”, agrega Miguel Ángel, hijo del fundador Nicolás García Diosdado.
Ahí descansan durante toda la noche en una alegre convivencia de hermanos cabalgadores hasta amanecer.
Después de las 8 de la mañana inician la etapa final de la ermita hasta el monumento, llevando estandartes con la imagen de Cristo Rey, de la Virgen de Guadalupe, y con gritos como en la época de los Cristeros: !¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!
Es una gigantesca caravana de caballos que suben y bajan, en un espectáculo único.
Se ha documentado que es una de las mayores concentraciones de caballos en el mundo. Los hay negros azabache, blancos, pintos y de todas la razas, que con relinchidos y el chasquido de sus herraduras se abren paso por el empinado y pedregoso camino que conduce a Cristo Rey.
Fue notoria la falta de agentes de Movilidad del Estado, pues hubo un momento en que la caravana de jinetes quedó inmóvil en medio de un mar de camiones y carros, pues no hubo quien impidiera el acceso a vehículos.
Luego de dar gracias a Cristo Rey, se dirigieron de nuevo a la explanada de la Ermita, donde primero rezaron el rosario, luego escucharon misa y al final dieron el beso al Niño Dios, para luego retornar a sus comunidades.
Muchos viajan cuatro o cinco días a lomos de sus caballos, otros los llevan en remolques y suben en ellos de la ermita al monumento, que no son más de cuatro kilómetros.
Este año soportaron las bajas temperaturas, pero al final todos regresaron a sus casas bendecidos, llenos de fe y esperanza.
AM