Brasil. A veces empiezas algo y no tienes idea de a dónde te llevará. Así fue con Eduardo Filgueiras, un guitarrista en apuros cuya familia trabajaba en un negocio inusual en Río de Janeiro: criaban sapos. Filgueiras descubrió una manera de tomar las pequeñas pieles de sapos y unirlas, creando algo lo suficientemente grande como para vender.

A kilómetros de distancia, en la Amazonía, un pescador y un científico idean algo que podría salvar a un enorme pez que prospera en los lagos de agua dulce junto a los afluentes del río Amazonas.

El ingenio de estos tres hombres es la razón por la que ahora se puede encontrar una hermosa e inusual piel de pez sostenible en bolsos de lujo de Nueva York, botas vaqueras y en una imagen de la sesión de fotos que la revista Vogue hizo cuando Rihanna estaba embarazada, donde una chaqueta roja con escamas de pez cuelga abierta por encima de su vientre. Las ventas brindan un ingreso digno a cientos de familias amazónicas que también mantienen el bosque en pie y saludable mientras protegen su sustento.

La piel proviene de los peces pirarucú, un alimento básico en la Amazonía que está ganando nuevos mercados en las ciudades más grandes de Brasil.

Las comunidades indígenas que trabajan junto con los colonos ribereños no indígenas administran el pirarucú en áreas preservadas de la Amazonía. La mayor parte se exporta y Estados Unidos es el principal mercado.

El pirarucú, también llamado paiche o pez arapaima, llega a crecer hasta 3 metros (10 pies). La sobrepesca lo puso en peligro, pero las cosas empezaron a cambiar cuando el pescador Jorge de Souza Carvalho, conocido como Tapioca, y el investigador académico Leandro Castello hicieron equipo en la región de Mamiraua e idearon una forma creativa de contar los peces en los lagos, el hábitat favorito del pez gigante.

Aprovecharon algo especial de esta especie: sale a la superficie para respirar al menos cada 20 minutos. Un ojo entrenado puede contar cuántos muestran rápidamente sus colas rojas en un área determinada, llegando a una estimación bastante precisa.

El gobierno reconoce este método de conteo y autoriza la pesca dirigida. Por ley, solo el 30 % del pirarucú en un área particular puede pescarse al año siguiente. El resultado es una población en recuperación en estas áreas, lo que permite mayores capturas.

En las comunidades ribereñas la gente se come el pescado con todo y piel. Pero en los grandes mataderos, donde se procesa la mayor parte pirarucús capturados, se descartaba la piel. Entonces apareció en escena la curtiduría Nova Kaeru.

A miles de kilómetros de distancia del Amazonas, por un camino empinado de tierra en las afueras de Río de Janeiro, Nova Kaeru procesará este año unas 50.000 pieles de peces arapaimas capturados legalmente.

Esta empresa mediana tuvo un comienzo poco probable. En 1997, Filgueiras, el guitarrista, se involucró en el negocio de sapos de su familia, donde criaban anfibios para utilizar la carne. Le llamó la atención la belleza de su piel, pero toda era desechada. Decidió usarla, tomó un curso de peletería y comenzó a experimentar.

No tenía recursos económicos. Compré una mezcladora de cemento usada y la cubrí con fibra de vidrio, adapté una lavadora y comencé a trabajar el cuero de rana”, dijo Filgueiras a The Associated Press en su oficina.

Logró transformar la piel en cuero, pero había un problema: era demasiado pequeña. Ningún cliente la quería. Filgueiras trató de coserla, pero el resultado fue demasiado feo. Así que inventó una forma de soldar varias piezas juntas.

Su creación comenzó a llamar la atención en ferias internacionales. Unos años más tarde, con un socio, fundó la peletería Nova Kaeru, especializándose en pieles exóticas, expandiéndose a salmón y avestruz con técnicas que no producen residuos tóxicos.

Entonces, un día, un empresario llamó a la puerta con una pila de pieles de pirarucú. Al experimentar con las nuevas pieles, Filgueiras descubrió que podía arreglar los muchos agujeros en el cuero de pirarucú usando la misma técnica que había creado para el cuero de sapo.

Los primeros resultados lo impresionaron. Mientras tanto, el empresario murió en un accidente aéreo. Sin experiencia previa en el Amazonas, tan diferente de su base de operaciones en Río de Janeiro, la compañía decidió adquirir piel de pez arapaima por su cuenta en la vasta región.

Se pusieron en contacto con las personas que administran la pesca en el estado de Amazonas. Esa red ahora ha crecido a 280 comunidades ribereñas e indígenas, la mayoría de ellas en áreas protegidas de selva tropical, que emplean a unos 4.000 pescadores, según el Coletivo do Pirarucu. La curtiduría Nova Kaeru compró las pieles, fue el primer comprador que tuvieron las comunidades, y hoy es el más importante.

“La comercialización de la piel ha sido fundamental para las comunidades ribereñas”, dijo a The Associated Press en entrevista telefónica Adevaldo Dias, líder ribereño en la reserva de Médio Jurúa. “Ayuda a que todo el negocio sea viable”.

La Asociación de Productores Rurales de Carauari, de Médio Jurúa, vende cada piel a 37 dólares, una suma importante en un país donde el salario mínimo ronda los 237 dólares mensuales. El dinero ayuda a pagar a los pescadores, quienes reciben 1,60 dólares por kilo (2,2 libras). Dias dice que el precio ideal debería ser de 1,9 dólares por kilo para cubrir todos los costos relacionados con la gestión de la pesca. Esperan ganar eso en un futuro cercano exportando carne de pirarucú.

Desde Médio Jurúa y otras regiones, el cuero de pirarucú debe viajar varios miles de kilómetros en barco hasta Belem, donde se carga en camiones para otro largo viaje hasta la sede de Nova Kaeru, un viaje de varios días. Desde allí, se manda por avión a los compradores extranjeros.

La piel de pirarucú se introdujo por primera vez en Texas, donde se emplea en botas vaqueras. Y la industria de la moda cada vez le pone más atención. En la ciudad de Nueva York, la marca de lujo Piper & Skye ha utilizado cuero de pirarucú para bolsos de hombro, riñoneras y carteras que pueden costar hasta 850 dólares.

“El pez arapaima es alimento para las comunidades locales y fuente de sustento para la gente en las áreas donde se pesca y más allá, no es solo un material duradero y hermoso. Promueve la circularidad de la especie al utilizar un material que de otro modo se desperdiciaría”, dijo por videollamada a la AP Joanna MacDonald, fundadora de la marca y directora creativa.

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