Una de las acepciones que el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), da para la palabra “nostalgia” es: “Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.” Pero, creo que la melancolía va más allá de esta breve definición que habla de melancolía; es decir, de un sentimiento de tristeza por la ausencia de algo, ya sea tangible o no. La misma RAE dicta que quien padece melancolía no encuentra gusto ni diversión en nada.
Podemos estar en desacuerdo con el significado atribuido a la nostalgia. Que no es otra cosa que esa extraña sensación que ataca a los sentimientos cuando evocamos un tiempo y un espacio, acompañados, según sea el caso, de imágenes, aromas, sabores, etc.
La nostalgia es nuestra más directa conexión el con pasado que nos agrada, es nuestro puente con lo que ya no está, pero que en algún momento nos causó agrado y satisfacción. Esto, desde hace muchos años, lo majean las grandes corporaciones del mundo. Entonces, nos vienen vendiendo productos nostálgicos de toda índole.
El cine no es ajeno a esto, mucho menos en el presente. Resulta asombroso observar cómo los públicos del presente son amplios consumidores de los productos cinematográficos del pasado. No lo digo solo por la continua producción de franquicias trilladas en el cine, mismas que cuentan una y otra vez la misma historia.
La nostalgia en el cine está presente en todos los medios de reproducción que puede tener una película. El caso más asombroso es, sin temor a equivocarme, el reestreno de “Harry Potter y la piedra filosofal”, a veinte años de distancia de su lanzamiento en cines del mundo.
La saga del mago concebida por la escritora J.K. Rowling, dueña de una superlativa visión, ha marcado las pautas de la mercadotecnia literaria y cinematográfica. Nadie hubiera imaginado que dos décadas después del lanzamiento cinematográfico de la primera entrega de Harry Potter, esta cinta se volviera a posicionar en los primeros lugares de las taquillas en todo el mundo.
Los grandes estudios fílmicos del mundo occidental han visto en el streaming, el principal nicho para el cine de la nostalgia. Las plataformas líderes del mercado para la exhibición bajo demanda (VOD), incluyen en sus catálogos una gran lista de títulos de antaño que no hacen más que evocar distintas épocas emocionalmente importantes para un gran segmento de sus espectadores.
Nada mejor para vender que cautivar las necesidades y deseos afectivos del consumidor convertido en público cinematográfico. Las grandes compañías de distribución, junto a los gigantes de la exhibición de cine en salas, se han dado cuenta de esto. Y, para mí, como para gran número de espectadores, resulta placentero poder ver en una sala de cine alguna película que marcó un momento del pasado en nuestras vidas.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.