León, Guanajuato.- Una de las más grandes tragedias que han enlutado a los leoneses se conmemora hoy. Hace 34 años, el 14 de enero de 1990, a las 9 de la mañana el tren que venía de Irapuato y se dirigía a Aguascalientes, embistió a un autobús de la línea Azules y Triángulo y provocó la muerte de 30 personas y 28 heridos.
En el lugar se construyó el llamado “puente deprimido” del bulevar Hermanos Aldama.
El autobús No. 7 verde y amarillo, con placas 73918-D, quedó partido en dos. Las víctimas venían de varias comunidades ubicadas al sur de la ciudad, cubría la ruta Sauz de Armenta-León. Sauz de Armenta es una comunidad de San Francisco del Rincón.
Ese trágico día era domingo igual que hoy. Las víctimas, entre ellas bebés, niños, mujeres y campesinos. Dos jóvenes venían a comprar su vestido de novia y otros planeaban confirmar a los pequeños, por despensa o a vender sus productos.
El tren carguero no pudo detenerse cuando el conductor del camión identificado solamente como Cecilio, cruzó la vía a la altura de las colonias Las Margaritas y Los Pinos. Los cuerpos de muertos y heridos quedaron esparcidos en un perímetro de 500 metros.
El chofer desapareció. Al principio se dijo que estaba entre los muertos o heridos y posteriormente nada se supo de él. Las autoridades dijeron que huyó.
La tragedia cada año es recordada por vecinos de la zona. El pasado 2 de noviembre, socios de la Caja Margaritas hicieron un altar de muertos en memoria de todas las víctimas.
Con 64 pasajeros
La capacidad de la unidad de Azules y Triángulo era de 40 pasajeros pero era costumbre que los camiones rurales se saturaran. Ese domingo venían 64 personas. La ruta salía de Sauz de Armenta y recogió pasajeros de Lindero Viejo, El Desagüe, Jesús del Monte, Los Arcos, San Judas, San Rafael y La Sandía.
La escena era aterradora, había cuerpos de niños, ancianos, hombres y mujeres a lo largo de 500 metros, que fue la distancia que arrastró el tren al autobús.
El día de los hechos, AM cubrió la tragedia ampliamente. Un reportero narró que encontró una muñeca tirada al acercarse a la zona. Pertenecía a una niña que murió en el accidente.
En el lugar del accidente se construyó una pequeña capilla para recordar a las víctimas. Actualmente solo quedan los cimientos.
Viven el encontronazo
Una testigo del momento en que el autobús cruzaba la vía y el tren lo embestía, María Elena Gazcón, recuerda: “Vi cuando el camión pasaba una camioneta y después chocó con el tren, se lo llevó dando muchas vueltas”.
La camioneta era amarilla y pertenecía al líder campesino Juan José Falcón quien no tuvo responsabilidad alguna del accidente.
Antonio Arzate Flores también vio el momento del choque, “escuché el golpetazo”. Vio como caía una mujer y luego otras.
…se lo llevó dando muchas vueltas”.
Como testigo, Arzate Flores consideró que el chofer del camión fue el culpable: “El tren venía muy cerquita y el camión no paró”.
Esther Bonilla también narró en su momento que escuchó el golpe y vio cómo el tren arrastraba el camión.
Los testimonios reunidos por las autoridades coincidieron que Cecilio no respetó el alto.
El maquinista, inocente
El maquinista del tren José Dolores Cuéllar no fue responsable del accidente. Declaró que usó los frenos de emergencia, pero no fue posible evitar el encontronazo por la corta distancia.
El garrotero dio la misma versión que su compañero. El tren iba con ruta Irapuato-Aguascalientes. Las llantas delanteras de la unidad de transporte público quedaron sobre el Hermanos Aldama.
Por su parte, el entonces titular de la Policía Municipal, Ignacio Bravo Mena, declaró a la prensa que se sabía que el conductor era del poblado de Tultitlán, Cuerámaro.
Los testimonios de socorristas, agentes y ciudadanos que acudieron a auxiliar describieron escenas conmovedoras como un policía que llevaba a un niño de tres años en sus brazos y minutos más tarde el pequeño murió. Este lamentable hecho, provocó que el guardia del orden, llorará desconsoladamente.
Vicente Rivera, de 55 años de Jesús del Monte, fue rescatado y lo llevaban en ambulancia al ISSSTE pero chocó contra un Volkswagen en la Glorieta de Cementos y murió.
Las instituciones médicas se unieron para atender las emergencias, Seguro Social, ISSSTE, Cruz Roja, trasladaron a los heridos a estos centros de atención e igualmente llevaron a las víctimas al anfiteatro del Hospital Central Regional.
Todos actuaron con gran atingencia en medida de sus posibilidades. También la labor de los elementos de Tránsito y Policía Municipal, así como de Bomberos.
Reviven la tragedia
La escena de terror sigue viva en la mente de los sobrevivientes de la tragedia ocurrida hace 34 años.
No olvidan los cuerpos regados en las vías, el ulular de patrullas y de ambulancias y los gritos de dolor de los lesionados.
Del chofer del camión de Azules y Triángulo, nadie supo nada.
AM habló con Rafael Ríos Sánchez, quien vive en la comunidad de San Judas y milagrosamente no subió al autobús de la muerte. “Dios quiso que siguiera con vida. Le hice la parada al camión y no me levantó para ir a León, de la que me salvé”.
El día de la tragedia Ríos Sánchez, iría a jugar beisbol al campo de la Fundidora del Bajío como filder y primer bate contra Puerta de San Germán en El Beleño de la Liga Henry.
El tenía 23 años en 1990 cuando ocurrió el encontronazo.
Así describe el color del camión, ”era de color afrijolado” y recuerda que el autobús iba bien lleno.
Un rato después de que el conductor no lo subió al autobús, “llegaron a avisarnos del trenazo. Dios no quería llevarme todavía”.
Al conocer la tragedia, Rafael sintió gran tristeza porque la mayoría de los fallecidos en el accidente eran conocidos de rancherías cercanas, también dio gracias a Dios que lo libró de la tragedia.
“Iban a vender sus animales y productos del campo. Estuvimos de luto. Yo no fui al lugar del accidente. Nos dolió porque los conocíamos. Cada familia enterró a los suyos”.
Graciela era niña
Cuando sucedió la tragedia del 14 de enero de 1990, Graciela Balbina Reynoso Bustos, contaba con 7 años de edad e iba en el camión que destrozó el tren.
Hoy agradece a Dios. Tiene tres hijos.
Recuerda que acompañaba a sus abuelos a León, saliendo de Sauz de Armenta. Sus familiares acudían cada domingo a vender carnitas, queso y tomates a las colonias San Marcos, Santa Clara y Satélite.
“Gracias a Dios el día del accidente todos salimos con vida y no sufrimos el dolor de la pérdida de un familiar, pero fue algo terrible”.
Sus abuelos, Herminia Bustos Meza e Inocencio Preciado, ya fallecidos, estuvieron en la lista de lesionados.
Las lágrimas le brotan al recordar el montón de cuerpos sin vida tirados a lo largo de la vía, partes de estos y cómo el tren molió el camión. “Íbamos en medio y a mí me abrazó mi mamá, estaba muy chiquilla”.
Mi primo Ricardo Reynoso se fracturó un pie. ”De pronto nomás escuchamos cómo se rompió el parabrisas. Buscamos la forma de salvarnos”.
Graciela recuerda con coraje, que aunque muchos ayudaban, había otras personas que llegaron a robar. “La gente buscaba a sus familias cerca de las vías y por debajo del camión”.
Su abuela Hermina duró un año en el hospital debido a las lesiones que sufrió en la cabeza y una fractura.
Mi madre Ricarda me rescató y luego fue a buscar a mi abuelita, la encontró en el Hospital.
Íbamos en medio y a mí me abrazó mi mamá, estaba muy chiquilla”.
A su tía que vivía en La Florida le avisaron de la tragedia “Imagínese la desesperación”.
A los muertos de Sauz de Armenta, ”cada familia los sepultó en el cementerio de aquí más arriba, todos estábamos de luto”. Más las familias de dos muchachas que se iban a casar, viajaban a León a comprar sus vestidos de novia y ya ve”.
Jesús ‘El Pulquero’
Jesús Rodríguez Reynoso, el famoso “Pulquero”, resultó con varias heridas principalmente en la cabeza. Actualmente tiene 88 años, está enfermo con dificultad para hablar.
Su esposa Amanda Vargas Ramírez, de 77 años, compartió la experiencia de “El Pulquero” la mañana del 14 de enero de 1990.
