Las historias con los caninos son muchas, como la de Emanuel, un niño con labio y paladar hendido, quien tendrá que estar en el hospital durante 18 años, tiempo que durará todo su tratamiento. A sus ocho años, ha tenido ya tres cirugías y múltiples consultas.
Hoy, Emanuel tenía una de las citas más importantes: estar con Carola y Hachi.
Hortensia, la madre de Emanuel, dice que con tres años sólo pronunciaba cuatro palabras y tenía problemas para comer.
Hoy ya va al colegio, su lenguaje ha cambiado y su estado en general es bueno, aunque serán 18 años de tratamiento, pero hoy Emanuel es feliz al abrazar a Carola”, afirma.
Carola y Hachi caminan por los pasillos del hospital para reunirse con el resto de la manada. A su paso, como si fueran estrellas de rock, reparten abrazos y les piden fotografías.
En el camino, hacen felices a quien encuentran, como a Pedro, quien acude a consulta por parálisis cerebral. Con 15 años, depende absolutamente de sus familiares.
No queríamos acercarlo porque le tiene miedo a los animales y sobre todo a los perros, pero se jalaba un poco para donde estaban, por lo que decidimos acercarnos”, cuenta su madre.
Dice que en muchos años Pedro no se había mostrado contento. Al contacto con Hachi, su cara se iluminó con una sonrisa y las manos tensas se relajaron. Habían logrado un milagro más: por unos minutos, en la caricia que le daba a Hachi, Pedro fue feliz lo mismo que su madre.
Desde junio, cuando llegó la unidad canina, hay una historia que se cuenta entre pacientes y médicos, el caso de un menor accidentado con daño neurológico al salir de terapia intensiva.
Su mamá nos contó que le gustaban los perros, así que pedimos permiso para llevarlos”, cuenta Vanesa Pallares.
El neurólogo, tras aceptar, dejó claro que no estaba de acuerdo y que científicamente dudaba de su utilidad, pero los perros demostraron su equivocación. Desde que llegaron a su cama, el paciente movió una mano, sonrió e intentó hablar; a partir de ese día, las visitas eran todos los miércoles hasta su alta.
A Carola, Sammy, Alanna, Catana, Ashley, Hachi, Brigite y Hanna les sobra corazón y lo reparten entre las camas y los pasillos; su bondad alcanza a chicos y grandes.
Agendan consulta con los peludos
Ricardo es tanatólogo en el Hospital del Niño DIF de Pachuca y un convencido de los beneficios que brinda la terapia asistida con caninos; Vanesa es de la Ciudad de México y es directora y fundadora del Centro de Actividades y Terapias Asistidas con Caninos (Cenatac) y un día sus caminos se juntaron.
El encargado de tanatología, Ricardo Vergara, cuenta que contactó a Vanesa Pallares hace siete años a través de una conocida de ambos, pero en ese tiempo no se pudo concretar el proyecto. Fue apenas hace un año que se reencontraron y que las condiciones les permitieron operar.
Un buen día me hablaron de la dirección y me dijeron: “Hay luz verde”; fue la felicidad pura. Desde entonces todos los miércoles contamos con ellos. Ya no hay agenda, todos los niños quieren un espacio para estar con los perros”, afirma.
En este consultorio tenemos pacientes graves y con riesgo de muerte y tengo que ayudar a los padres a que cambien la situación emocional por el bien de los niños, y los perros apoyan en esa función”, dice Ricardo.