Un manifestante está parado junto a un contenedor de basura en llamas durante una manifestación en Nantes, occidente de Francia, el jueves 23 de marzo de 2023. Los sindicatos franceses organizaron sus primeras manifestaciones masivas el jueves, luego de que el presidente Emmanuel Macron hizo enojar aún más a sus críticos al mantenerse firme con su plan de reformar el sistema de pensiones que su gobierno ha impulsado en el Parlamento sin someterla a una votación

París.- Armados con bombas molotov o adoquines, cada vez más radicales vestidos de negro invaden las grandes protestas pacíficas contra la reforma del sistema de pensiones en Francia, atacando a policías en medio de una violencia intensificada.

Batallas callejeras entre los agitadores —una combinación volátil de anarquistas, ultraizquierdistas y activistas radicalizados del movimiento chalecos amarillos— y la policía en varias partes del país, han dejado desiertos algunos centros municipales.

El presidente Emmanuel Macron hizo enojar aún más a sus críticos al impulsar en el Parlamento sin someterlo a votación su plan de aumentar la edad de retiro de los 62 a los 64 años.

La violencia llegó a nivel máximo durante la novena ronda de marchas el jueves organizadas por los sindicatos. Los enfrentamientos en Nantes, occidente de Francia, en Lyon, en el sureste, y en París, cada vez fueron más brutales.

Jóvenes con los rostros cubiertos con bufandas negras rompieron escaparates, incendiaron la basura en las calles que no ha sido recolectada debido a una huelga de más de dos semanas y arrojaron piedras, cocteles molotov y fuegos artificiales hacia la policía. Los agentes con equipos antimotines arremetieron contra lo que las autoridades califican de “elementos radicales” y usaron gas lacrimógeno y porras para contenerlos en las confrontaciones cada vez más violentas.

Además de los anarquistas y otros ultraizquierdistas, hay miembros de los chalecos amarillos, un movimiento que primero apareció en las calles de Francia en 2018 para exigir más justicia económica y social, para luego lentamente desaparecer conforme una franja radical y destructiva se extendió por las ciudades.

Algunas personas sacaron sombrillas en un vano intento de protegerse del gas lacrimógeno. Bengalas lanzadas por los agitadores, mezcladas con el gas lacrimógeno rociado en abundancia por la policía, cubrieron al cielo nocturno con una neblina espesa.

Las batallas callejeras ocurren al margen de las marchas organizadas y pacíficas. Las autoridades las han comparado con una guerra urbana.

JFF 

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