Legislaturas del Congreso de Hidalgo van y vienen y nuestra capacidad de asombro siempre tendrá material para renovarse cuando uno pensaba que por fin se había alcanzado sus límites, casi siempre para mal.
En ese ir y venir de diputados como olvidar a Jorge Miguel García Vázquez, entonces emanado del Partido Acción Nacional (PAN) y ahora convertido a la cuarta transformación, cuando subió a la tribuna del Congreso de Hidalgo con una playera del América ya que dicho equipo ganó un partido de fútbol ante Guadalajara.
O la entonces legisladora del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), María Corina Martínez García que un día cantó en la tribuna y en otro hasta puso las golondrinas para despedirse del Poder Legislativo entre lágrimas.
El excoordinador de los legisladores panistas Asael Hernández Cerón usó la tribuna del Congreso de Hidalgo para mostrar una bolsa con blanquillos y recalcar que lo que habla con la boca se sostiene con los pantalones “bien puestos”.
Los ejemplos podrían prestarse a chacota, pero no es así. Son los indicios de una clase política que ni siquiera los vientos redentores de la cuarta transformación en el estado lograron oxigenar y renovar.
Ahora, tenemos al diputado Fortunato González Islas exigiendo que no disminuyan el volumen del micrófono durante sus intervenciones ya que de lo contrario subirá a tribuna con una bocina.
Y a la diputada de Morena, Sharon Macotela Cisneros refiriéndose a su compañero Juan de Dios Pontigo Loyola, emanado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como “es bien chingón” y “nos vino a quitar lo pendejo”.
Macotela Cisneros abrió más frentes al señalar después que el coordinador de la bancada de Morena, Jorge Hernández Araus, sobornó a los diputados en votaciones para elegir presidenta de la Comisión de Derechos Humanos (CDHEH), auditor Superior del estado (ASEH) y aprobar el presupuesto 2023.
Pontigo Loyola, Macotela Cisneros y Hernández Araus, responsables de lograr acuerdos para crear o modificar leyes en beneficio de los habitantes del estado, podrían resolver sus diferencias pero el mínimo sentido común no abunda entre los diputados locales.
La confrontación de los tres diputados es el síntoma. La enfermedad: los vicios persisten en el Congreso de Hidalgo desde legislaturas pasadas y continúan. Sesiones suspendidas por falta de cuórum ya que los legisladores abandonan sus curules y cuando permanecen en el salón de plenos les tienen que solicitar que guarden silencio.
Un modelo anquilosado para dictaminar iniciativas de los diputados, que a su vez provoca una anarquía legislativa, acusó ayer el legislador panista Rodrigo Castillo Martínez.
Cuidado con las expresiones de los diputados. El Congreso de Hidalgo también llegó a los extremos cuando ingresó la policía estatal al salón de plenos en la anterior legislatura debido a que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no cedía la Junta de Gobierno a Morena que obtuvo la mayoría en esas votaciones.
Se avecinan tiempos electorales y ante los diputados locales mejor renovemos nuestra capacidad de asombro para que nadie nos sorprenda.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo