Nueva York.- Cuando visite a Santa Claus este año no espere ver divisiones de plástico ni bancas alejadas de él. El querido personaje está de regreso, al estilo previo a la pandemia de COVID-19, y tiene varias preocupaciones en mente.
Esta temporada navideña, la agencia HireSanta.com de contratación de personas disfrazadas de Santa ha registrado un incremento de 30% en la demanda con respecto al año pasado, después de perder a 15% de sus intérpretes a causa de la jubilación o la muerte durante la pandemia, señaló su fundador y director Mitch Allen.
Tiene una base de datos con varios miles de Santas y presentaciones en la sucursal insignia de Bloomingdale’s en Nueva York, distintas propiedades de Marriott y otras sedes en Estados Unidos. La mayoría de los clientes de Allen han vuelto a sentar a los niños en el regazo de Santa y en general no están contemplando la posible presencia del COVID-19. Pero Santa puede elegir ponerse una mascarilla, si así lo decide.
Otra destacada agencia de Santas, Cherry Hill Programs, ya cuenta de nuevo con cifras de contrataciones similares a las que tenía antes de la pandemia para sus aproximadamente 1.400 Santas que trabajan en más de 600 centros comerciales y otros sitios este año, dijo su portavoz Chris Landtroop.
“No me es posible explicar lo emocionados que estamos de ver las sonrisas de todo el mundo en todos los locales esta temporada sin que nada cubra esas hermosas caras”, señaló.
Los Santas de Cherry Hill también pueden ponerse cubrebocas si así lo prefieren, dijo Landtroop.
¿Algunos de los Santa Claus más famosos aún se mantendrán a distancia de otras personas? No se aceptarán niños en el regazo de Santa en la tienda principal de Macy’s, en Herald Square de Nueva York. Él está sentado detrás de su escritorio.
Algunos Santas que se quedaron en casa los últimos dos años por preocupaciones sobre su salud han vuelto al juego del jo jo jo, pero Allen está tratando desesperadamente de añadir nuevos intérpretes a su lista.
La inflación también le ha pegado a los Santa Claus. Muchos de ellos son de edad avanzada, dependen de sueldos fijos y recorren largos trayectos para ponerse el traje rojo. Gastan cientos de dólares en sus disfraces y otros accesorios.
“Estamos cobrando un poco más a los clientes y también le estamos pagando un poco más a nuestros Santas”, señaló Allen.
Muchas de las reservaciones para contratar a los Santa Claus se hicieron con meses de anticipación, y algunos trabajan todo el año. Los Santas de Allen ganarán entre 5.000 y 12.000 dólares esta temporada navideña.
No obstante, algunos Santas le dijeron a The Associated Press que los costos no les importan. No se dedican a esto para ganar dinero, sino que lo hacen por la alegría que les da.
Allen y otras agencias están recibiendo más solicitudes para tener a Santas interpretados por representantes de las minorías, incluyendo de raza negra, sordos e hispanoparlantes. Allen también tiene a una Santa que es mujer por si se ofrece.
“Hasta la fecha los niños no se han dado cuenta (de que ella es mujer) y, salvo una excepción, los padres tampoco”, cuenta Melissa Rickard, de 48 años, quien empezó a interpretar este papel cuando tenía un poco más de 20 luego de que el Santa que habían contratado en el hotel de su padre se enfermó.
“En cierto sentido, el hecho de que un niño no pueda distinguir que soy mujer es el mayor cumplido porque quiere decir que estoy representando bien a Santa. Mi esposo se muere de risa”, añadió Rickard, que vive a las afueras de Little Rock, Arkansas. “Sé que por ahí hay otras como yo”.
Para mediados de noviembre, Rickard tenía más de 100 presentaciones en su calendario, gracias a Hire Santa y otros medios.
“Muchas son recomendaciones de boca en boca”, señaló. “Dicen: ‘Hey, ¿has visto a la Santa que es mujer?’”
Rickard cobra unos 175 dólares por hora en su papel de Santa Claus, según el evento, y dona todos sus ingresos a la beneficencia, salvo por el dinero para la gasolina. ¿Y la barba? Es de pelo de yak.
La cuidada barba blanca de Eric Elliott es real. Él y su señora Claus, su esposa Moeisha Elliott, se hicieron profesionales este año, después de que en 2007 comenzaron a interpretar a Santa en calidad de voluntarios. Los dos son militares jubilados.
Pasaron semanas en un entrenamiento formal para Santas. Entre las habilidades que aprendieron figura el lenguaje de señas estadounidense y otras maneras de acoger a la gente con discapacidades. Su trabajo ha incluido viajes a zonas de desastre con Lone Star Santas, un organismo sin fines de lucro ubicado en Texas.
Los Elliott, que son negros, cuentan que no ha sido fácil llegar a la primera categoría de Santas siendo profesionales primerizos y de color. Eric dijo que, en algunos casos, “entendemos que no somos el Santa que estás buscando”.
La Santa Experience (La experiencia con Santa) del centro comercial Mall of America en Bloomington, Minnesota, contrató a seis intérpretes de San Nicolás, incluidos dos que son negros y su primer Santa asiático. También se proporcionan visitas en español y cantonés.
En contrataciones de menor magnitud, como visitas a casas, los Elliott han visto cómo la inflación ha golpeado duro a algunas personas. En ocasiones reducen sus tarifas cuando perciben que la gente está pasando apuros para pagar.
“Las personas están teniendo dificultades tan sólo en obtener lo necesario para comer, pero no quieren perderse la experiencia (de convivir con Santa Claus)”, señaló Eric. A veces, señaló, “los conoces y les dices: ‘Adelante y cuenta con ello (el precio reducido). Sé que trabajaste duro para ello”.
Para otros clientes, los Elliot cobran entre 150 y 300 dólares la hora.
Charles Graves, un inusual Santa profesional sordo en New Braunfels, Texas, dijo mediante un intérprete que se sintió inspirado a dejarse crecer la barba y ponerse el traje en parte al recordar los encuentros incómodos de su infancia con Santas que no eran sordos.
“De niño, me sentía muy emocionado al recibir un regalo, pero luego como que te vas y sientes que no hubo una conexión real. Ahora los niños me ven y sienten que hay una conexión allí con la cultura de los sordos. Y siempre puedo conectarme también con los niños que escuchan”, dijo Graves, un Santa vivaz a sus 52 años.
Graves, que trabaja en una escuela para niños sordos, también recibió entrenamiento para interpretar a Santa Claus. Se vale de la ayuda de intérpretes para encarnar al personaje. Irrumpir en el sector de los Santa ha sido difícil y costoso, pero “esto es algo realmente importante para mí”.
Para mediados de noviembre ya tenía más de una docena de presentaciones, incluido un desfile en Santa Paula, California; un centro comercial en Austin, Texas, y en Morgan’s Wonderland, un parque de atracciones sin fines de lucro y con facilidades para discapacitados en San Antonio. También efectúa algunas visitas vía Zoom.
Entre los crecientes costos para los Santa este año figura su ropa. El precio de los trajes, desde los hechos a la medida hasta los que están listos para usarse, subió cerca de 25%, señala Stephen Arnold, de 72 años, que interpreta a Santa desde hace mucho tiempo y encabeza la International Brotherhood of Real Bearded Santas (Hermandad Internacional de Santas Barbudos Reales), una asociación con 2.000 miembros.
“La mayoría de los intérpretes que conozco están aumentado sus tarifas, en buena parte debido al alza en los precios del transporte, el hospedaje y los materiales. En lo personal, estoy incrementando mis precios un poco para los clientes nuevos, pero estoy manteniéndolos para los clientes que están solicitando mis servicios de nuevo”, manifestó.
Arnold, que vive en Memphis, Tennessee, cobra entre 250 y 350 dólares la hora. Otros en su organización, según la ubicación y experiencia, cobran entre 100 y 500 dólares la hora, estos últimos en ciudades grandes como Los Ángeles. Algunos, asegura, no están conscientes de su propio valor y malbaratan su trabajo en entre 50 y 75 dólares la hora.
En cuanto a la pandemia, Arnold no ha escuchado que sus clientes la mencionen, a diferencia del 2020, cuando trabajó dentro de un globo de nieve. Los Santas que conoce se ven tranquilos.
“Me sorprende a cuán pocas personas les preocupa”, señaló Arnold. “Visito a mi esposa dos veces al día en una residencia para ancianos. Soy diabético. Hay que tomar en cuenta que la mayoría somos hombres de edad avanzada y gordos”.
JFF