Hace cuatro años falleció el periodista hidalguense Anselmo Estrada Alburquerque, un 12 de marzo.

Para recordarlo, replicamos una semblanza que escribió Pablo Vargas González con motivo de un reconocimiento que la fundación Arturo Herrera Cabañas entregó al experimentado periodista en abril de 2015.

A continuación transcribimos el texto íntegro, previa autorización del autor.

UNA VIDA DEDICADA AL PERIODISMO

En 2013 varias organizaciones civiles de Hidalgo coincidimos en crear un “reconocimiento al valor ciudadano para aquellas personas que han generado contribuciones indispensables para la vida social y han engrandecido, sin aspavientos de ninguna clase, las condiciones de vida de esta entidad hidalguense.

Aquellos que construyen día a día la cultura del esfuerzo, y que no perciben ningún salario por ello, y es su quehacer cotidiano en beneficio de la colectividad, de los necesitados, de los de abajo y los de a pie. Posiblemente no lleguen a figurar en las letras de oro de alguna oficina gubernamental o instancia del poder local, porque no formó parte de algún club, de alguna cámara empresarial, de algún grupo de interés económico o político o mediático, y su linaje no se encuentra entre los “forjadores” de la historia oficial.

Nos motivan las acciones de hombres y mujeres libres que actúan por convicción, sin pedir permiso, sin obligación laboral, nos motivan aquellas personas con una alta convicción moral. Recordemos a los “topos” del 19 de septiembre de 1985 ante el sismo de la Ciudad de México, y muchos otros eventos donde sobresalen quienes salvan a personas en incendios, en catástrofes naturales y en caos social. En este año recordemos a los guardias, médicos y enfermeras en la explosión del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. Hombres y mujeres valientes que actúan por valores y por el deber.

La iniciativa de dar un reconocimiento es proactiva y no es en contra de ninguna circunstancia particular. Pero nos ofenden premios y reconocimientos desde el poder que en lugar de construir la memoria histórica y social contribuyen a lo contrario: al olvido, a la inercia y a la pasividad. Por ello es pertinente la frase: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla: una vez como tragedia y otra como farsa”. En México sabemos mucho de esto. Y la sociedad no se ve reflejada en esos actos que son verdaderos ritos de la simulación.

En estos momentos en que la libertad de expresión resulta un anhelo y un bien caro para la sociedad mexicana, es que diversas organizaciones ciudadanas de Hidalgo han propuesto dar un reconocimiento a Anselmo Estrada Alburquerque por su larga e ininterrumpida carrera en el periodismo. Lo que viene a ser un viento fresco ante “los premios” o auto premios que se otorgan los poderes locales, que significan una visión autorreferencial de sí mismo, abiertamente divorciado de la sociedad que solo mira, lejos en el coro.

Anselmo Estrada Alburquerque es un periodista que ha trabajado en varios diarios del estado de Hidalgo y de México. Después de trabajar en la Compañía Real del Monte y Pachuca, que como todo joven pachuqueño a principios de los años cincuenta recurrió al trabajo en las minas y la maestranza que prontamente dejó al incorporarse a una empresa editora con amplias expectativas de desarrollo: El Sol de Hidalgo, que gozaba de las mieles del poder a través del vínculo de la cadena García Valseca.

Ingresó a trabajar en El Sol de Hidalgo, creado el 27 de junio de 1949, y siendo su director el profesor Rafael Cravioto Muñoz, a mediados de los años cincuenta se convierte en un organizador de la corrección de estilo y revisión periodística. Mis informantes señalan que en esos años se encargaban de la edición diaria, El Pony dedicado a la sección deportiva, Josefina Díaz Herrera en nota policiaca, y Lidia María Andrade en la sección de sociales.

El Sol de Hidalgo llegó a desplazar al periódico Renovación, mismo que inició la primera etapa del periodismo informativo en la entidad, este había entrado en una franca decadencia y su caída se debió a la histórica inundación de 1949 que dañó irreparablemente al equipo e imprenta. Años antes el editor de Renovación, Jesús Castañeda, reveló que el nombre de Renovación fue escogido: “porque en la década de 1930 no podían expresar libremente las ideas. Meses antes del nacimiento de Renovación había cerrado el periódico El Yunque, que dirigían Rafael Vega Sánchez y el coronel Porfirio del Castillo, un tanto porque resultaba incosteable y otro por las presiones políticas que ejercían funcionarios del gobierno del estado y algunos caciques”. Esa es historia viviente de la relación entre poder y medios de comunicación que nos alcanza hasta nuestros días.

