Brasil.- Elecciones en Brasil: Los brasileños elegirán el domingo entre un futuro de valores conservadores con el mandatario Jair Bolsonaro de extrema derecha o la esperanza de volver a un pasado próspero presidido por el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. En el país intensamente polarizado, muchos electores simplemente votarán contra el candidato al que desprecian.
Por un lado, Lula dice haber mejorado los medios de subsistencia de los brasileños cuando fue mandatario de 2003 a 2010, y ha prometido atenderlos nuevamente. Su opositor Bolsonaro, que se ha granjeado a los conservadores religiosos, asegura que el regreso de Lula al poder le abriría la puerta al comunismo, la despenalización de las drogas y el aborto.
Durante meses pareció que Lula se enfilaba a una victoria sencilla. Las encuestas de opinión pueden ser muy poco fiables para pronosticar resultados electorales, en particular en una nación enorme como Brasil. Pero analistas y políticos coinciden en que la contienda se ha tornado reñida.
Bolsonaro ha arremetido contra los ministros del Supremo Tribunal Federal e insistido en poner en duda la fiabilidad del sistema de votación electrónica del país, lo que según analistas es un claro indicio de que podría no reconocer los resultados electorales, al igual que el exmandatario estadounidense Donald Trump, del que es admirador.
El gobernante brasileño, quien dice odiar el socialismo, ha gastado sin empacho enormes sumas en los pobres previo a la segunda vuelta electoral del 30 de octubre.
Bolsonaro amplió el mayor programa de asistencia social de Brasil, concedió vales de gas para cocinar a personas de bajos ingresos, otorgó 2.700 millones de reales (500 millones de dólares) a taxistas y camioneros, y anunció un programa para condonar hasta el 90 % de las deudas de unos 4 millones de personas con bancos del Estado, entre otras medidas.
Desde julio, unos tres millones de familias adicionales han sido incluidas en el principal programa de asistencia social, cuyos gastos fueron incrementados. El programa ha costado 67.400 millones de reales (12.700 millones de dólares) en los primeros 10 meses del año, según estadísticas del Ministerio de Ciudadanía.
“Nunca se había canalizado esta cantidad de dinero a la gente al mismo tiempo, ni la maquinaria se había utilizado de una manera tan audaz como Bolsonaro lo está haciendo”, dijo el analista político independiente Thomas Traumann.
Elecciones en Brasil: Lula recibe apoyo de los pobres
El Partido de los Trabajadores de Lula, que habitualmente recibe el apoyo de los pobres, subestimó cómo usaría Bolsonaro las palancas del poder, agregó.
Los analistas dicen que en ocasiones Lula se ha conducido como si la victoria estuviera asegurada, una cuestión de sólo dejar correr el reloj. La segunda vuelta del 2 de octubre fue una llamada de atención, porque Bolsonaro superó significativamente en las urnas los números que le daban las encuestas, a las que él y sus aliados habían desacreditado al decir que subvaluaban su popularidad. Algunas habían dado a Lula una ventaja de dos dígitos, pero Bolsonaro terminó unos cinco puntos porcentuales abajo.
De todas formas, el expresidente se ha enfocado en avivar la nostalgia por su presidencia, en la que Brasil se convirtió en la B del grupo BRICS de naciones emergentes y decenas de millones ascendieron a la clase media, comiendo bien y viajando. Lula ha prometido un retorno a aquellos días de gloria, sin detallar cómo lo hará.
“La campaña de Lula es acerca del pasado; esa es su mayor fortaleza y su mayor debilidad”, dijo Brian Winter, vicepresidente de políticas en la Sociedad de las Américas/Consejo de las Américas. “Se trata del recuerdo de los años de bonanza de la década de 2000 que hace que la gente quiera votar por él. Pero su indisposición o incapacidad para articular nuevas ideas y presentar nuevas caras lo han dejado algo desprotegido mientras que Bolsonaro reduce la diferencia”.
Ahora la mayoría de las encuestas muestran que Lula va al frente por estrecho margen. El 22 de octubre, el presidente de su partido difundió un video en el que asegura que Lula sólo ganará si todos salen a votar. Traumann subrayó que el tono marcó un distanciamiento del exceso de confianza que el partido exhibía previamente.
