¿Recuerdan que hace un tiempo les mencionaba sobre un podcast en Spotify llamado caso 63, en donde hace referencia a la situación de la pandemia, en donde el virus se desarrollaba en una persona y creaba una especie de virus inmune a vacunas?
Recientemente platicando con compañeros y viendo toda la situación en el trabajo, he notado que, tal vez, haciendo una analogía del podcast a la vida actual, las pandemias que se están desencadenando son en cuanto a las cuestiones personales en sociedad, la falta de interacción con otras personas ha hecho que la comunicación disminuya y todo se trate a través de redes sociales o con algún mensaje, huir de esas situaciones y movernos a un estado de aislamiento.
Al igual que como comentaba semanas atrás la pandemia incrementó los divorcios, derivado del exceso de convivencia, una mayor interacción de la que se tenía antes de la cuarentena generó fricciones que tal vez siempre estuvieron ahí y no se notaron hasta ahora, detonó el fin de parejas a lo largo del mundo.
En cuanto al desarrollo de los niños, el estar tanto tiempo en casa, sin convivir con personas de su edad y estar con adultos que todo les daban para que les dejaran trabajar o para que no sintieran que estaban en un encierro, se les consintió y eso hizo que al regresar a aulas con otros niños su adaptación fuera más complicada de lo que se pensó, pues nunca se previó cómo iban a volver a socializar, si en clase no se les da lo que ellos quieren se molestan, gritan, lloran o incluso se ponen violentos al no poder conseguir lo que quieren como lo hicieron en casa todo el tiempo que estuvieron a distancia.
En cuanto a educación y lo difícil que está siendo para todos los maestros la enseñanza presencial en todos los niveles es muy agotador, porque se estan viendo condutas violentas, probablemente y sin asegurar, reflejada del hogar, comportamientos que están siendo notados y que han causado una gran carga de trabajo, estrés y lucha por generar nuevas formas de enseñanza que complementen a los niños y adolescentes, que a su vez se sientan en confianza de poder expresarse y que canalicen toda esa energía o negatividad que cargan de casa, recordando que las escuelas siempre se ha manejado como un segundo hogar para los que vamos a ella, pero crear en esta un lugar seguro pero con reglas a seguir tanto educativas como de convivencia con sus pares.
Ojalá que todo lo que ha genera aún esta enfermedad y que se sigue tratando de arreglar o adaptarnos a ello, pase lo más pronto posible, y que los niños que están ahora en los salones sean adultos felices, capaces, y seguros de sí mismos y no les afecte en su desarrollo. Les mando un abrazo. Hasta la próxima.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo