Fui universitario y quise una casa de estudios libre de funcionarios enquistados en puestos burocráticos, donde existan las condiciones para que los estudiantes y catedráticos puedan decir y hacer lo que su libertad les dicte. Ayer, fue un día para empezar.

La suerte de Gerardo Sosa Castelán cambió durante el transcurso de un año. Del control de la universidad estatal y el dominio de diputados locales y federales, ahora permanecerá en el penal del Altiplano acusado de lavado de dinero, peculado y defraudación fiscal.

Esa repentina mudanza en la fortuna de Sosa Castelán puede medirse a través de acontecimientos recientes.

Cuando hizo oficial su renuncia al PRI, aunque antes operaba desde otros partidos, y después del asesinato de su hijo y posterior congelamiento de cuentas bancarias de la universidad estatal por supuesto lavado de dinero.

De aliado del partido de Andrés Manuel López Obrador en la anterior elección presidencial, pasó a representar la imagen de lo que hoy se intenta combatir en todos los discursos: la corrupción.

Lo que se puede deducir de la insistencia de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para investigar lavado de dinero en la UAEH, es que Sosa Castelán buscó más poder y dinero, y había que poner un alto.

Los señalamientos de Alfredo Rivera y Miguel Ángel Granados Chapa, la aversión de Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo desde la Secretaría de Gobernación y la entonces Procuraduría General de la República (PGR), no fueron suficientes para quitar a Sosa Castelán de la UAEH. Hasta ayer, con el gobierno de la llamada cuarta transformación.

Muchos aplauden a Gerardo Sosa su capacidad para gestionar recursos e invertirlos en infraestructura universitaria, con el argumento de que “a que se los gasten ellos, mejor que salpique”. 

Por tanto, es muy probable que Sosa Castelán mantenga el control de la UAEH a través de los funcionarios que ostentan un cargo en la institución educativa, en agradecimiento a designaciones previas desde el Patronato Universitario.

Aldolfo Pontigo Loyola, actual rector de la universidad que siempre acató las órdenes de Gerardo, tendrá el marcaje, por si da muestra de cierta iniciativa o inducida, de otro Sosa Castelán que ocupa la secretaría general: Agustín.

En el pasado reciente, Gerardo Sosa Castelán no ha tenido el control férreo de la UAEH. En la rectoría de Luis Gil Borja hubo un acercamiento al entonces gobernador Osorio Chong para intentar un cambio de poder en la casa de estudios, que no cristalizó.

Actualmente son muchos los favores que deben los principales dirigentes universitarios a Gerardo Sosa Castelán, para pensar que habrá un cambio de rumbo en la universidad estatal, aunque podría venir de fuera o por rencillas internas. 

Entonces, ¿pelearán por el control de la UAEH? Es una buena pregunta, no para los funcionarios universitarios, que ya sabemos qué dirán, sino que toca responder a los estudiantes de esa institución.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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