León, Guanajuato.- Gabriela Almazán Hernández, titular del Juzgado Tercero de Distrito, con sede en León, lamentó el impacto que la reforma judicial tendrá especialmente en las juzgadoras del Poder Judicial.
Reflexionó que hay mujeres de carrera judicial que sacrificaron su vida personal, incluso a ser madres o esposas, y que ahora se quedan sin tener la posibilidad de continuar en su cargo como juzgadoras, unas en 2025 y otras en 2027, obligadas por una reforma que plantea la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular.
‘Rompimos el techo de cristal’
“Las juzgadoras mexicanas somos mujeres que a través del esfuerzo propio rompimos el techo de cristal, nuestra historia de vida tiene como denominador común el sacrificio que hicimos para llegar a nuestros cargos, que propiamente habla de la igualdad de oportunidades, y mantenernos en ellos, que es la igualdad de resultados”, dijo.
Además de la labor jurisdiccional, son administradoras del hogar, y en ellas recae el cuidar hijos, incluso en algunos casos hasta los padres. La mayoría de las juezas son de familias monoparentales.
En una charla con AM explicó que romper el techo de cristal se refiere a romper las barreras que impiden a las mujeres y a las minorías alcanzar puestos de liderazgo, así como puestos ejecutivos.
Son barreras invisibles que dificultan a las mujeres progresar en su carrera profesional. Estas barreras son muy difíciles de detectar porque se originan en estereotipos y construcciones culturales, que atribuyen ciertos roles a los hombres y a las mujeres.
Muchas veces hablamos de que existe mucho machismo en México, pero no sabemos cómo describirlo, técnicamente podemos hablar de una discriminación estructural, que es el conjunto de prácticas que se reproducen en las instituciones y son avaladas por el orden social”, expresó.
Dobles o triples jornadas
La jueza Gabriela Almazán dijo que para llegar y mantenerse en un cargo en el Poder Judicial, realizan dobles o triples jornadas, a la par de la labor jurisdiccional que implica no solo dictar sentencias como muchos creen, sino horas de estudio, dirigir los procedimientos, manejar personal, administrar el órgano jurisdiccional, atender a los justiciables, participar en la academia, y ahora les toca ser activistas en la defensa de la independencia judicial.
Otro tema que afecta a las mujeres de carrera judicial, es que se ven solas porque no pudieron formalizar una relación de pareja, o conciliar la vida profesional con la maternidad.
“Tenemos un reloj biológico que coincide con el ciclo de vida profesional, muchas veces tenemos que sacrificar el reloj biológico para crecer laboralmente, a varias de mis compañeras, esto les ocurrió, y no porque no hayan querido ser madres, es que no hubo un momento para conciliar la maternidad con la vida profesional. Y ahora se quedaron sin la posibilidad de continuar en su cargo como juzgadora”.
Asimismo, existen juezas con una familia tradicional, quienes también con mucho mérito han logrado armonizar las relaciones de pareja.
“Es lo que no se vio en este ejercicio tan siniestro de la tómbola. En esta escalada, dejamos la salud, estar trabajando mínimo 14 horas diarias, el cuerpo va cobrando factura, muchas de nosotros migramos de ciudad, somos juzgadores federales, vamos al lugar a donde se nos encomendó estar. A legitimarnos como juzgadoras, ante pares varones, ante los justiciables, colaboradores que en muchas ocasiones les somos desconocidas”.
Puntualizó que la participación de la mujer es clave para el desarrollo del país.
“Cuando más mujeres acceden a espacios públicos, las democracias son más fuertes, inclusivas y justas”, acotó.
Juezas, en desventaja
Otra afectación hacia las juezas es que han sido tachadas de corruptas durante todo el sexenio anterior, a través de un discurso de odio, lo que genera una violencia simbólica.
“Como candidatas, ¿quién votaría por nosotras?”, cuestionó la jueza.
Las han expuesto de corruptas, exponiéndose a violencia física, incluso feminicida, y a competir contra pares que tendrán más tiempo para una campaña, financiadas por sus partidos políticos.
“Nosotros no tenemos partidos, somos apolíticas, con la neutralidad que siempre nos debe caracterizar”, apuntó.
Otro dato a considerar es que a las juezas les obligan a migrar de ciudad, pues la reforma les prohíbe ejercer la profesión en el lugar de adscripción al menos dos años.
“Las juzgadoras no alcanzamos alguna pensión, pues somos muy jóvenes para jubilarnos pero muy maduras para empezar de cero en otra ciudad, a diferencia de los varones, quienes en su mayoría no tienen estas desventajas porque su esposa se podría quedar cuidando sus hijos en otra ciudad y ellos pudieron acceder más rápido al cargo porque su esposa cuidó sus hijos y hogar y ya alcanzan el tiempo para irse con pensión”.
ASÍ LO DIJO…
En esta escalada, dejamos la salud, estar trabajando mínimo 14 horas diarias, el cuerpo va cobrando factura, muchas de nosotros migramos de ciudad, somos juzgadores federales, vamos al lugar a donde se nos encomendó estar”, Gabriela Almazán Hernández, titular del Juzgado Tercero de Distrito.
JRL