Por Damien Cave de The New York Times en exclusiva para AM en Guanajuato
Honiara, Islas Salomón.- Por un camino de tierra a las afueras de la capital de las Islas Salomón, después de pasar unos proyectos de construcción chinos y tiendas donde los comerciantes chinos venden golosinas y ropa, un jefe tribal intentó explicar qué se siente cuando una superpotencia en ascenso de repente se interesa en un lugar pobre y olvidado.
“Al principio, la mayoría de la gente solo quería ver qué pasaba”, comentó el jefe, Peter Kosemu, de 50 años, sentado bajo una sombra en Guadalcanal, la mayor de las Islas Salomón.
En 2019, cuando las Salomón cortaron sus lazos con Taiwán, China se apresuró a abrir una gran embajada, comenzar la construcción de un complejo de estadios para los Juegos del Pacífico de este año y firmar acuerdos secretos con el gobierno en materia de seguridad, aviación, telecomunicaciones y mucho más. Muchos isleños lo comparan con ver a carpinteros que se escabullen en tu cocina sin previo aviso, para dibujar planos, derribar y construir, sin dar muchas explicaciones.
No obstante, para muchas personas, lo que empezó como una curiosidad se ha convertido en fuente de una profunda preocupación, que genera dudas sobre la actitud de agradecimiento que espera China del mundo en desarrollo. Los trabajadores del estadio —muchos de los cuales viajan desde las casas de tablas de madera de la zona donde vive Kosemu— se quejan de las promesas salariales incumplidas. Los políticos que se opusieron a los planes de China o tan solo hicieron preguntas complicadas han denunciado que sus rivales de pronto están nadando en dinero y mensajes pro-China. Los líderes de la comunidad escuchan todo el tiempo cómo los vecinos reprueban al primer ministro y a las autoridades chinas por socavar la democracia.
“No se le ha consultado de manera apropiada a la población”, aseguró Kosemu. “Nadie está contento con eso”.
Durante años, Pekín ha repartido su riqueza y su relevancia por todo el mundo para impulsar su economía, obtener influencia geopolítica y mitigar las críticas. Los medios de comunicación del Estado chino a menudo han representado las Islas Salomón como un modelo de lo que pueden conseguir los esfuerzos internacionales de China y sugieren una imparable marcha del principal competidor de Estados Unidos hacia la supremacía.
“La modernización china le ofrece una nueva opción a la humanidad”, aseveró el líder chino, Xi Jinping, a finales de octubre en el congreso del Partido Comunista celebrado en Pekín, cuando obtuvo un tercer periodo y empezaba a renovar la relación de China con el mundo después del hiato de la COVID-19.
Sin embargo, en las Salomón, un país de unos 700.000 habitantes y 1000 islas ubicadas en las vías marítimas entre Australia y Estados Unidos, la experiencia reciente socava la estrategia de Pekín —impulsada por el dinero y que lo muestra seguro de sí mismo— para expandir su poder en todo el mundo.
A algunos funcionarios estadounidenses les preocupa que el objetivo de China en las Salomón sea crear un Estado cliente que les brinde seguridad a puertos de aguas profundas y sitios de comunicaciones por satélite con la capacidad de vigilar o impedir las operaciones militares de Australia y Estados Unidos en caso de una guerra por Taiwán. En abril, el primer ministro del país firmó un acuerdo de seguridad que le otorga a China el derecho a enviar oficiales de la policía o buques de guerra al país con pocas limitaciones.
Según lo que muestran las encuestas, las opiniones negativas sobre China se están disparando en todo el mundo debido a este tipo de tácticas intimidatorias.
“China tiene mucho menos éxito de lo que se suele suponer”, opinó Audrye Wong, politóloga de la Universidad del Sur de California que se especializa en política exterior china. “Piensan que sobornar a la gente es un modo más rápido y eficaz de conseguir lo que quiere el gobierno chino. La realidad es que a menudo crea una reacción negativa y no funciona”.
’No nos entienden’
Todos los días, poco antes de las seis de la tarde, olas de trabajadores salen del complejo de estadios en la capital, Honiara, que está construyendo una empresa del Estado chino con una generosa subvención, como la han descrito las autoridades, de 50 millones de dólares del gobierno chino.
Los carteles de la fachada presumen de amistad, cooperación y seguridad en chino e inglés. Sin embargo, hace poco, después del trabajo, en un puesto de golosinas al otro lado de la calle, los empleados dijeron que todo eso era mentira.
“Todo el mundo quiere hacer huelga por los bajos salarios y la falta de seguridad”, comentó Lenny Olea, un chofer de 35 años. “Tenemos que resolver esto”.
Olea dijo que ganaba 1,20 dólares por hora menos de lo que solía ganar en un hotel, después de que las promesas de dinero adicional para comida y transporte nunca se materializaron. Otras doce personas afirmaron que no habían recibido una capacitación de seguridad y que sus supervisores chinos se comunicaban con lenguaje de señas y les golpeaban en la cabeza si hacían algo mal.
“No nos entienden”, se quejó Olea.
La embajada china rechazó una solicitud de The New York Times para hablar con el embajador. La empresa china, China Civil Engineering Construction Corporation, no respondió a las preguntas enviadas por correo electrónico sobre las quejas de los trabajadores.
Desde que el gobierno del primer ministro Manasseh Sogavare cambió su lealtad a Pekín, más empresas chinas se han establecido en las Salomón, donde han comprado de todo, desde minas hasta supermercados y gasolineras. Los isleños a menudo cuentan historias de interacciones cálidas con comerciantes chinos que emigraron hace décadas. Sin embargo, muchos se quejan de que los recién llegados tratan a los trabajadores (y a los clientes) como peones: los dueños suelen marcar las ventas desde una plataforma que les permite elevarse por encima de todos los que entran.
Ante este tipo de tensiones, algunos líderes provinciales se han resistido a la inversión china.
En una entrevista en su oficina, el primer ministro de la provincia de Malaita, Daniel Suidani, explicó que le había dado la bienvenida a los proyectos de Japón y otros países, pero que había bloqueado los intentos de China por realizar obras de infraestructura porque no consideraba que hubieran añadido ningún valor real en otras partes del país. Suidani comentó que las autoridades chinas habían trabajado con políticos del Parlamento para socavarlo, canalizando ayuda hacia sus distritos, en vez de preguntarle por las necesidades de la provincia.
“No los voy a detener, que vengan a visitarnos o hablen directamente conmigo”, agregó. “Pero, hasta ahora, la verdad es que no ha venido nadie”.
<b>‘Esto es la captura de un Estado’</b>
Fuera de la embajada china, hay carteles que muestran representaciones llamativas de proyectos futuros y fotos de Sogavare con autoridades chinas. Todo parece la marquesina de un cine en la que Sogavare es la estrella.
Sogavare, un cinta negra en karate, conocido por ser encantador y volátil, se ha vuelto más combativo conforme se ha involucrado más con los proyectos y presiones de China. Después de ver por primera vez a policías chinos entrenarse con oficiales de las Islas Salomón, Sogavare declaró: “Me siento más seguro”.
Unos documentos filtrados apuntan a cómo se pudo concretar el acuerdo de seguridad. Las minutas de las reuniones del gobierno de Sogavare mostraban que, en agosto de 2021, a medida que se intensificaban las críticas públicas hacia la hospitalidad de Sogavare con China, 39 de los 50 miembros del Parlamento recibieron dinero, unos 25.000 dólares cada uno, del gobierno chino procedente de un “fondo de desarrollo nacional”.
Una carta firmada por Sogavare, de 67 años, explicaba que el dinero provenía de la embajada china, a la que “se le ha consultado sobre esta ayuda adicional y ha accedido a la entrega de la misma”.
Y China sigue gastando y regalando. Hace poco, un hospital del este de Malaita recibió materiales de construcción de autoridades chinas. Hace unos meses, el embajador chino le regaló a la unidad psiquiátrica de un pequeño hospital una camioneta nueva con la leyenda “Ayuda de China” pintada a un costado del vehículo.
Matthew Wale, el líder de la oposición, declaró: “Esto es la captura de un Estado que sucede en la vida real”.
Estados Unidos y Australia han intentado contrarrestar la influencia china. Australia destinará más de 100 millones de dólares en ayuda a las Islas Salomón este año fiscal. Hace poco tiempo, médicos militares estadounidenses también realizaron cirugías gratuitas junto a médicos locales en un barco hospital estadounidense en el puerto de Honiara.
“China nunca hace este tipo de cosas”, comentó una doctora, Catherine Tirri, de 40 años, mientras observaba una operación de fístula. “China no hace trabajo de servicio”.
c.2023 The New York Times Company