A Anselmo Estrada le tocó vivir dos etapas claves de El Sol, que coincide con el parteaguas de la política hidalguense. La constitutiva dirigida por Rafael Cravioto Muñoz, quién duró en el cargo 26 años hasta que siendo simultáneamente diputado federal y director del diario se generaron los sucesos de la desaparición de poderes en abril de 1975, y una porción de la siguiente etapa donde llega Fausto Marín Tamayo, quién lo dirigió hasta 2011. Corresponden a dos estilos distintos de vínculo con el poder local.

Esa primera etapa de El Sol lleva marca de Anselmo Estrada: la de reportear e investigar las noticias. Fue así como desde el principio de este periódico que se inició con la gran inundación de Pachuca, Anselmo Estrada va tener no solo la información directa y objetiva que requiere todo periodista sino además la opinión y el punto de vista personal.

Y en esas dos etapas también se encuentran dos momentos de cambio en el periodismo mexicano y su relación con el poder político; el paso de la Cadena García Valseca a la Organización Editorial Mexicana, en el último año del echeverriato, sin duda que marcaron un hito en la relación medios de comunicación con el gobierno.

VIDA Y PERSONALIDAD

Nacido en Pachuca el 21 de abril de 1936, hace 79 primaveras, en un Mesón de la calle de Abasolo, que dirigía su abuela paterna, creció en lo que hoy llamamos Centro Histórico, la ciudad giraba a través de la minería y los servicios. Realizó sus estudios básicos en las primarias Justo Sierra y Manuel Altamirano. La secundaria la realizó en la Escuela Normal Federalizada Benito Juárez. Debido a situación familiar ya no pudo concluir su carrera en la normal de profesores. Esta escuela, sin embargo, fue formativa en su actividad ulterior y en su personalidad. Aquí se le recuerda como integrante del equipo de futbol que fue campeón en la categoría juvenil pero más sobresaliente fue su gusto por el alpinismo, él formó el primer grupo de socorro alpino en México, y estableció el grupo “fantasmas” de la Normal de escaladores y alpinistas.

Pero tal vez, la afición por el box, en el que construyó un ring con sus amigos, es lo que lo pinta mejor y delinea su personalidad. Todo ello dio a Anselmo el aspecto de fuerza, el de un volcán siempre a punto de estallar. A Anselmo lo podemos ver como un nombre áspero, duro y siempre dispuesto a decir las palabras que anteceden a un pleito y soltar los puños. Pero es solo una apariencia, en crear una esfera de confort para no ser molestado. Quién no lo conozca y no haya tratado con él pensará que es un hombre irascible. Nada más lejos que la realidad.

Tres grandes ejes en su vida lo llevaron al periodismo. La minería, la problemática política local en que sobresale la pobreza rural, y las condiciones y evolución de la ciudad de Pachuca. Desde joven empezó a publicar periódicos de carácter rústico, con los que se vinculó con amistades señeras que lo serían durante toda su vida. Está el caso del periódico “El Mercurio” que elaboró junto con Arturo Herrera y Leopoldo Herrera. Más tarde se agregaría al grupo Miguel Ángel Granados Chapa. Ya en El Sol, encargado de la corrección de galeras permitiría la publicación de la columna Tribuna Universitaria que escribieron Miguel Ángel Granados Chapa y Arturo Herrera Cabañas, sobre asuntos de estudiantiles y de cultura por varios años.

Estos son los antecedentes que permitieron a Estrada seguir una larga e ininterrumpida carrera en varios géneros del periodismo. En El Sol de Hidalgo, a mediados de los años cincuenta, era una empresa moderna comparada con otras pero la imprenta era de linotipos, que mecanizaba el proceso de composición de un texto para ser impreso. No solo era copiar los textos de acuerdo con determinados caracteres sino también su corrección y cuidado de que las palabras fueran completas y bien escritas. Ello implicaba un trabajo eminentemente nocturno, diario, arduo y brutal. La edición concluía regularmente entre 4 y 5 de la madrugada a la hora que llegaban los vendedores que se encargaban de encartar las secciones y llevarlos a la venta.

