León, Guanajuato.- Mujeres decidieron cambiar su consumo de alcohol, cocaína, solventes y más para consumir conocimiento y así ayudar y servir a otras mujeres del Centro de Rehabilitación La Magdalena.
Laura, Valeria y Paola, son tres mujeres que un día llegaron a “La Magdalena” pidiendo ayuda para salir del “infierno” que vivían al consumir sustancias nocivas.
La Magdalena es un centro de rehabilitación, ubicado en la colonia León I, con más de 20 años al servicio de ayudar a mujeres desde el ámbito físico, mental y espiritual.
Ahí hace 15 años llegó Laura, originaria de Acapulco, pidiendo ayuda ya que el alcohol y la cocaína estaban devastando su vida, ahora ella ayuda a otras personas a alejarse de las drogas.
Es un poco complicado encontrar centros que trabajen con la mujer, en Acapulco Drogadictos anónimos hace 15 años tenía un centro para hombres, mi familia pide ayuda y le hacen mención que solo en León”, recordó Laura.
Inicié con alcohol, luego con medicamentos y posteriormente con cocaína”, platicó la acapulqueña quien en León encontró un nuevo sentido a su vida y quien cada día mediante su trabajo trata de regresar la ayuda que le dieron.
Ahí actualmente hay 40 mujeres recibiendo ayuda, en el centro reciben mujeres desde los 15 y hasta los 59 años.
El proceso inicial, explicó Laura, son tres meses, “sin embargo no es la rehabilitación, solamente es un proceso en el cual te empapas un poquito del conocimiento del problema que tienes, de la enfermedad que tenemos pero realmente es un proceso que lleva más tiempo”.
Laura ahí pudo estudiar hasta una carrera universitaria, estudió Contabilidad y ahora ayuda en los procesos que tienen que ver con esta área.
“Soy la encargada de la tesorería, administro los recursos, apoyos. Cuando llegué como toda interna cumplí el proceso de tres meses, en mi caso yo decido la oportunidad de quedarme porque no tengo hijos”.
“Me quedo aquí a desarrollarme, a poder aportar lo que he aprendido, lo que se me enseñó pero sobre todo poder dar sin esperar nada a cambio, el poder servirle a otro ser humano que es como una de las cosas primordiales”, aseguró.
En el centro buscan la rehabilitación integral, dar una vida digna, tratar de darles lo que se necesita a las mujeres así como apoyarlas en diversas capacitaciones para el empleo pues cuentan con talleres como el de costura y más.
Laura, quien se encarga también de recibir a mujeres con problemas de drogadicción añadió que “no es algo determinante donde te digan llegan tantas, pero sí hemos notado que el incremento con el cristal es más notorio incluso a una corta edad”.
El consumo del cristal platicó que lo han detectado en mujeres desde los 15 años y para el proceso cuentan con el respaldo de otros centros de adicciones, donde más profesionales atienden a cada una según su problema.
Actualmente la mayoría de la población recibe o toma un medicamento para abstinencia o para algún trastorno que se presenta por el consumo del cristal”, dijo Lauray anotó que el proceso depende en cada caso, puede ser desde meses hasta un año.
Añadió que en el proceso inicial se analiza desde “su vacío…por algo llegamos a un grupo”, posteriormente cuando se rehabilitan se incorporan con su familia u otras alternativas como en alguna religión.
Un sentido para vivir
Valeria, originaria de Celaya, es otro caso de rehabilitación exitosa, ahora es pedagoga. “Llegué hace ocho años, consumía mariguana y pastillas. Llegué a los 15 años, esas fueron mis drogas de impacto, posteriormente darme la oportunidad dentro del grupo, del programa, el conocer esta parte de mi enfermedad eso fue lo que me hizo quedarme”.
“Trabajar mi vacío existencial, la soledad, el que me regresaran el sentido de pertenencia de vida fue lo que me hizo quedarme. Estoy con las menores, ayudo a recibir a la nueva, es algo muy importante, estoy en recepción”, dijo Valeria en su explicación de lo que hace en el centro.
“Estudié licenciatura en Pedagogía, me gradué, me titulé. Cuando llegué era una adolescente, justo a un mes de mis 15 años y ver llegar a otras personas me hace recordar cómo llegué”, añadió Valeria.
Regresar lo recibido
Paola, llegó desde Ciudad de México a sus 16 años. “Mi familia decidió traerme acá, principalmente consumía alcohol, mariguana y solventes. En mi persona me hizo quedarme el recuperar el sentido de pertenencia, encontrar en el grupo cosas que en el mundo exterior quise buscar y el ver que había personas que se sentían como yo me motivó a quedarme”.
“El regresar esta parte que a mí me regresaron me llena y agrada, estoy al pendiente de las chavas, en atención médica y en convivencia con ellas. Aquí estudié la prepa y estoy por iniciar la universidad”, añadió Paola quien ayuda en el área de recursos humanos.
JRL