Primero se lo debemos a Dios o en lo que tu creas, lo importante es ser agradecido.
¿Cómo nace el agradecimiento? Con un corazón humilde, dispuesto, lleno de voluntad para dar lo mejor de ti, la gratitud.
Cuando te das cuenta de las oportunidades que se te presentan, que te brindan los demás, solo debes de tomarlas en cuenta y aprovecharlas, si es de bien para ti.
El agradecimiento es la memoria del corazón, siempre recordar a las personas que estuvieron para ti, nada te cuesta ser agradecido, ya que serlo te abre muchas puertas, trae paz a tu corazón y te llena de plenitud.
Olvida los resentimientos, esos envenenan el corazón con amargura, olvida el enojo y valora, honra a quienes hacen bien por ti, a tu familia, a tus amigos y así honrarás la memoria de quienes amas y ya no están. Así serás agradecido con todos ellos.
No te enganches con los demás, ya hablamos del sano desapego, debemos perdonar, tener un corazón más humilde, más dispuesto, eso te dará libertad de pensamientos, de emociones y de conductas que, sin perdón, sólo te amargan, obstruyen tu crecimiento y tu sanidad espiritual y emocional.
Agradece, da gracias por todo, lo que te hace bien y por lo que te complica, eso te hará crecer, cada experiencia contiene encerrada una gran lección.
Agradece, ejercítalo, hazlo un hábito, toma este sencillo camino de libertad, da gracias, ser agradecido sólo hará brotar de manera natural, la mejor versión de ti… que ya llevas dentro, en tu corazón.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo