Esta semana, el poder industrial del cine hollywoodense se ha reafirmado de manera impactante. La campaña publicitaria que ostenta la película Barbie ha inundado medios de comunicación y redes sociales, existe una fiebre color de rosa, gracias a la agresiva estrategia mediática que ha desarrollado Warner, alrededor de su joya comercial para este verano.
Esta misma semana, en un hecho antagónico al de Barbie, en el lado opuesto del gran circo de Hollywood, pero no menos notorio; el joven director de cine Xavier Dolan, en una entrevista con el diario español El País, anunciaba su retiro de toda actividad cinematográfica.
Resulta sorprendente para la industria cinematográfica que un talentoso director de cine de tan solo 34 años de edad, haya decidido poner fin a su carrera debido a la aparente falta de interés en sus películas. El joven cineasta ha expresado su descontento y frustración ante la falta de reconocimiento y el escaso número de espectadores que acuden a ver sus obras en la gran pantalla.
El director, conocido por su enfoque transgresor y su narrativa audaz ha declarado: “Renuncio al cine y a dirigir. Ya no tengo ganas ni fuerza para comprometerme dos años con un proyecto y que luego no lo vea casi nadie. Me hace preguntarme si mi cine es malo, y sé que no lo es”. Además, afirma: “El arte es inútil y dedicarse al cine, una pérdida de tiempo”.
El aparente contraste entre el joven director y Barbie, película realizada bajo la batuta de la extraordinaria directora Greta Gerwig, no podría ser más marcado. Mientras que el primero se siente ignorado y desanimado por la falta de atención a su trabajo, la película protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling disfruta de una atención desbordante y entusiasmo generalizado antes incluso de su estreno. A simple vista esto podría verse como una disparidad que revela las profundas desigualdades existentes en la industria cinematográfica, donde el reconocimiento y el éxito a menudo se encuentran reservados solo para aquellos con grandes presupuestos y respaldo de estudios importantes.
Pero no, Xavier Dolan, ha sido un privilegiado, estrenó su ópera prima Yo maté a mi madre, a los 19 años de edad. Ha sido ovacionado en los más prestigiosos festivales de cine en el mundo. Hoy, con 34 años, tiene ocho largometrajes en su filmografía, premios, reconocimientos y atención. ¿Qué piensan al respecto directores de Latinoamérica, África y otras regiones donde es realmente difícil tener continuidad y visibilidad del trabajo cinematográfico?