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La renuncia de unos 20 militantes del PRI, incluidos siete diputados y el presidente Julio Valera Piedras; más unos cuantos achichincles, pues NO se vieron los miles prometidos para el acto masivo. Ya no coincidir con el CEN del PRI los obligó a renunciar, pasando por la tentación de buscar cobijo en Movimiento Ciudadano, porque estuvieron avisados que en Morena, para ellos NO había lugar. Cabizbajos, fueron recibidos por el Secretario de Gobierno.
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Acto seguido, los exmilitantes del PRI, que anunciaron su renuncia y la creación de un grupo legislativo plural e independiente, encabezado por Valera Piedras, e integrado por las diputadas Citlali Jaramillo, Erika Rodríguez, Marcia Torres, Michelle Calderón, Rocío Sosa, así como Alejandro Enciso y Juan de Dios Pontigo, deberán atender sus responsabilidades, pues su evento de renuncia retrasó la sesión del Congreso.
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La militancia del PRI tuvo sus temporadas, extraordinarias y simples como la que se va, muy diferentes en altura y compromiso, como aquella dónde militó Ricardo Crespo, que cuando renunció, sí llegó acompañado de cientos de militantes, de los de verdad, no como los que decían, en reunión secreta, renunciarían hoy; los presidentes municipales y regidores que prometieron sumarse a la dimisión.
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No se dejaron esperar los reclamos desesperados de Daniel Zárate hacia quienes lo traicionaron por no sumarse a la traición de sus superiores. Se le nota preocupado, ya que su lastimero modo de operar, parece que deja de ser útil para los nuevos caminos de la Comunicación en Hidalgo.
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Y mientras tanto, el entretenimiento para el público con las visitas por actos de campaña y las renuncias masivas, Omar Fayad, exgobernador de Hidalgo, desmentía las críticas sobre el puente atirantado de Pachuca, aclarando que no fue él responsable de su construcción, y defendiendo que cualquier falla se atribuiría a los constructores del mismo. Dice, fueron un logro las mejoras en movilidad durante su administración y propone revisar y auditar el puente con su particular habilidad para deslindarse o ignorar a quien le cuestione.