Con 90 años de edad María Concepción Hernández, vecina de la localidad Teacatl, Huejutla, camina diariamente seis kilómetros para llegar a la cabecera municipal a vender nopales, cilantro, albahaca y otros productos del campo huasteco con los que se gana la vida y el sustento.
Ella, al igual que otras mujeres y hombres indígenas adultos mayores, deben salir de sus viviendas precarias para ganarse la vida con la venta de productos que cosechan en sus parcelas, pese a que ya han tenido una vida de trabajo.
Lo anterior, ya que como muchos huastecos nacieron y morirán pobres, como se oye decir a una mujer que saca de su monedero diez pesos para pagarle a María el ramito de cilantro criollo que le compró.
NUEVE DÉCADAS Y OBLIGADA A TRABAJAR
María, como llaman a la mujer de 90 años vecinos de la colonia San José, Huejutla, nos dice a través de un traductor (sólo puede comunicarse en náhuatl) que sale constantemente de su localidad a vender nopales, cilantro y albahaca.
Dice darle mucho gusto cuando la gente compra los productos que logra de su parcela con mucha dificultad, pues la edad no le ayuda mucho en su larga y diaria travesía.
La mujer de tez morena y manos ásperas que dan cuenta de la intensa actividad que ha realizado durante gran parte de su existencia, viste la ropa tradicional de las mujeres indígenas de la Huasteca hidalguense, además de huaraches con los que recorre a pie entre seis y 12 kilómetros para salir y volver a su comunidad.
RECHAZOS DIFICULTAN SU ACTIVIDAD
La actividad comercial de María es complicada, pues debe ir de puerta en puerta para ofrecer nopales, cilantro y albahaca, que muchas veces son rechazados por los moradores de esas viviendas.
Sin embargo, la situación no afecta el deseo de venta de María, que después de la colonia San José se adentra en la Obrera y otros sectores poblacionales con la intención de ganar unos pesos y llevar el sustento diario a su mesa.
A pesar de su edad, 90 años cumplidos, María Concepción se mueve con firmeza entre el asfalto de la ciudad que poco a poco consume su figura hasta desaparecerla, literalmente hablando, seguramente porque encontró alguien a quien ofrecer un ramito de cilantro, albahaca o nopales cultivados con sus manos.