León, Guanajuato.- Como persona sorda, Miguel Ángel Tamez Flores ha enfrentado muchos desafíos. Al acudir a la oficina de Bienestar para cobrar su pensión con la asistencia de un intérprete, le informaron que no había respondido a la llamada telefónica que le hicieron, a pesar de que él había solicitado que se comunicaran con él a través de WhatsApp.

Y al descubrir que su hijo compartía la misma discapacidad, se comprometió a resolver este tipo de problemas. 

Miguel Ángel, originario de la Ciudad de México, aprendió la Lengua de Señas Mexicana (LSM) desde niño y, desde hace casi 20 años, reside en León, donde se desempeña como profesor de LSM y preside la organización Conecta con Inclusión A.C.

Quiero romper la barrera que limita a las personas con esta discapacidad y lograr una mejor inclusión”, expresó Miguel Ángel.

Destacó los desafíos diarios que enfrentan las personas sordas, que van más allá de la comunicación y afectan aspectos como la salud, la integridad y el desarrollo personal. La sensibilización, según él, es el primer paso crucial hacia una verdadera integración social.

“Si voy a un hospital, me cuesta trabajo comunicarme, en caso de una emergencia o ir a una farmacia. Es difícil”.

Señaló que las personas sordas encuentran dificultades para reportar emergencias o presentar denuncias ante el Ministerio Público. Además, no pueden percibir sonidos de alerta, como el ruido del motor de un automóvil, que sirve para prevenir accidentes. Por lo tanto, se ven obligadas a desarrollar otros sentidos, especialmente la vista.

En Guanajuato, más de 285 mil personas, equivalente al 4.6 % de la población, según el Censo 2020 del Inegi, enfrentan alguna discapacidad. De este grupo, el 20.8 %, casi 60 mil personas, experimentan dificultades o incapacidad auditiva, incluso al utilizar un aparato auditivo.

No obstante, según Miguel Ángel, en León, solo unas 400 personas utilizan LSM, y muchas de ellas son normoyentes, es decir, no padecen pérdida de audición. 

Ixchel Contreras, normoyente e instructora de LSM, señaló que, aunque existen diversos grados de sordera, se pueden clasificar principalmente en dos tipos: prelocutivas y postlocutivas, dependiendo de si adquirieron la discapacidad antes o después de aprender a hablar. Este último grupo tiende a tener una vida más facilitada.

Ixchel Contreras, normoyente e instructora de LSM. Foto: Martha Silva

Doble esfuerzo

Daniel Domínguez Alcalá, sordo de nacimiento y también instructor, experimentó una mejora significativa en su capacidad auditiva a los 7 años gracias a una cirugía de implante coclear. A pesar de esta mejora, aún hay sonidos, como el vuelo de los mosquitos, que no logra percibir completamente.

“Tuve que esforzarme mucho para encajar en la sociedad de las personas oyentes. Antes sí había mucha discriminación y exclusión. En la primaria, tuve que tomar terapia del lenguaje, no aprendí lengua de señas porque mi mamá no quería que me acostrumbrara a ese idioma, sino que tuviera oportunidades en el futuro”, compartió Daniel.

Daniel Domínguez Alcalá, sordo de nacimiento y también instructor. Foto: Martha Silva

A pesar de que los profesores lo trataban de manera equitativa, enfrentaba desafíos al no comprender completamente lo que se decía en algunas ocasiones. Además, fue víctima de bullying debido a que el sonido de su voz era diferente. 

Para poder cursar la preparatoria, la escuela le exigió una dicción perfecta, a pesar de tener un rendimiento académico excelente. Tuvo que someterse nuevamente a terapia de lenguaje.

Muchos maestros no conocen el lenguaje de señas y no quieren aprender”, destacó Daniel. 

Por esta razón, Conecta con Inclusión extendió una invitación a su Diplomado Presencial de Mediación en Lengua de Señas Mexicana para principiantes, que comenzará el 27 de enero en la Biblioteca Antonio Torres Gómez, ubicada en la contraesquina de la Plaza Expiatorio. 

Miguel Ángel Tamez Flores y Daniel Domínguez Alcalá. Foto: Martha Silva

DAR

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