Por: Jeffrey Gettleman y Oleksandra Mykolyshyn, de The New York Times en exclusiva para AM en Guanajuato.

Una mañana a finales de octubre, las fuerzas rusas bloquearon una calle en el centro de Jersón y rodearon un elegante edificio antiguo con decenas de soldados.

Llegaron cinco camiones grandes, seguidos de una fila de vehículos militares que transportaban a agentes rusos que entraron al edificio por varias puertas. Fue un asalto estilo militar cuidadosamente planeado y altamente organizado… a un museo de arte. 

Durante los siguientes cuatro días, el Museo de Arte Regional de Jersón fue desvalijado, contaron testigos. Las fuerzas rusas “pululaban como insectos”, los porteadores sacaban en carritos miles de pinturas mientras los soldados las envolvían apresuradamente en sábanas, los expertos en arte gritaban órdenes y los materiales de embalaje volaban por todas partes.

Manipularon obras maestras, de las que ya no existen en el mundo, como si fueran basura”, afirmó la veterana directora del museo, Alina Dotsenko, quien recientemente regresó del exilio, contando lo que le habían dicho empleados y testigos.

Cuando Dotsenko regresó al museo a principios de noviembre y entendió cuánto se habían robado, contó que “casi pierdo la cabeza”.

Jersón. Mariúpol. Melitópol. Kajokva. Museos de arte, historia y antigüedades.

Al mismo tiempo que Rusia ha venido destruyendo a Ucrania con ataques mortales con misiles y brutales atrocidades contra civiles, también le ha estado saqueando a las instituciones culturales de la nación algunas de las contribuciones más importantes e intensamente protegidas de Ucrania y de sus ancestros que datan de miles de años.

Expertos internacionales en arte afirman que el saqueo podría ser el mayor robo de arte colectivo desde que los nazis saquearon Europa en la Segunda Guerra Mundial.

En Jersón, en el sur de Ucrania, los fiscales y administradores de museo ucranianos afirman que los rusos se robaron más de 15 mil  piezas de arte y artefactos únicos. Arrastraron estatuas de bronce de los parques, cargaron libros de una biblioteca científica que está junto a un río, empaquetaron los huesos frágiles de 200 años de antigüedad de Grigory Potemkin, el amante de Catalina la Grande, e incluso se llevaron un mapache del zoológico, dejando tras de sí un rastro de jaulas vacías, pedestales sin nada y vidrios rotos.

Saqueo casi perfecto

Funcionarios ucranianos afirman que las fuerzas rusas han robado o dañado más de 30 museos, incluidos varios en la ciudad de Jersón, la cual fue retomada en noviembre, y otros en Mariupol y Melitopol, las cuales siguen bajo ocupación rusa. Los investigadores ucranianos todavía están calculando las pérdidas de las pinturas al óleo, estelas antiguas, vasijas de bronce, monedas, collares y bustos desaparecidos, y lo más probable es que la cifra de artículos robados reportados se incremente.

El saqueo no es en absoluto un caso de mal comportamiento aleatorio u oportunista por parte de un puñado de soldados maleducados o incluso un deseo de obtener una ganancia rápida en el mercado negro, aseguran funcionarios ucranianos y expertos internacionales.

En cambio, creen que los robos forman parte de un ataque general al orgullo, la cultura e identidad ucranianos, consistente con la actitud imperial del presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha menospreciado constantemente la idea de Ucrania como una nación independiente y ha utilizado eso como un razonamiento central para su invasión. 

“No se trata de un soldado que tomó un cáliz de plata y lo metió en su mochila”, afirmó James Ratcliffe, consejero general de The Art Loss Register, una organización con sede en Londres que rastrea el arte robado. “La escala de esto es muchísimo mayor”.   

En un museo de Melitópol, una ciudad del sur de Ucrania que los rusos tomaron en los primeros días de la guerra, algunos testigos afirmaron que un hombre misterioso con una bata blanca de laboratorio había llegado para extraer cuidadosamente, con guantes y pinzas, los objetos más valiosos de la colección, que incluía piezas de oro del Imperio escita elaboradas hace dos mil 300 años. Mientras el hombre sacaba las antigüedades de incalculable valor, un escuadrón de soldados rusos se mantuvo firme detrás de él, en caso de que alguien intentara detenerlo.

