Las usamos de manera cotidiana, pero no sabemos su origen ni su significado exacto. Todas ellas no tienen una traducción puntual al español y por eso las seguimos utilizando, porque definen exactamente una situación que no tiene nombre en otro idioma. Afortunadamente en Tulancingo, en la parte oriente del estado de Hidalgo, tenemos una herencia lingüística importante derivado de que esta región fue ocupada principalmente por hablantes de lengua náhuatl y otomí. Y esa es la razón por la que hoy, 500 años después de la conquista seguimos empleando estas expresiones.
Chipi chipi. Se refiere a una lluvia suave, a una llovizna, se diferencia porque las gotas son más pequeñas que las de un aguacero. No se refiere tampoco a lluvia con relámpagos o truenos. Si alguien nos dice; está cayendo un chipi chipi, sabemos que podemos salir a la calle. Proviene del náhuatl xipini que quiere decir “gotear”.
Chipil. De acuerdo al gran diccionario náhuatl, chipil proviene de tzipitl que significa la criatura que está enferma o desganada a causa de estar su madre preñada. También significa de acuerdo con el diccionario del español de México ‘Que está melancólico y necesita cariño y comprensión’. Actualmente usamos esta palabra para referirnos en general, a alguien que está triste o melancólico y que requiere de cariño. No es una melancolía solitaria, es una melancolía que solicita apapachos y atención.
Encuchanar. Es una palabra que cada vez se usa menos, las nuevas generaciones ya casi no la aplican y es una palabra bellísima, que se usa para expresar que alguien abraza con cariño, que es apretada con amor. Se parece un poco a acurrucarse, abrazar con amor o apapachar.
Apoxcahuar. Apoxcahuado o apoxcahuarse se utiliza para expresar que algo, ya sea comida, ropa o superficies como paredes, han sido invadidos por la humedad y se han llenado de moho. Apoxcahuado también se emplea para designar a la ropa que tiene mal olor debido a que se guardó húmeda.
Choquio. De acuerdo con el Vocabulario de lengua mexicana y castellana de Fray Alonso de Molina, esta palabra tiene su origen en la voz náhuatl xoquializtli, cuyo significado es “hedor de piedra de azufre o cosa así”. Por su parte, el Diccionario de mexicanismo de la academia Mexicana de la lengua comenta que se trata de “un olor desagradable que guardan las cosas como resultado de un mal lavado o secado”. En términos generales, solo los mexicanos sabemos a qué nos referimos, es un olor que se asocia con el azufre o a huevo, y tiene que ver con mala higiene, con algo que no fue bien limpiado, lavado o secado.
Estas 5 palabras son un claro ejemplo del sincretismo tan rico que tenemos en México, en cuanto al lenguaje. Como díría Carlos Margain, aunque hablamos español seguimos pensando en náhuatl.
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La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo