Chhoti Maa, mujer, migrante, rapera y activista.

León, Guanajuato – Para Chhoti Maa -mujer, migrante, rapera, activista-, su arma y su escudo contra el colonialismo y el patriarcado han sido la creatividad y el arte.

Son una necesidad porque tienen la capacidad de animarnos, de comunicarnos”.

Chhoti Maa tiene sus raíces en Guanajuato y el estado de Guerrero. Nació frente al mercado Hidalgo y ahora vive en Oakland, California. 

Su nombre artístico viene del idioma hindi, quiere decir “pequeña madre, mamacita”.

El primer contacto de esta promotora cultural y artista plástica con la realidad social fue a través de la traducción.

El activismo y proyectos artísticos y de educación con grupos vulnerables como los migrantes latinos, los afroamericanos y por supuesto, las mujeres y personas de la diversidad sexual la sensibilizaron.

El rap, el hip hop, a mí como migrante me cobijó, fue mi educación antiracista y decolonial, y fue otra herramienta que utilicé para conectar con la gente”.

Además de pagar las cuentas, la música también la ha llevado por el mundo, descubriendo que muchos problemas nos afectan por igual a todos los pueblos.

“Avanzamos y nos aplastan”

Su música la ha hecho conocer distintas problemáticas sociales.

El sexismo acá (en EUA) se siente de diferentes maneras que allá, pero sí es parte del tejido social y lo ves en cómo nos quitaron el acceso al aborto y en cómo están atacando a las personas trans”, lamentó Chhoti Maa.

“Sé que en México hay once mujeres que desaparecen por día, pero acá también hay una crisis de la que no se habla, de las mujeres de pueblos originarios desaparecidas”.

Dijo que si bien la pobreza es un sistema de control, “afecta más a las mujeres y personas con útero pues la interseccionalidad (los factores sociales que definen a una persona) juegan en su contra”.

Esto es más evidente en países con sistemas punitivos, donde algunas conductas se califican como delitos y se usa el encierro como castigo.

Conocer el sur de aquel país le hizo entender una realidad dolorosa: la esclavitud no ha terminado, pues las prisiones se han convertido en las nuevas haciendas.

No obstante, la justicia restaurativa y nuevas ideas sociales comienzan a abrirse camino.

A las mujeres, apuntó, “nos socializan de una manera distinta y si hicieran lo mismo con los hombres” habría una mejor comunicación, dando origen a un nuevo tejido social.

PCCD

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