Como un gran ser humano y médico que dejó huella por su dedicación y la generosidad que tuvo hacia familiares, pacientes y conocidos, así será recordado el cardiólogo leonés, Francisco Javier Cisneros Muñoz quien murió el pasado 12 de febrero a los 69 años.
Paco, como muchos lo llamaban de cariño, fue el primer hijo del matrimonio formado por el doctor Francisco Cisneros Vera y la señora Sara Alicia Muñoz Padilla, nació en León el 26 de febrero de 1953; tuvo dos hermanas: Norma y Blanca.
Inspirado en el ejemplo de su padre, el doctor Francisco Javier descubrió su clara y fuerte vocación y en 1970 comenzó a estudiar medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guanajuato (UG).
Al concluir la carrera, sus grandes cualidades para el ejercicio de esta profesión lo llevaron a estudiar la especialidad de cardiología en la ciudad de Guadalajara en 1979, misma que ejerció durante más de 40 años.
Posteriormente regresó a la ciudad de León donde inició su trayectoria profesional en el entonces Centro Médico del Bajío y años más tarde se estableció en el Hospital Aranda de la Parra, donde gracias a su profesionalismo, experiencia, dedicación y amor por su trabajo logró un gran prestigio.
El doctor Cisneros Muñoz se caracterizó por la entrega a sus pacientes, a quienes siempre procuraba no sólo dándoles una medicina o una solución para su salud, sino brindándoles un apapacho para su corazón.
Su generosidad le permitió ser parte de diversos grupos y asociaciones altruistas como el Club Rotario Cerro Gordo, del cual fue socio fundador y en el que dejó un ejemplo de empatía, ayuda y amistad y también fue el médico de apoyo en el asilo de ancianos de San Felipe.
Para el doctor Francisco su prioridad siempre fue ver por el bienestar de su familia y compartir con ellos sus logros y sus tropiezos, era alimento para su corazón.
En 1977 contrajo matrimonio con Laura Cecilia Gasca Orozco con quien procreó tres hijos: Paco, Cecy y Erika y cuatro nietos: Samuel, Lizette, Melissa y Cecy.
Su familia no sólo se limitaba a su círculo más cercano, su gran corazón hacía que sus entrañables amigos se convirtieran en sus hermanos, en sus comadres y compadres.
Amante de la vida y La Fiera
Sus hijos y esposa describieron al doctor Paco como un hombre siempre alegre que no dudaba en ayudar y aconsejar a quien se acercaba a él y como amante del arte de “sonsacar” a quienes quería.
Su pretexto para reunir a la familia y a los amigos era el futbol, deporte que le apasionaba y con el que gozaba de la compañía de los suyos en los mundiales, torneos internacionales, pero en especial, en los esperados partidos de su equipo del alma, La Fiera.
“Paco, gracias por tanto& Vuela alto, vuela libre y feliz, como siempre fuiste. Siempre vivirás en nuestros corazones”, dijeron su esposa, hijos y nietos en un mensaje de despedida..