Cada vez que Julián de 60 años de edad pastoreaba sus borregos, acostumbraba pasar a platicar con los trabajadores de la mina de Dengantzha, en el municipio de Francisco I. Madero, pero ayer no regresó a su hogar porque quedó atrapado en el derrumbe.
Su cuerpo fue el primero en ser recuperado entre las rocas blancas y los escombros que eran removidos por decenas de hombres con la esperanza de encontrar con vida a cuatro personas más. En la noche recuperaron tres cuerpos y suspendieron las labores por la intensa lluvia.
Es una especie de grieta en medio del cerro pelón donde ocurrió el desgajamiento entre los montes del Valle del Mezquital.
De acuerdo con los familiares, el pastor de edad avanzada era jubilado de la mina y acudía por las mañanas a dicha zona en donde por costumbre platicaba con los demás trabajadores. Después de la una de la tarde, no regresó a su morada.
Tras reconocer el cuerpo, familiares de Julián optaron por agilizar los trámites así como velarlo en su casa. Colocaron una carpa amarilla. Antes, decidieron ayudar en las labores de rescate entre los escombros.
HASTA LOS HUACHICOLEROS QUIEREN AYUDAR
Carros, motociclistas, camiones, transporte público y hasta “huachicoleros” permanecen en el camino de acceso a Dengantzha. Todos esperan un camión con herramienta para buscar a las personas que quedaron atrapadas entre los escombros.
Mamás con sus hijas ven hacia un cerro mientras camionetas con garrafones de 20 litros ofrecen gasolina por 250 pesos con tal de llegar a la mina y ayudar a los rescatistas.
“¿Ustedes vienen de Pachuca?” Nos preguntan en el único camino.
“Son solo tres trabajadores, un pastor y una persona que pasaba por el lugar en su carro”, suelta de repente otro grupo de personas que mira hacia dos cerros.
Mientras continuamos por el camino decenas de tráileres fueron desviados hacia la carretera Francisco I Madero-Actopan, ya que representantes de la mina temen que el peso de estos vehículos provoque otro derrumbe.
Sobre el camino a la mina, entre las comunidades de Tepatepec y Mixquiahuala, una camioneta de la Secretaría de Obras Públicas estatal permanece en la orilla de la carretera, ya que sufrió un golpe rumbo a la mina.
“¿Son de Pachuca? ¿De gobierno? ¿Del periódico? Falta poco, como media hora en carro pero mejor ve caminando por que no te van a dejar pasar”. Dicen los transportistas.
Desde las dos de la tarde dejaron de trabajar con el único fin de no estorbar a los camiones y rescatistas que iban para la mina. Nos advierten que si vamos para allá sea exclusivamente para ayudar.
En otro lugar una familia llora. Preguntamos cuánto falta para llegar. “Unos 40 minutos pero ya no dejan pasar, lleven casco y botas”, comentan mientras decidimos seguir en la terracería.
Hasta un filtro donde solo permiten el paso a la policía estatal, municipal y camionetas de gobierno.
Ahí, esperan noticias. Aguardan el nombre de la persona que falleció, después pondrán un café a la lumbre y comprarán pan para el rosario en este valle de lágrimas.