Cuantas veces queremos que todo salga como nosotros lo imaginamos o planeamos en la mente y nos frustramos cuando no tenemos el poder absoluto, incluso podemos llegar a enfermamos.
Se dice que querer controlar al prójimo, situaciones, planes, circunstancias, esta relacionado con los intestinos, gastritis, colitis y hasta estreñimiento, pero ¿qué tanto vale la pena? Porque el daño solo te lo haces tú mismo.
Un ejemplo sería cuando se termina una relación, te aferras sin darte cuenta, que, así como tú amas, mereces ser amado y jamás vas a obligar a nadie a que sienta lo mismo que tú, a que se interese como tú.
Tenemos que dejar que la vida fluya, aceptando que las cosas pasan por algo y que muchas veces nuestros planes están por debajo de lo que la vida nos tiene preparado, porque si no surgen sentimientos no tan sanos, como enojo, depresión, decepción, tristeza, rabia, terquead y obsesión.
La felicidad consiste en lo rápido que puedas adaptarte, en lo rápido que aceptes los cambios sin poner resistencia, si aprendes a dejar que las cosas tomen su curso podrás vivir en paz y con felicidad.
Para nadie la vida es fácil, pero se trata de buscar la solución, ya que evadir o posponer es como ponerte solo el pie, aunque si pones de tu parte, te darás cuenta que pueden ser más las veces que alguna situación te molestó a las veces en las que te alegró.
Deja ir, dejar fluir, te dará mucha seguridad, porque querer controlarlo todo, solo te llevará a estancarte y dolerá más.
La vida tiene muchas matices, si quieres cambiar te darás cuenta que vivir es muy simple y así podrás convertirte en la mejor versión de ti.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo