Cada fin de año se tiene la percepción que ‘termina e inicia un ciclo’; justo en ese momento solemos reflexionar ‘qué metas sí y qué metas no’ cumplimos, para así replantear propósitos, generar expectativas o fijar nuevas metas.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que el tiempo es algo que sostenemos en nuestra consciencia. Forma parte exclusiva de la experiencia de la tercera dimensión, lineal y dualizada; además, tiene como principal objetivo la oxidación o degradación de la materia.
La falla que hemos tenido en no cumplir esos propósitos, radica prácticamente en lo que hay detrás de esa parte sutil y creativa que tenemos para crear la realidad, porque somos dioses en potencia.
LA VIDA ES COMO UNA PELICULA PROYECTADA EN EL CINE
Hace un par de años escribí esta reflexión, sobre la vida vista desde una sala de cine, la comparto nuevamente:
Al estar en la sala y observar las secuencias proyectadas desde atrás, en ese momento, eres consciente de la película gracias a que tus sentidos están atentos a los fotogramas. Producen emociones y sentimientos como alegría, tristeza o miedo.
La vida es algo similar a la proyección de una película en el cine. Ahí, también involucramos emociones y sentimientos, de los cuales, la mayoría se deja llevar sin ser conscientes.
Algunos no les gusta el papel, la trama o el protagónico de su actual película. Es por ello que en cada inicio de año abrimos una oportunidad para hacer cambios en el guion a través de esos propósitos.
¿DESDE DÓNDE PROYECTAS TU PELÍCULA?
He ahí en meollo del asunto. Muchos proyectan su película desde atrás, es decir, desde el pasado, a través de las experiencias y creencias. Ahí adquirimos los fotogramas: si tuviste una infancia (o en tu propia vida adulta) experiencias de rechazo, problemas económicos, abandono, muerte de un ser querido, represión… eso te genera emociones y sentimientos que se almacenan en tu interior.
Esto se proyecta hacia la parte posterior del cuerpo, la columna vertebral (donde se almacenan esas memorias) que está conectada con el cerebelo. Ahí comenzamos a crear las secuencias de nuestra película de vida y aunque la mayoría, desea un cambio, no es consciente que esos fotogramas necesitan ser transformados en este nivel para evitar que se repitan y nos frustren año con año.
Por ejemplo, cuando nos ponemos un objetivo, como bajar de peso, suele ser frustrante que al primer mes del año “tiremos la toalla”. Sin embargo, son nuestras propias creencias y la forma en la que nos relacionamos con la vida que va mermando ese entusiasmo, pues una parte de tu consciencia tiene la creencia arraigada, dentro del cerebelo, una falta de merecimiento, baja autoestima, falta de confianza en uno mismo lo que desmotiva.
Si queremos que nuestras metas se cumplan a lo largo del año, tenemos que ser conscientes que dentro de nuestra propia consciencia hay en juego muchas emociones y estructuras y creencias y que podemos transformar.