Años después de que se dieran a conocer enormes hechos de corrupción en el Partido de los Trabajadores, algunos electores siguen asqueados por ello y apoyan a Bolsonaro, incluso aquellos que no están de acuerdo con su cruzada de guerrero cultural, o lo responsabilizan de muchas de las casi 700.000 muertes por COVID en Brasil y la peor deforestación en la selva amazónica en 15 años. De igual forma, otros que habían renunciado al Partido de los Trabajadores han manifestado que votarán por Lula.
“Esta es una elección del rechazo, no de escoger al que represente los mejores ideales de uno”, dijo Thiago de Aragão, director de estrategia del grupo de análisis políticos Arko Advice. “La mayoría de los simpatizantes de Bolsonaro no necesariamente aman a Bolsonaro, ni lo apoyan, sino que odian más a Lula. Y viceversa. Ellos son dos de los políticos más rechazados en la historia de Brasil”.
En abril, Lula escogió a Geraldo Alckmin, un excontrincante de centro-derecha, como su compañero de fórmula, parte de un esfuerzo para crear un frente amplio democrático para contrarrestar a Bolsonaro.
En los últimos meses, Lula ha perdido apoyo entre los electores evangélicos, que ahora conforman aproximadamente un tercio de la población de Brasil, y su equipo de campaña se vio lento para adoptar una estrategia para frenar la caída en el respaldo. Los evangélicos fueron clave en el triunfo electoral de Bolsonaro en 2018, pero el mandatario ha perdido algo de apoyo entre ellos este año.
Una intensa campaña de propaganda en redes sociales con apoyo de Bolsonaro para regresarlos al redil ha dado resultados. Parte de ella ha sido inescrupulosa, como con el alegato de que Lula se comunica con el demonio, por ejemplo, lo cual se inscribe en el torrente de desinformación relacionada con los comicios.
La campaña de Bolsonaro superó a Lula al obligarlo a debatir una agenda de valores, según Creomar de Souza, analista político y director general de la consultora Dharma Politics.
Ambas campañas no han presentado muchos planes, y han estado más enfocadas en la estigmatización y la calumnia tanto a nivel personal como en las redes sociales. El bando de Bolsonaro ha generado más contenido. Cuando han presentado propuestas, ambas partes se han centrado en quién proporcionará asistencia social continúa, a pesar de que el margen de maniobra fiscal es muy estrecho.
En su primer y único debate entre los dos el 16 de octubre, ambos candidatos intercambiaron insultos y se dijeron mentirosos el uno al otro más de una docena de veces.
Lula se anotó puntos a su favor cuando confrontó a Bolsonaro con críticas a su manejo de la pandemia de COVID, ante lo cual el mandatario titubeó varias veces para responder.
Después Bolsonaro contraatacó a Lula con la historia reciente de corrupción del Partido de los Trabajadores. Lula fue encarcelado durante 580 días, aunque el Supremo Tribunal Federal anuló posteriormente la condena al exmandatario con el argumento de que el juez no actuó imparcialmente y se había coludido con los fiscales.
De Aragão dijo que cada candidato “pierde visiblemente su ventaja” cuando es confrontado con sus grandes errores, que constituyen “puntos oscuros en la historia de Brasil”.
Al parecer el impulso ascendente de Bolsonaro se ha estancado en la recta final, según De Souza, de Dharma. De Souza lo atribuyó a un artículo del periódico local Folha de S.Paulo, según el cual el equipo económico de Bolsonaro está evaluando modificar la manera en que se calcula el aumento al salario mínimo, y a un político aliado que hirió a dos policías en un enfrentamiento a tiros.
Los candidatos se medirán de nuevo en su último debate el viernes, menos de 36 horas antes de que las casillas abran sus puertas. Será transmitido por el gigante televisivo Globo y llegará a millones de brasileños.
“Es una contienda en la que cualquiera puede ganar, Lula continúa siendo el favorito, pero por un pequeño margen”, dijo Winter. “El domingo la gente va a estar muy nerviosa viendo llegar estos resultados”.
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