León, Guanajuato.- En esta época navideña, los migrantes regresan con sus familias a Duarte, como a muchas otras comunidades de Guanajuato y México, a descansar, “cargar pila” y celebrar, pero también a invertir sus ganancias, como en construir o reparar su casa o asegurar los estudios de sus hijos.
Sin embargo, este regreso se da en tiempos en que la paridad del peso-dólar afecta el poder adquisitivo, pues en pleno Día del Migrante (26 de diciembre) esa moneda cuesta menos de 17 pesos.
También ha cambiado la dinámica de los llamados paisanos: como es cada vez más difícil el cruce, se tengan o no papeles, las personas migrantes suelen espaciar más sus visitas o de plano, se llevan a sus familias.
Hay quien, como Roberto Zúñiga Zúñiga, busca volver a migrar, quizá de forma definitiva.
“Mis padres ya fallecieron y toda mi familia está en el otro lado. Estoy esperando que vengan mis hermanos y mi hermana, para irnos. Voy sin papeles. De alguna forma es mejor la vida allá que aquí. Ya una vez fui, pero solo duré como cuatro años”.
Él, como la mayoría de los migrantes en Duarte, viven o aspiran a vivir en la ciudad de Stockton, localizada al norte del estado de California, al sur de la ciudad de Sacramento y al este de San Francisco.
Roberto cree que podría acomodarse en labores del campo pues ya no tiene nada qué hacer en Duarte.
Hay otros migrantes que aunque quieran volver, no pueden. Es el caso de Antonio Muñoz, quien debido a su enfermedad de Parkinson trabajaba solo por temporadas y ha pausado las visitas a su familia en México.
Su hermana Rosángel explica: “Él trabaja en el campo, recoge peras, es mayordomo. La gente habla muy bien de él, ‘El Rojo’, así lo conocen. Tiene 58 años de edad y cinco que está malo. Venía cada año, pero este no vino”.
Para mí no era difícil, estuve de mojado pero para mí era como diversión”
“(Antes) aquí en los ranchos, los muchachos empezaban a regresar los últimos de octubre, noviembre, uno decía ‘ya van a venir los norteños’ y se iban en enero, febrero, ya los últimos, en marzo. Pero parvaditas, camioncitos y camioncitos. Pero ahora, ya mejor mandan por sus esposas, porque para irse y durar tanto año -sin volver- y porque las que batallan son sus esposas, solas, con sus niños”.
Cuidar a su familia es la razón que lleva a muchos migrantes a desistir de irse.
Fue el caso de Serafín Flores Arenas:
“Estuve allá de 1991 a 2005 en Santa Cruz, California. Para mí no era difícil, estuve de mojado pero para mí era como diversión. Sí se sufre pero ya estando allá es muy bonito, tiene uno mucho trabajo: andaba en la construcción de casas. Pero luego ya no fui porque tenía a mis niños chiquitos y ya no quise dejarlos solos. Me quedé aquí y ahora soy agricultor y ganadero”.
Guanajuato: primero en remesas enviadas por migrantes
Es importante destacar que este año Guanajuato desplazó a Jalisco como el estado que más remesas ha recibido, de acuerdo con un informe del Banco de México (Banxico) que indicó que entre enero y septiembre los migrantes guanajuatenses enviaron a sus familias alrededor de 72 mil millones de pesos.
Dicha cantidad es más de la mitad del presupuesto anual del Gobierno estatal, que es de poco menos de 114 mil millones de pesos.
No obstante, en los últimos días, el dólar se ha cotizado muy barato, abajo de los 17 pesos, haciendo que “rinda menos”.
Además de que cada vez es más complicado el cruce.
En el caso de Juan Soto, lo hace en avión, pues tiene residencia legal en Stockton. Allá recoge verdura, manzana, pera. Regresa a Duarte con sus hijos, también migrantes, aquí celebran el arrullamiento el día 24 y para el 31 la fiesta es amenizada con banda, toda la comunidad está invitada.
La generosidad de esta población quedó patente cuando, al conversar sobre estos temas con otro exmigrante y padre de migrantes, Lino Rocha, AM recibió la invitación de sumarse a la comida y fiesta de tres años de su nieto, para lo cual contrataron “torito”.
De acuerdo con Serafín, “la gente de Duarte es muy trabajadora. Así como yo, que soy agricultor. Primero nos afectó que no llegó la lluvia y ahora eso está fregando el rastrojo, aún así hay que echarle ganas”.
En eso coincide Christian Adrián, de 17 años: “No es necesario irse para allá, aquí también se puede construir algo.
“Ahorita estoy de vacaciones de la escuela, quinto semestre del bachillerato SABES. Quiero seguir estudiando, ser ingeniero en puentes”, sin tener que migrar, concluyó.
CA