Como un “conmovedor momento” calificó un usuario de Twitter el ultrasonido que se realizó a una adolescente de 15 años, ¡de 15 años!, hacia el final de la marcha antiaborto que sociedad civil y organizaciones, con respaldo de la Conferencia del Episcopado Mexicano, hicieron en la Ciudad de México con movimientos similares en varios estados.
De acuerdo con cifras del gobierno federal emitidas en junio pasado, entre los países de la OCDE, México es el primero en embarazo adolescente con una tasa de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad. Así, agrega que en el país ocurren alrededor de 340 mil nacimientos al año de madres menores de 19 años.
En medio de esta situación que además no es excepcional, sino que ha sido constante en la historia México, a muchas de las personas que acudieron a la marcha antiaborto les pareció una buena idea realizar el ultrasonido a la menor de edad e incluso hacerlo como una celebración a la vida, pues además de vitorear y hacerlo jolgorio, una de las asistentes se aventó la puntada de decir que el hecho podía considerarse como el “baby shower más grande”.
Tremendo y triste circo es solo un ejemplo de que en este país tenemos muy, muy poca idea de lo que ocurre con los embarazos infantiles y adolescentes, pues en la mayoría de ellos hay historias de abusos y violaciones que bajo ninguna circunstancia deben ser calificados como algo digno de celebrarse.
Para acabarla de amolar, por si hubiera sido poca cosa exhibir y vulnerar los derechos de la menor en un evento multitudinario, muchas, muchas personas indignadas por la situación replicaron el abuso al compartir con notable virulencia los videos de los hechos. Debemos recordar que la imagen de las personas no puede ni debe ser compartida a placer, menos si son menores de edad, cuantimás cuando se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.
La defensa de la vida no es cosa despreciable, al contrario, pero viene bien que empecemos a considerar la defensa de todas las vidas, labor que no debe circunscribirse ni terminar cuando la persona nace. Además, proteger la vida es también procurar su bienestar, lo que no estamos haciendo bien pues desde que uno viene a este mundo parece que viene a padecerlo, especialmente por cómo nos tratamos apenas pisamos la tierra.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.