Una de tantas batallas por librar

Los ucranianos tienen muchas batallas en sus manos. Ciudades en el este como Bajmut están siendo azotadas. Los enjambres de drones continúan destruyendo infraestructura crítica, sumergiendo a miles en la oscuridad. Grandes extensiones de territorio en el sur y el este siguen ocupadas y 1 de cada 3 ucranianos se ha visto obligado a huir de su hogar.

Pero incluso con la guerra en pleno apogeo, un grupo de abogados ucranianos y expertos en arte trabajan día y noche recopilando pruebas para lo que esperan sean futuros juicios por crímenes culturales. Desde oficinas oscuras en edificios helados sin electricidad ni calefacción, usando guantes y gorros de lana en el interior, hacen listas meticulosas de los objetos perdidos, revisan los registros del museo e intentan identificar posibles testigos y colaboradores locales que podrían haber ayudado a los rusos en los robos.

Los ucranianos también están trabajando junto a organizaciones internacionales de arte, como The Art Loss Register, para rastrear las piezas saqueadas.

“Todos en el mercado del arte están en alerta roja para buscar este material”, afirmó Ratcliffe. “Cada casa de subastas que vea material proveniente de Ucrania comenzará a hacer muchísimas preguntas”. 

Su organización, dijo, ya ha registrado más de dos artículos de Ucrania que se cree han sido robados y otros que están en riesgo, incluidas pinturas del museo de arte de Jersón y oro escrito de Melitópol. 

Pero los rusos le han dado la vuelta a la narrativa y han presentado sus acciones no como un robo, sino como una liberación.

“Que no cunda el pánico”, afirmó Kirill Stremousov, administrador adjunto de Jersón asignado por Rusia, cuando explicó en octubre lo que había sucedido con las estatuas que desaparecieron de Jersón. Stremousov aseguró que cuando cesen los combates, los monumentos “definitivamente regresarán” y que “todo se está haciendo en beneficio de la preservación del patrimonio histórico de la ciudad de Jersón”.

Las estatuas aún no han sido devueltas. (Y unas semanas más tarde, justo cuando las tropas ucranianas estaban liberando Jersón, Stremousov murió en un sospechoso accidente automovilístico). 

Entrañables que no regresarán

Muchas de las pinturas saqueadas del museo de arte de Jersón, incluidos clásicos entrañables como “Piquet on the Bank of the River. Sunset” (“Piquet a la orilla del río. Atardecer”) del miniaturista Ivan Pokhytonov y “Autumn Time” (“Tiempos otoñales”) de Heorhii Kurnakov, aparecieron recientemente en un museo en Crimea, la península del mar Negro que Rusia le arrebató a Ucrania en 2014.

El director del museo, Andrei Malguin, ofreció un razonamiento similar. “Tenemos 10.000 piezas y las estamos inventariando”, le dijo al diario español El País. Aseguró que su museo mantenía la colección para su propia “protección”.

(Los soldados rusos exhibieron de manera similar el botín de cuatro patas que habían “liberado” del zoológico de Jersón. En varios videos que se volvieron virales, un grupo de paracaidistas declaró que el mapache robado ahora era su mascota, viajaba con ellos por el frente y había sido bautizado como “Jersón”. Eso generó un meme popular en el internet ucraniano: salvando al soldado mapache).

Recorrer los museos de Jersón es en la actualidad deprimente. Prácticamente, todos los miles de pinturas al óleo que se habían almacenado en el sótano del museo de arte —así como los registros informáticos que las documentaban— ya no están.

Al otro lado de la calle, en el Museo de Tradiciones Locales de Jersón, se puede ver una vitrina destrozada tras otra. El suelo tiene marcas profundas causadas por los soldados que arrastraron artefactos de siglos de antigüedad. En ocasiones, no tuvieron éxito. Denys Sykoza, inspector de objetos culturales del gobierno de Jersón, se detuvo frente a los restos de una delicada copa de vidrio del siglo V, mirando fijamente los fragmentos.

“La quebraron cuando intentaron robarla”, afirmó en voz baja. “Y era la única en su tipo”.

c.2023 The New York Times Company

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