Ahí Anselmo adquirió las habilidades y capacidades del periodismo. Se puede decir que Estrada fue un autodidacta, y no hay ninguna pena en decirlo, hasta muy recientemente eso era así, que aprendió el reporteo, la redacción y la corrección al viejo estilo “la letra con sangre entra”. Y lo dice mejor Gabriel García Márquez en “Periodismo el mejor oficio del mundo” (7 de octubre de 1996):

“Hace unos 50 años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta (…) en los consejos sabios de los directores, en las conductas honestas de trabajo que llevaba consigo una amistad de grupo. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y se generaba opinión…”

Esta cita sin lugar a dudas describe a Estrada Alburquerque. La práctica diaria frente a la clásica máquina de escribir Remington y litros de café lo convirtieron en un profesional del periodismo y un maestro en esta área. De tal suerte que llegó a escribir dos obras inéditas en la profesión: El Manual de Corrección de Estilo y el Manual de Corrección de Publicaciones, que posiblemente aun estén circulando en algunos diarios locales e inclusive nacionales.

También es recordable lo que dijo Eduardo Galeano, a quién honramos y recordamos también como un valor de la ciudadanía universal, el cambio que sufrió el periodismo con la entrada de la mecanización y las computadoras: el escritor dijo que las redacciones ya no eran como antes, ahora le parecían como hospitales. “Es un universo más aséptico”, dijo, recordando a las redacciones bulliciosas, el tableteo de las máquinas de escribir. El griterío de los reporteros, y la humareda de los cigarrillos.

LA INOCENTE POLVORITA

El trabajo en El Sol fue formativo, pero solo fue una etapa de su vida laboral. El carácter de Estrada se volvió mayúsculo en la nueva administración de Fausto Marín. Se convirtió en una situación disyuntiva, y el que tuvo que salir fue Anselmo en 1978. El cambio de la cadena García Valseca a OEM permitió que se convirtiera en director de El Sol del Campo, un suplemento que trataba la problemática rural y Anselmo tuvo que viajar constantemente y aprender de la problemática campesina.

Su vínculo con Miguel Ángel Granados Chapa siendo subdirector lo llevó al diario Uno Más Uno, en la fundación y primeros años de lo que después sería La Jornada. Al paralelo de su trabajo periodístico realizó otras actividades: tales como director de la Editorial Universitaria en el periodo 1986-1989, cuando se publicaron una serie de libros y textos de gran valor histórico. Durante una invitación de la presidencia municipal de Zimapán para publicar una serie de documentos sobre el municipio, dirige y edita “Zimapán a través del tiempo”, produce la segunda edición corregida “Una ventana en el tiempo” y un periódico local “El Zimapense” (datos del blog de Bonfilio Salazar).

Dirige la primera edición de la Revista la Feria en 1967, publicación reeditada por su contenido en 1987 que culmina con la Revista “El Reloj” con valiosos datos históricos sobre este monumento y su entorno, con pinturas, acuarelas y fotografías que pachuqueños hicieran de él, y con aportaciones de historias, y anécdotas de pachuqueños y una colección de leyendas y artículos que nos hablan del Pachuca perdido.

De sus colaboraciones en periódicos, tanto en su paso por el Sol de Hidalgo así como por la subdirección del primer vespertino en Pachuca El Visor, destaca conocimiento y pasión por la historia de su terruño “La Máquina del Tiempo en el diario Milenio Hidalgo en los años de 2004 a 2006 donde el dueño era Guillermo Márquez, de ahí pasa al periódico Criterio Hidalgo donde rescata su columna La Inocente Polvorita. Título que dibuja completamente la personalidad de Estrada. Desde luego que no tenía ninguna de las palabras. Ni era inocente ni mucho menos “polvorita”, el nombre responde a la explosión en la casa de un político donde había una gran cantidad de pólvora en 1980, y el reportaje trajo críticas desde el cuarto piso de gobierno. En esa columna periodística podemos ver la personalidad real del autor, es un género que permite conocer la opinión de hechos, pero también la crítica.

