A los 70 años de edad y con 50 años de participación en el ritual de los voladores de Papantla, Pascual González Ramírez, vecino y originario del barrio Tlalnepantla, de Jaltocán, ahora “vuela” con sus nietos y nieta de 13, 12 y diez años de edad. 

El hombre mencionó que no quiere que se pierda lo que calificó como una bonita tradición cultural que “nos fue heredada por nuestros ancestros prehispánicos”.

UNA PLEGARIA A LOS DIOSES

El ritual de los famosos voladores de Papantla, platicó Pascual González, es una plegaria a la divinidad para que haga caer la lluvia sobre los cultivos en tiempos de sequía, por lo anterior, también refirió que la danza ancestral de la fertilidad está plagada de simbolismos. 

El hombre de tez morena y temple de acero explicó que cada volador representa uno de los puntos cardinales: norte, sur, este y oeste; añadió que nunca duda cuando sube el palo de 15 metros de altura para preparar el ritual con el que se gana la vida desde hace 50 años.

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Don Pascual recordó que fue una persona que murió a los 85 años de edad, de quien no mencionó el nombre, quien lo inició como volador de este tradicional ritual que no solo se realiza en Papantla, Veracruz, sino también en poblados de Michoacán, Puebla, Tlaxcala y otros estados.

LA SEGURIDAD ES IMPORTANTÍSIMA

Con esa seguridad que le han dado los años, don Pascual sube al “palo volador” que tiene 15 metros de altura para enredar los lazos por donde bajaron él y sus tres nietos menores de edad; refiere que la seguridad es fundamental para evitar accidentes que incluso pueda costar la vida de alguno de los voladores.

Mientras realizaba su labor en las alturas, los menores de edad se preparaban para subir al palo volador uno por uno en el momento que se los indique el adulto mayor, quien además supervisa minuciosamente cada movimiento de los pequeños que ya lo acompañaban en la parte alta del tronco y se preparaban para “volar”.

“De veras que se requiere tener los nervios de acero”, se escuchó decir a uno de los asistentes, mientras don Pascual platicaba que antes de subir tiene que derramar aguardiente para hacerle ver a la “madre tierra” que están preparados y que no les va a pasar nada. 

Además, realizó un rezo en náhuatl y colocó un cigarro en la base del “palo volador” que es rodeado con aserrín para evitar que se mueva o una caída de los voladores al subir para iniciar el ritual.

SIN ACCIDENTES EN MÁS DE 50 AÑOS

Con voz segura Pascual González reconoce que en los 50 años que lleva en el ritual milenario “no he sufrido ningún accidente y tampoco mis compañeros voladores”, por lo que agradeció a Dios el cuidado hasta ahora. 

Asimismo comentó que la exhibición que hicieron en el poblado Tepextitila, en Huejutla, cobraron 7 mil 500 pesos, dinero que será para pagar a sus nietos y el trasporte que los llevó ahí desde Jaltocán.

Pascual señaló que sus nietos son la tercera generación de “voladores” del barrio Tlalnepantla, de Jaltocán, pues asegura que antes de ellos lo hicieron sus hijos, por lo que está seguro de que el ritual continuará porque cada uno de sus familiares lo llevan en la sangre y continuarán el legado que le dejó su maestro.

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