Hoy, antes de escribir estas líneas, fue uno de esos días en los que el destino parece jugar a las escondidas con tus planes. Salí de casa con la rutina de siempre, pero el caos se apoderó de mi destino en el momento menos esperado. Estaba atrapado en medio de un embotellamiento en una de las principales vías de la ciudad cuando mi automóvil decidió que era el momento perfecto para tener un desperfecto.
El estruendo de la aparatosa avería resonó en el caos del tráfico. Mis nervios se encendieron y las miradas de los demás conductores se dirigieron hacia mí, como si fuera el protagonista involuntario de un espectáculo urbano. Miré hacia atrás y vi a un conductor malhumorado gesticulando en mi dirección. Sin duda, mi día no estaba yendo según lo planeado.
Mi primer instinto fue llamar a mis amigos y familiares en busca de consuelo y ayuda. Sin embargo, la ironía de la vida se hizo evidente cuando ninguna de mis llamadas fue respondida. Un tras otro, los tonos de llamada se desvanecieron en el caos circundante. Incluso en medio de la multitud de vehículos, me sentí increíblemente solo.
Como una luz en la oscuridad, un cercano amigo apareció para darme auxilio. Mientras los bocinazos continuaban su sinfonía en el fondo. Sin dudar, mi amigo ofreció su ayuda, recordándome de alguna manera a esos héroes de películas que siempre llegan en el momento justo.
Fue entonces que mi mente divagó hacia esas películas que he visto a lo largo de los años, donde la gratitud y la ayuda desinteresada son temas recurrentes. Pensé en esas historias que han abordado de manera magistral la paradoja del desinterés en el contexto de la ayuda que se podría brindar a un semejante. Estas ideas me llegaban, ante la total apatía de la gente que era testigo de la avería vehicular.
Amelie (2001); cinta dirigida por Jean-Pierre Jeunet. Narra la historia de Amélie Poulain, una joven cuya vida consiste en hacer actos de bondad anónimos para los demás. Sin embargo, a pesar de su generosidad, Amélie lucha por conectarse con los que la rodean y su desinterés en aceptar ayuda de los demás resulta una paradoja fascinante. La película explora cómo el acto de ayudar puede ser tan complicado como recibir ayuda.
También pensé en Up (2009), película dirigida por Pete Docter y Bob Peterson. En este filme de animación se abordan temas profundos, incluida la gratitud. La relación entre Carl y Russell resalta la importancia de reconocer y valorar a quienes nos rodean, incluso cuando sus acciones pasan desapercibidas.
A través de historias cautivadoras y personajes inolvidables, estas películas exploran las contradicciones inherentes a la naturaleza humana y nos desafían a reflexionar sobre nuestra propia capacidad para dar y recibir apoyo. Estas obras cinematográficas sirven como espejos que reflejan nuestras propias luchas con la reciprocidad y la conexión humana, recordándonos que, a veces, una auténtica verdadera riqueza de la vida reside en la ayuda que se recibe en momentos inesperados.