En La Inocente Polvorita podemos encontrar al periodista nato, el de la labor de memoria, el que no solo sigue la información de la realidad sino que la interpreta y opina sobre ella. En su columna podemos encontrar trazos de la vida política de Hidalgo, de las políticas de los gobernantes en diferentes niveles. En momentos se ha convertido en el interlocutor de varios funcionarios a los que señala las verdades, que resultan incómodas, a personajes acostumbrados a la lisonja y a la foto de sonrisa simulada.

Insisto en la memoria periodística de Estrada, lo que escribió hace 20, 25 o 30 años hoy lo retoma sin perder el hilo conductor de la historia vivida, con una savia, de conocimiento reconcentrado. Aderezado con una pizca de inocencia y grandes cucharadas de polvorita. Lo que es un logro para la comodidad de las nuevas generaciones. De ese modo podemos encontrar los grandes y pequeños temas que en la pluma de Anselmo se convierten en verdaderamente explosivos.

Esto es lo que valoramos en Anselmo, la continuidad, el periodismo sin concesiones, el periodismo profesional dedicado a la verdad; recuerdo que en la época de JLP se amenazó con quitar la propaganda gubernamental a la revista Proceso, en el siguiente número, Naranjo, el cartonista, dibujó un enorme ramo de flores en señal de que eso quieren los gobernantes. Anselmo no escribe florilegios, dispara proyectiles de tinta, bien documentados y bien escritos.

En estos momentos la libertad de expresión está siendo asediada y restringida, no solo en el atentado a Carmen Aristegui que ya es de por sí inaguantable para la sociedad, porque en vez de premiarla por decir la verdad y ejercer el periodismo sin cortapisas, como a Lidia Cacho en 2005 simplemente “le dieron un coscorrón”… No es un litigio entre personas, como se quiso presentar, lo ha dicho claramente Carmen lo que está en juego son las libertades civiles básicas del derecho a la información y el derecho a saber por parte de la sociedad.

Desde años atrás México es un país donde es un peligro ejercer el periodismo. Y el Estado no da garantías ni a los propietarios, ni a los periodistas para ejercer plenamente las libertades de imprenta y de expresión. Por la gran cantidad de agresiones que se producen contra los medios críticos y contra los y las periodistas. No en balde han llegado los diferentes mecanismos de derechos humanos de la ONU y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA.

Es por ello que aquí en Hidalgo no podemos aceptar que las libertades y derechos básicos sean amenazados. No podemos permitir que se sigan imponiendo lineamientos vejatorios a la libertad de expresión y al derecho a la información que deben gozar los ciudadanos y ciudadanas. Hay una realidad distinta a las fiestas del 7 de junio, en que el discurso es eminentemente formal, pero sin compromisos efectivos.

Uno de los grandes enemigos de la libertad de expresión sigue siendo la censura, pero tal vez el peor de todos es la autocensura: es el guardar silencio, es omitir la verdad, acallar los hechos aun cuando estos deben ser conocidos. La autocensura es auto infligirse una mordaza a sabiendas que pierden todos, la sociedad, los medios, y la ciudadanía. Nos duele que en el siglo XXI y a pesar del mundo globalizado y predominio de las TICS, en Hidalgo sigan circulando las listas negras de plumas incómodas, un veto parecido a las épocas del porfiriato o de la guerra sucia de Díaz Ordaz y Echeverría. Ese veto es una acción discriminatoria que impide opiniones diversas sean conocidas y valoradas; aún se piensa que la ciudadanía es menor de edad.

Las organizaciones que participan en esta propuesta pensamos que al reconocer a Anselmo Estrada Alburquerque reivindicamos también el derecho a ejercer la libertad de expresión. Se entrega en vida este reconocimiento a Estrada porque se tiene el privilegio de la gratitud que la sociedad debe a sus mejores hombres y mujeres; y además porque tenemos derecho a la memoria colectiva. Enhorabuena, lo instamos a seguir disparando inocentes polvoritas.

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