Ahora que muchas de mis amigas y amigos están cumpliendo medio siglo de vida, edad casi obligada a festejar, me lleva a recordar los avances en tecnología, la evolución en la música, la forma en como disfrutábamos los momentos y nuestros pensamientos puestos en un futuro que dista mucho de lo que ahora estamos viviendo, y no es queja, pero sí un poco de nostalgia por recordar una época en la que afortunadamente la felicidad siempre estuvo en mis días, sobre todo en aquellos en los que la amistad  nació y con el tiempo se fortaleció.

En los años 80 y 90, este mundo era un lugar muy diferente, no diré que mejor porque soy testigo de la maravilla que la revolución digital otorga, pero sí reconozco, que el pensar en esa época me provoca hacer comparaciones de diferentes temas y el panorama actual de pronto me asusta, porque sé que la tranquilidad con la que jugábamos en las calles, la independencia que ganamos al poder ir solos a la tienda, a la papelería, sin la compañía de un adulto por la seguridad que vivíamos, sobre todo en nuestra ciudad, nunca volverá.

Para ir al colegio, no era indispensable que los papás nos acompañaran, ir a una fiesta o reunión bastaba contar con el permiso y cumplir con el horario que nos establecían, la única premisa era la confianza depositada en nosotros y un “cuídate y pórtate bien” como consejo al salir de casa.

La aparición de los teléfonos celulares del tamaño y peso de un ladrillo pronto cambio y a la fecha su transformación es tanto de forma como de fondo, ¿Quién nos iba a decir que ese aparato nos daría un estatus y presencia ante los demás?, cuando lo más importante que teníamos era las charlas eternas en el teléfono convencional y las salidas por un helado en el lugar de reunión de moda, en su momento en avenida Revo helados Holanda y después en Bing.

En cuanto a la música, vivimos un parteaguas con la aparición del rock en tu idioma y la presencia de “malas palabras” en la letra de Hombres G y bandas representativas de este género que las volvían muy divertidas, cuando las programaban en la radio la grosería en cuestión era vetada con un efecto de sonido que impedía que se escuchara, y no es que me espante o critique las canciones actuales, pero a mi parecer la vulgaridad es el negocio de hoy. En este tema la tecnología dio pasos agigantados desde el disco y la tornamesa, pasando por el cassette, CD, MP3 hasta llegar a las plataformas digitales, en lo personal cada experiencia me ha hecho feliz.

Y en cuanto a la evolución de la comunicación, en mi opinión las redes sociales jamás podrán suplir el contacto físico, las risas y pláticas en vivo y a todo color, lo que a mi juicio, implica un beneficio a la salud, socializar siempre será una prioridad en mi vida, y no lo niego, publico y comparto en mis muros parte de mi vida pero eso no significa que sea la totalidad, solo una parte de mi historia; los momentos especiales los dejo para mi familia, para la gente cercana y para aquellos que están celebrando sus 50 años o unos un poquito más, los acompaña una gran infancia, anécdotas de su adolescencia y juventud, y saben de sobra que la vida no se mide en años; sino en los momentos, en las experiencias y en las conexiones auténticas que se forjan a lo largo del camino. ¡Felices sin cuenta y muchas bendiciones!

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