Las autoridades no llegaron a pedir a los ciudadanos que se queden en sus casas, como desde el inicio de la pandemia, aunque algunos gobiernos locales han pedido a los trabajadores migrantes que no regresen a sus casas

Beijing.- China está tratando de reducir la posibilidad de un nuevo gran brote de COVID-19 durante los viajes por el Año Nuevo Lunar tras aliviar la mayoría de las medidas de contención de la pandemia.

El Ministerio Transporte pidió el viernes a los viajeros que reduzcan los desplazamientos y las reuniones, especialmente si van a coincidir con ancianos, embarazadas, niños pequeños y personas con enfermedades previas.

Además, se pidió a los usuarios del transporte público que utilicen mascarilla y presten especial atención a su salud e higiene personal, dijo el viceministro Xu Chengguang a reporteros en una conferencia de prensa.

Las autoridades no llegaron a pedir a los ciudadanos que se queden en sus casas, como desde el inicio de la pandemia, aunque algunos gobiernos locales han pedido a los trabajadores migrantes que no regresen a sus casas.

Según Xu, las autoridades esperan más de 2.000 millones de desplazamientos durante la semana festiva, la época más importante del calendario tradicional chino para visitar a familiares y amigos. Esto es casi el doble que los registrados el año pasado y un 70,3% más que en el mismo periodo de 2019, antes del inicio de la pandemia, agregó.

La demanda de visitas familiares y turismo se ha “acumulado en los tres últimos años de la pandemia para ser satisfechas de golpe”, dijo Xu.

“Animamos a la gente a hacer planes basándose en su situación y en la de sus familiares”, apuntó.

China eliminó de forma abrupta su estricto protocolo de confinamientos, cuarentenas y pruebas masivas de detección del virus ante la creciente preocupación sobre el impacto económico de la política y las inusuales protestas en un país que no permite disensión política pública.

China también eliminará el domingo las cuarentenas obligatorias para quienes llegan desde el extranjero.

El brote actual parece haberse propagado más rápidamente en las ciudades densamente pobladas, donde puso a prueba al sistema sanitario. Las autoridades están preocupadas ahora por la posibilidad de que llegue a sitios más pequeños y a zonas rurales que carecen de recursos adecuados como camas en unidades de cuidados intensivos.

En el extranjero, cada vez más gobiernos exigen que los viajeros procedentes de China presenten una prueba negativa al virus y alegan que la medida es necesaria porque Beijing no comparte información suficiente sobre el brote, especialmente acerca de la posible aparición de nuevas variantes.

La Unión Europea “animó encarecidamente” el miércoles a todos sus estados miembro a reinstaurar a obligatoriedad de los tests previos a la partida, aunque no todos lo han hecho. La Organización Mundial de la Salud ha expresado también preocupación por la falta de datos procedentes de China, mientras que Estados Unidos requiere una prueba negativa obligatoria realizada en las 48 horas previas a su partida.

China ha criticado estos requisitos y advirtió que podría imponer contramedidas contra las naciones que los apliquen. Los voceros han señalado que la situación está bajo control y rechazaron las acusaciones de falta de preparación para la reapertura del país.

A pesar de las preocupaciones, Hong Kong anunció que reabrirá su frontera con la china continental el domingo y permitirá que decenas de miles de personas crucen a diario sin necesidad de cuarentena.

Gran parte de los puestos fronterizos terrestres y marítimos entre el territorio semiautónomo y China llevan casi tres años cerrados y se espera que la reapertura proporcione un impulso muy necesario a los sectores turístico y minorista de Hong Kong.

JFF 

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