A pesar de que el concepto de educación emocional es muy utilizado hoy en día, este comenzó a desarrollarse en la década de 1990, como elemento clave para lograr un desarrollo integral en las personas, tal como lo señaló el académico español Rafael Bisquerra quien dedicó muchas de sus publicaciones a este tema e indicó que es un proceso educativo continuo y permanente para fomentar competencias emocionales para mejorar la vida personal y social.
Hoy, después de 30 años y de muchos estudios, se ha descubierto que la educación emocional es una necesidad fundamental para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más complejo. Aunque durante décadas la comprensión cognitiva era la estrella en las aulas, hoy saber gestionar las emociones, empatizar con los demás y construir relaciones saludables tiene un impacto tan crucial como las matemáticas o la ciencia en nuestra calidad de vida.
En mi paso por algunas universidades, escuelas de educación media superior y básicas, públicas y privadas, considero que son las menos las que han implementado programas enfocados al fomento de habilidades como la empatía, la comunicación, el manejo del estrés y la resolución de conflictos, y es que a través de prácticas comunes se logra llevar al estudiante a un “entrenamiento” que le enseña a reconocer sus sentimientos, entenderlos y cuya respuesta dista de lo visceral, en un trabajo conjunto con la inteligencia emocional.
El proceso educativo para cultivar competencias sociales y emocionales en un entorno académico o formativo, corresponde a la educación emocional y en un mismo momento, la inteligencia emocional se hace presente para reconocer, comprender y gestionar las emociones, tanto propias como ajenas, e identificarlas y darles un valor o minimizarlas. Este enfoque puede ser implementado en los colegios en apoyo a su comunidad estudiantil para enfrentar desafíos como la ansiedad, el bullying o el estrés. Por lo tanto, la educación emocional debería ocupar un lugar central en los planes de estudio porque, seguramente la deserción escolar disminuiría en todos los niveles, ya que el rendimiento escolar sería superior, la capacidad de concentración se incrementaría y la resolución de problemas sería más efectiva.
Las escuelas, además de ser centros de aprendizaje, son entornos en donde los niños pasan gran parte de su tiempo, mismo que puede ser aprovechado con la integración de una estrategia enfocada en la educación emocional, tal como talleres, pláticas, actividades grupales en donde se fomente la empatía y la práctica de mindfulness, el cual consiste en centrar la atención en el momento presente de manera consciente, intencional y sin juicios, todo esto, sin olvidar que los docentes requieren formación en esta área.
Considero que la educación emocional no solo es un complemento: es una base esencial para el bienestar de las nuevas generaciones y debe ser contemplada por las instituciones correspondientes y darle el lugar que merece en nuestras escuelas. Que efectivamente seamos un estado en el que el bienestar de los estudiantes sea igual de importante que las materias tradicionales.