Irapuato, Guanajuato.- La catedrática irapuatense Ma. del Rosario Abraham Juárez recibió en Cusco, Perú, reconocimientos con medalla Honoris Causa y con el Galardón a la Excelencia Educativa de Cusco y aseguró que esos reconocimientos internacionales significan el esfuerzo de sus padres que la impulsaron para estudiar.

La guanajuatense es docente e investigadora en el departamento de Ingeniería de Alimentos en la Universidad de Guanajuato, campus Irapuato.  

El reconocimiento lo recibió por sus investigaciones, trayectoria y seriedad en su trabajo.

A pocas horas de haber regresado de Perú a su ciudad, la galardonada platicó con am sobre estos reconocimientos y sentimientos al recibir la medalla y el Galardón con los que se le reconoció entre los mejores catedráticos de varios países de Latinoamérica.

Me temblaban las manos cuando me pusieron la toga, no sabía qué iba a decir”, compartió.

Y enfatizó: “(Estos reconocimientos) son un testimonio verdadero de que con el esfuerzo tú puedes lograr todo lo que te propongas; este Honoris Causa es el compendio de un esfuerzo de vida que es principalmente de mis padres”. 

“Yo soy de una  comunidad rural que se llama Hacienda de Márquez, de aquí de Irapuato, donde no se ve bien que una mujer estudie y por eso este Honoris Causa es un agradecimiento total a mis padres Juana Juárez y el señor J. Jesús Abraham y a mis hermanos”, concluyó, con sus ojos humedecidos de emoción.

Y continuó: “Mi padre nos decía que él quería una calidad de vida que él no nos había podido dar, porque dependíamos del campo y de la fresa, y él quería que no dependiéramos de nadie y que no nos preocupáramos por no tener para un plato de comida, y vaya que le sufrimos, a veces no había”.

Luego, recordó a todos las personas que le ayudaron durante sus estudios: “También veo a muchas personas que se cruzaron en mi camino, que fueron buenas, que quizá vieron mi esfuerzo y mis ganas de salir adelante y me ayudaron, y si la Universidad de Guanajuato no hubiera existido yo no sería la que soy ni gozaría de estos privilegios.”

Sobre cómo fue el proceso de su postulación al Honoris Causa, mencionó que fue a través de un correo electrónico que le avisaron que estaba en la terna de los candidatos junto a varios académicos latinoamericanos.

La noticia la asimiló hasta días después de que concluyó con éxito su tarea como asesora para la sanidad y correcta inocuidad en la preparación de la jarra de agua de fresa más grande del mundo.

Tuvo una reunión virtual con los jurados y días después le avisaron que era la merecedora de la medalla y el reconocimiento.

“No conocía Cusco, ni Perú, y era otro de los sueños de mis padres, que viajáramos: cuando nos vinimos a estudiar a la secundaria a Irapuato ni siquiera conocíamos: Entrábamos a la secundaria a las dos de la tarde, y como no había camiones nos veníamos a diario durante los tres años de la secundaria a las 12 del día caminando, del pueblo hasta la loma a tomar el camión”, recordó.

LALC / AM

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