León, Guanajuato.- Durante la madrugada de este miércoles, más de 600 personas esperaron durante más de seis horas para degustar el tradicional “Pan de Soya Lulú” en la Feria Estatal de León.
Pero la mala logística de la venta dejó con el antojo y un mal sabor de boca a más de 200 personas, a las que les “garantizaron” de una hasta ocho piezas de pan.
Minutos antes de las 9 de la noche del martes, elementos de Policía Municipal llegaron a la carpa del comercio para poner orden en la fila “kilométrica”.
Esto debido a que muchas personas se colaban, entre ellos revendedores, que se llevaban más de 20 panes para vender a 300 pesos la pieza afuera de la feria.
Aquello provocó que algunos visitantes que se formaron poco antes de las 7 de la tarde, solo alcanzaran las gracias por la espera.
También recibieron una que otra burla de los empleados, que entre risas les dijeron: “Si les consuela, vamos a regresar en la Feria de Verano” o “Ya mejor váyase y cómprese un pan bimbo marmolado”.
A las 10 de la noche, personal del negocio entregó a los asistentes unos pequeños recibos en los que se indicaba el número de piezas a adquirir.
“Cuando nos dieron el papel hasta decían: ‘Solo les vamos a vender los panes que les anotemos’, y ni eso, todo un fraude”, añadió una clienta molesta.
A la 1 de la madrugada, la fila era de más de 600 personas, pero a pesar de que ya no quedaba pan, ningún empleado salió a dar una explicación.
Solamente los policías les dijeron que ya no se vendería más, pero al mismo tiempo en sus palabras daban una esperanza a los comensales.
“El esposo de la señora Lulú hasta fue al Oxxo de la Feria a comprar unas bolsas de harina, era para que desde ese momento dijeran ya se acabó, y nos evitan otras tres horas de pie jodiéndonos la espalda”, comentó María del Carmen Rodríguez.
Media hora más tarde, las personas, cansadas de permanecer tanto tiempo de pie, y otras incluso sin haber comido, pidieron que se les hiciera válido el papelito que les entregaron a las 10.
Pero fueron completamente ignorados, el “ya se acabó” fue la única respuesta.
Los policías explicaron a los visitantes que no se podía extender el horario de venta, porque el negocio de hacerlo se podría hacer acreedor a una multa de 500 mil pesos.
A la 1:40 de la mañana, los oficiales rodearon el establecimiento para su resguardo, mientras trabajadores del lugar cerraron el changarro sin dar una solución a las personas que esperaron hasta el final.
“No vuelvo a comprar, sé que no les afecta si les compró o no, pero lo que nos hicieron no se vale, ellos sabían que ya no tenían que vender y dejaron a la gente ahí parada”, dijo Pedro Villalobos.
“Yo estoy consciente de la espera que se tiene para comprar el pan, creemos que lo vale, pero es una grosería que después de seis horas de espera digan simplemente ya se acabó”, expresó Rocío Salgado.
“Uno se quiere dar un antojito, llevar el pan que se vuelve tradición en nuestras mesas y salen con sus groserías”, añadió el señor Ramiro Menéndez.
LALC