Bien dicen que para poder escribir hay que estar inspirado, y pues sí, después de ver una de esas típicas películas románticas en las que los protagonistas se enamoran hasta el final, – nada raro en las que luego elijo- esto mientras mis hijos andan cada uno en su rollo, uno en la computadora y otro en la televisión.
Déjenme les cuento que eso para mí no era algo aceptable en algún momento, o los tenia haciendo cosas creativas, o ejercicio o que se yo, pero cualquier cosa fuera de las pantallas, pero, en aquél momento, usaba tacones.
Soy una mamá de 44 años, con retos, logros, fracasos y mucha historia de vida, algunas cosas alegres otras no tanto, pero cada una me ha enseñado algo de mí y algo de los demás.
Decidí ser mamá, era algo que deseaba mucho y que esperaba mucho más, cuando por fin llegó me encontraba en una etapa profesional muy buena y muy demandante, al principio me volqué en hacerlo “BY THE BOOK”, leí y leí con la finalidad de lograr ser la mejor versión de mamá que tenía en la cabeza, aquella que hiciera lo que no hicieron conmigo, o que fuera lo que no fueron conmigo, lo que creí que había hecho falta, y ese, en mí parecer, fue el primer error, me perdí en ser lo que creí que debía ser y no lo que era realmente, el trabajo me agobiaba impresionante, me encantaba pero me era bastante complicado hacer lo que deseaba hacer, dejar a mi hijo en la guardería a las 8:30 de la mañana y pasar por el hasta las 6 o 7 de la noche, no formaba parte del plan, así que en algunas o muchas ocasiones me frustraba y estaba molesta, cosa que me di cuenta mucho después.
Había escuchado lo que era comprar artículos a los hijos por culpa, y me parecía algo que yo jamás haría, hasta que me di cuenta que tenía 25 versiones de biberones de todas las marcas caras y baratas, ropa que no cabía en sus cajones y juguetes que estaban por todos lados en el departamento, hacía lo que podía, y así paso el tiempo, ahora venía el segundo corazón de melón o de mis bribones queridos y estaba en mi panza, me tomé un tiempo para pensar y decidí que quería ser mamá de a de veras, en mi versión claro, mi esposo y yo lo platicamos así que, me mudé.
Y ahí empezó una nueva versión de mí, Mena recargada. Al principio me sentí contenta pero estresada, feliz pero apagada, libre pero atrapada, en fin, incongruente, mi vida estaba bien, estoy contenta, tampoco diría que hubo tragedia, simplemente entendí qué era lo que quería y qué necesitaba para lograrlo.
Cuando han usado tacones ¿recuerdan esa sensación de tener los pies apretados? Que no fluyes con tranquilidad, que incluso bailar, es complicado – no, no me equivoque al comprarlos, son del número correcto pues bien, así estaba yo, incómoda, y aquí les contaré como es que recordé que el usar botas, me da libertad.
Para mí, es una manera de explicar lo que me hace sentir cómoda, lo que me gusta, lo que me sienta mejor, lo que me hace sentir más mi esencia y en mi caso&es, la bota.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.