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Como en rastro de pollos comenzó el torcedero de cabezas en el Congreso del Estado. Por fin desfiló el dañino Jorge Reyes, quien tuvo que dejar los Servicios Administrativos, pero el que se niega a hacer lo propio es Cristóbal Peza, pues se aferra a Servicios Generales, donde llegó con el panista Asael Hernández, pero ahora se dice “amigo íntimo” del neomorenista, Francisco Xavier.
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El asunto con Cristóbal Peza es que no solo se niega a entregar la renuncia, que porque tiene asegurada su continuidad, dice, ni siquiera tiene listo el inventario de materiales, herramientas y hasta maquinaria que recibió y que debe entregar antes de irse. A este amigo, junto con Jorge Reyes, se debe la costosa y fallida remodelación del salón de plenos, la de sus alfombras azules.
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Al grito de #TíteresDeNadie, al menos así decía el año pasado en su fallida campaña a presidente municipal por Ajacuba, arribó al Congreso del Estado como secretario de Servicios Legislativos, Juan Carlos Hernández Chaires. Por cierto, fue candidato por el PT, donde manda Gerardo Sosa Castelán, pero también fue representante electoral de Morena, así que su incursión será divertida.
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Luego de su breve, pero económicamente provechoso paso por el Concejo Municipal Interino de Pachuca, el magistrado electoral local Leodegario Hernández Cortez pone en entredicho su “imparcialidad” como dictaminador, al celebrar el atropellado poema que dedicó el representante electoral de Morena Humberto Lugo Salgado al presidente de México Andrés Manuel López Obrador.
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El camino para recibir los dineros federales que mitiguen la desgracia en Tula aún es largo y sinuoso. Tras la declaratoria de emergencia corrieron tres días para que el gobierno estatal presentara un alcance y siguen 30 días más para que envíe el expediente con la descripción de todas las afectaciones. Por lo pronto, el alcalde de Tula, Manuel Hernández Badillo, acude hoy al Senado a pasar charola.
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