El nombre de Diana Velázquez Florencio ha resonado en varias plazas públicas del país. A casi cuatro años de su asesinato en Chimalhuacán, Estado de México, su madre no para de pedir justicia en manifestaciones contra la violencia de género.

Han pasado casi cuatro años desde que Lidia Florencio Guerrero vio por última vez a su hija Diana, desde entonces no ha frenado su deseo de justicia. Ha recorrido gran parte del país para expresar su exigencia no solo por su familiar, sino también por todas las personas que pasan por una situación similar.

Diana tenía 24 años de edad, se dedicaba a vender dulces en las calles de Chimalhuacán. Por motivos personales no terminó la preparatoria, su madre narra que uno de los objetivos que tenía en el último año que estuvo con vida, era terminar la escuela para comenzar sus estudios universitarios en Filosofía y Letras.

En el marco de la protesta por personas desaparecidas en Tizayuca realizada el pasado viernes, Lidia habló para AM Hidalgo e hizo un llamado de atención para que las autoridades redoblen esfuerzos y disminuya el índice de feminicidios en el país.

LA ÚLTIMA VEZ QUE LA VIERON

La madrugada del domingo 2 de julio de 2017, Diana tuvo una discusión con integrantes de su familia, por lo cual salió de su casa para intentar despejarse, pero para sorpresa de sus seres queridos, esa sería la última vez que la vieron.

Familiares intentaron localizarla por medio de llamadas telefónicas, después de varios intentos, Diana contestó aproximadamente a las 16:00 horas de ese mismo día; aseguró que llegaría a casa unos minutos después, pero luego de colgar perdieron todo contacto con ella.

Al notar que Diana no regresaba a casa, la familia decidió dar parte a las autoridades pero la respuesta fue nula, dijo Lidia, pues tenían que pasar 72 horas para que iniciaran una búsqueda. Además, agregó, le comentaron que su hija “se escapó con el novio”, lo cual consideró imposible, pues su pareja vivía en otro estado de la República.

Varias horas después al fin comenzó la búsqueda de Diana por parte de autoridades, aunque sin resultados concretos. El 6 de julio de 2017 la hermana de Diana, Laura Florencio, acudió a las oficinas del Servicio Médico Forense (Semefo), donde, sin que la familia lo supiera, ya se encontraba el cuerpo de la joven.

Personal de Semefo le comentó a Laura que había un cuerpo que estaba sin identificar, pero que correspondía a las características de edad de Diana; solamente por su ropa y algunos rasgos fue que pudieron reconocerla. 

El cuerpo fue localizado en una calle de Chimalhuacán, con signos de tortura y violencia sexual.

PRESENTAN PRESUNTO RESPONSBALE, PERO ACUSAN IRREGULARIDADES

Pocos resultados hubo tras las investigaciones iniciales. Descartaron como sospechosos a la pareja de Diana y a un amigo cercano, pues las pruebas de ADN halladas no correspondían a ninguno de ellos. Tres años después, en 2019, la FGR presentó a un presunto responsable.

Sin embargo, la madre de Diana asegura que a pesar de encontrar a un sospechoso, no tienen la certeza de que en verdad sea quien asesinó a su hija, pues señaló que hubo irregularidades durante la investigación. Explicó que negaron acceso a las pruebas y veredictos a la familia, por lo que desconfían de los señalamientos.

El deseo de justicia ha llevado a la familia de Diana a diversos estados del país, desde la explanada municipal de Tizayuca, hasta encuentros con mujeres zapatistas en Chiapas.

Desde hace casi cuatro años, Lidia Florencio, madre de Diana, pide a la ciudadanía levantar la voz y no permitir más violencia en el país, para evitar que haya más mujeres asesinadas.

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