Sobreviven por obra de Dios, porque hasta tuvieron que vender su parcela: “todo a cambio de tener salud”.
Del accidente recuerda que su esposo fue trasladado al Seguro Social. “Ahí le cosieron la cabeza y atendieron las lesiones visibles. Lo fuerte estaba por dentro. Las enfermeras y médicos nos dijeron que lo lleváramos al Aranda de la Parra”.
Lo trasladaron a ese lugar en donde le indicaron que necesitaba operación.
Un hermano de Jesús Rodríguez siempre estuvo a su lado, ayudándola en todo: “Habló con los encargados de los camiones, con Jorge Bautista y nos echaron la mano, no todo pero sí nos apoyaron. En cambio las autoridades, nosotros solo promesas. A otras personas sí las respaldó el Municipio ”.
Lo dieron de alta hasta mayo.
El ajetreo, dice doña Amanda Vargas, trajo sus consecuencias. “Teníamos un terrenito, que lo trabajaban los muchachos, de allí salía, sin embargo hubo necesidad de una cirugía como de 60 mil pesos y a venderlo”.
Lorenza perdió a su padre
Lorenza Bustos Murillo, hoy de 72 años, aún recuerda que cinco de sus familiares resultaron heridos en el accidente. Los cinco estuvieron internados en diferentes clínicas.
La historia inició cuando sus padres, su hermano y su esposa y dos sobrinas, decidieron ir a visitar a la Virgen de San Juan, saliendo de Sauz de Armenta a León y de allí a Lagos.
Ella -Lorenza-, ese domingo descansaba en Sauz de Armenta y no dejó ir a su hija Verónica. “No había dinero”. Ahora Vero, agradeció el gesto de su madre.
Minutos después de que sus familiares partieron a León, le avisaron del trenazo. Salió a buscarlos en los hospitales.
“Pasé casi un mes de un lado a otro. Casi no dormía y le rezaba a Dios, a la Virgen de Guadalupe y a la de San Juan de los Lagos que se salvaran. “Desafortunadamente mi padre falleció y lo sepultamos el 28 de enero”.
Estoy viva: Verónica
Verónica Reyes Bustos habla del accidente, “no me tocaba. Yo me enojé porque mi mamá no me dejó ir a visitar a la Virgen de San Juan de los Lagos. Por algo fue. Gracias a Dios estoy con vida”.
Mientras su mamá atendía a sus familiares que resultaron heridos, Vero cuidó a sus tres hermanos.
Julián olvida la ruta
Julián Bustos Murillo, quien resultó lesionado de su pierna derecha en el trenazo del 14 enero de 1990, desde entonces ya no se sube a los camiones que cubren la ruta Sauz de Armenta-León.
Actualmente trabaja en Estados Unidos y vino a pasar las fiestas de fin de año a su tierra. Entrevistado por AM sobre lo que vivió el domingo 14 de enero de 1990, dijo, “una cosa de esas no se olvida, ahí murió mi padre”.
Recuerda que ese domingo trágico iban a visitar a la Virgen de San Juan de los Lagos.” Iba con mi esposa y en el camión nos sentamos a la altura de la llanta trasera de la unidad. Un señor, se recorrió al lado de la ventanilla y en el asiento vacío, se sentó mi señora, ella se salvó y el señor desafortunadamente murió, nunca supimos su nombre”.
“Me acuerdo que me caí dentro del autobús, saqué a mi hijo e iba caminando -ya fracturado- y con mi ropa llena de sangre”.
“Fue poquito lo que avance y vi cómo quedó destrozado el camión.
“Antes del trancazo, solo oí que le gritaban al chofer que se llamaba Cecilio: “¡Párate, párate!”. Jamás supieron de él. “Era conocido, a lo mejor le dijeron que se pelara”.
En el IMSS, “me pusieron yeso, yo no sabía que estaba fracturado del pie derecho. Yo lo que quería era salvar a mi hijo, estaba lesionado. A los 40 días me quité la férula y a darle”.
Su incursión a los Estados Unidos, data desde que tenía 25 años, actualmente tiene 60. Se fue a la pizca de tomate, gracias a su hermano Vicente que vivía allá y hasta la fecha.
“Eso no se olvida”, ¡Cómo! exclama Julián.
CA