Hasta el 14 de junio, 18 estados de la nación han tenido temperaturas entre 40° y 45° centígrados. Nuevo León, Sinaloa, Coahuila y Tamaulipas se situaron por encima de 45°, y Ciudad de México (CDMX), cuyo promedio en junio es de 25° grados, ha registrado 33°, ocho más que en años anteriores. Otros ocho estados tienen entre 35° y 40° grados. En la capital del país la sensación térmica alcanza hasta 50° grados en la intemperie de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional (https://smn.conagua.gob.mx/es/), y la ola de calor continuará en los próximos días.
Los ventiladores por la noche, los aires acondicionados, el bloqueador, los parasoles y otras medidas que se han adoptado en urbes donde antes no se usaban, como CDMX, parece que serán ya la nueva normalidad, al menos en los siguientes años, pues no hay datos que indiquen que las temperaturas vayan a bajar en la próxima década, por el contrario, irán en aumento.
En enero de 2023, la revista “Nature” publicó un estudio encabezado por Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC), en el que se hicieron análisis espaciales y temporales basados en la observación del papel de los factores naturales y antropogénicos. Se concluye que el riesgo de eventos extremos de temperatura y lluvia han aumentado severamente en casi todo el mundo. En algunos lugares el riesgo ha crecido por cinco, y ha sido la mano del hombre (factores antropogénicos) la que ha impulsado en mayor medida estos riesgos.
El universitario señala que no sólo han aumentado las probabilidades de eventos muy calientes, sino también ha pasado algo parecido con las precipitaciones: la probabilidad de que sean extremas se ha multiplicado por tres.
“La mayor parte del incremento se debe al cambio climático antropogénico, que viene de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el cual tiene una vida media en la atmósfera muy larga, que no se ha podido determinar todavía; sin embargo, va entre 50 y 300 años, por lo que, si no logramos bajar sus emisiones, se quedará guardado y continuará ocasionando efectos en el clima por un periodo muy largo”.
Así pues nos encontramos frente a las llamadas “islas de calor” que son áreas urbanas que experimentan temperaturas más altas que las zonas circundantes rurales debido a la influencia de las actividades humanas y la estructura de las metrópolis. En este fenómeno, el calor se acumula y se retiene creando microclimas más cálidos.
La densidad de la infraestructura de las ciudades, como los edificios altos, las calles asfaltadas y el concreto son los factores que más influyen a formar estas islas, debido a que estos materiales tienen una alta capacidad de absorción y retención de calor (absorben la radiación solar durante el día y la liberan lentamente en la noche).
Otro factor importante es la reducción de áreas verdes y espacios abiertos. Las zonas urbanas suelen tener menos vegetación en comparación con las rurales, lo que limita la capacidad de enfriamiento natural por medio de la evaporación y la sombra proporcionada por los árboles. Además, las primeras generan una gran cantidad de calor por medio de actividades humanas, como el uso de vehículos, la industria y la energía utilizada en los edificios.
Por lo tanto, lo que estamos viendo es una probadita de cómo se puede poner en las próximas décadas, porque, tal como refiere el investigador de la máxima casa de estudios nacional:
“en cuanto a cambio climático global, lo que sabemos es que en los próximos 10 o 15 años no tendremos control básicamente de qué es lo que pueda pasar, pues, aunque mitiguemos hoy mismo, los próximos lustros ya están determinados en gran medida por las emisiones que ya pusimos en los años anteriores; por tanto, por la inercia del sistema climático junto con la humana, de la sociedad, la economía, las emisiones, nos espera un panorama muy complicado”
¿Tú lo crees?… Sí, yo también y por ello tomemos precauciones por que el futuro nos está alcanzando.