Ucrania.- Cuando los ojos de medio mundo están pendientes de la contraofensiva ucrania, que se anticipa decisiva para el devenir de la guerra lanzada por Rusia hace 15 meses, algunas voces sobre el terreno en varios frentes de batalla afirman que los primeros compases ya han comenzado.
Y aumentan las señales de que mayores y más representativos movimientos pueden ser inminentes. Valeri Zaluzhnii, el jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, ha lanzado este sábado un mensaje potente y desafiante en el que insinúa que la hora decisiva ha comenzado: “Es hora de defender lo que es nuestro”.
Con el mensaje, Zaluzhnii ha difundido un video, casi cinematográfico, que muestra a tropas ucranianas preparadas para combatir y algunas de las armas proporcionadas por los aliados occidentales: tanques Leopard 2 y lanzaderas Himars. Oleksii Danilov, secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, también ha dado señales de que el asalto podría ser inminente y comenzar “mañana, pasado mañana o dentro de una semana”.
Es una “oportunidad histórica” y el Gobierno ucraniano “no puede fallar”, ha dicho en una entrevista difundida con la cadena británica BBC este sábado.
En algunos de los puntos más estratégicos de la línea del frente, como en el sur, en la región de Zaporiyia, el torbellino de preparativos es evidente, reconoce un uniformado ucraniano destinado en la zona.
En Bajmut, en la región de Donbás, foco de los combates más sangrientos durante los últimos 10 meses, el ejército de Kiev, retirado al perímetro de la urbe, ha cambiado de estrategia para convertir la que definieron como “ciudad fortaleza” en una ratonera para las fuerzas del Kremlin de cara a la contraofensiva.
Los últimos días han sido muy intensos. Hemos salido de Bajmut, pero avanzamos por los flancos”, cuenta un soldado ucraniano desde el frente de batalla, en un puesto avanzado a tres kilómetros de la ciudad.
Kiev trata de convertir ese infierno de escombros que una vez fue una urbe de 70.000 habitantes en una ratonera para mantener ocupadas allí a las fuerzas del Kremlin —que ya la controlan—, embolsarlas y aniquilarlas. Una operación que es parte de un plan más amplio dentro de la contraofensiva.
Ucrania, por razones obvias, no va a anunciar cuándo y por dónde lanza su ofensiva, para la que se ha estado preparando durante meses y en la que espera capitalizar las potentes y modernas armas proporcionadas por los aliados.
Se espera que trate de avanzar en el frente sur y en dos frentes en la región minera de Donbass. En las últimas semanas, se han producido ya operaciones de incursión y ataques a las armas del Kremlin.
Mijaíl Podolyak, asesor de Zelenski, lo confirmó este jueves: “La contraofensiva no será un único acontecimiento que empezará en un día específico, en una hora específica, con el corte de una cinta roja. Hay docenas de acciones diferentes para destruir a las fuerzas ocupantes en diferentes direcciones, que sucedieron ayer, que sucederán hoy y mañana”, lanzó en sus redes sociales.
Y en ese gran rompecabezas de preparación de la contraofensiva en Ucrania, el país más grande de Europa, la destrozada Bajmut sigue teniendo un papel importante. Allí casi no queda nada en pie, solo mercenarios de Wagner y tropas rusas. La ciudad ucraniana de la provincia de Donetsk es hoy un paisaje de completa destrucción, como Gernika en la Guerra Civil española, Grozni en las guerras de Chechenia, como la Berlín arrasada que muestra Alemania, año cero. Pero a diferencia de la película de Roberto Rossellini sobre la capital alemana hundida tras la II Guerra Mundial, en Bajmut continúa la batalla.
El núcleo urbano está ahora ocupado por las fuerzas de Moscú. Diez meses después de iniciar el sangriento asedio, los mercenarios del grupo Wagner tomaron el control de Bajmut la semana pasada.
En la ciudad, de amplias y verdes avenidas, apenas queda un millar de civiles, señala un militar de las fuerzas especiales ucranianas. Gente enferma, desquiciada y que ha rehusado todas las oportunidades de salir del infierno de bombas, ataques de artillería y francotiradores.
Pero Bajmut convirtió también en el infierno de los mercenarios rusos de Wagner. Según cuentas hechas públicas esta semana por Yevgueni Prigozhin, el oscuro y controvertido líder de la compañía, que se ha dedicado a reclutar en las cárceles rusas, 20.000 de sus hombres han muerto en la toma de la ciudad fortaleza. El Gobierno de Estados Unidos cifró a principios de mayo en 20.000 los muertos rusos en Bajmut en los últimos cinco meses y un total de 100.000 bajas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, felicitó el pasado domingo por la captura de la ciudad —“liberación”, según la nota del Kremlin— a Prigozhin, que mantiene un conflicto caliente con el liderazgo del Ministerio de Defensa ruso y el Estado Mayor.
Prigozhin ha asegurado que se retira de la ciudad para dejar el relevo y su defensa a las tropas regulares de Moscú. Pero la realidad es que la batalla por Bajmut —que se ha convertido en un símbolo político para Rusia y su único avance en muchos meses— no ha terminado.
Analistas internacionales han corroborado que la estrategia ucrania ha pasado en el último mes por retirarse progresivamente del 20 % de la ciudad que aún controlaban para combatir en el perímetro.
Un oficial de la brigada 63 de infantería ucraniana, que lucha en el frente de Donetsk, explicaba hace unas semanas la lógica de la operación de manera gráfica. Con la mano extendida, este militar retraía su dedo medio mientras mantenía extendidos los demás: el objetivo era permitir a los rusos que accedieran allí donde los ucranios se retiraban mientras las otras falanges envolvían al enemigo.
Ucrania ha sufrido enormes bajas tratando de mantener el control de Bajmut, a la que en un momento de la guerra envió a algunos de sus mejores hombres. Y ha habido fases en estos 10 meses de asedio en las que tanto algunos de sus aliados occidentales como parte de sus fuerzas destinadas a ese frente cuestionaron la decisión de Kiev de tratar de conservarla.
Uno de esos militares escépticos sobre la importancia estratégica de Bajmut señala ahora que la decisión ha tenido un alto coste, pero que también ha asestado un “golpe decisivo” a las fuerzas de Putin en muchos sentidos que puede ser “crucial” en la contraofensiva.
Con lo sucedido en Bajmut, también se ha abierto aún más la guerra entre Prigozhin y el liderazgo del Ministerio de Defensa ruso y eso ha permitido visibilizar las “potenciales grietas” en el círculo del Kremlin, señala una fuente de inteligencia occidental.
En los últimos días, los ataques de las fuerzas ucranianas a las tropas del Kremlin en la ratonera de Bajmut son más intensos. El ejército de Kiev ha logrado hacer algunos avances en el perímetro de la ciudad, dicen varias fuentes sobre el terreno. Ucrania quiere asegurarse así de que Rusia cuente con menos activos en otros puntos del frente donde hay en juego más que en esa área de la provincia de Donetsk.
Putin decretó en marzo una nueva movilización de más de 140.000 soldados. Según previsiones de expertos del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos, organismo dependiente de la presidencia ucrania, estas nuevas tropas podrían estar en el frente en julio. Ucrania tendría entonces una ventana de oportunidad en junio antes de la rotación de las tropas enemigas. El servicio de inteligencia del Ministerio de Defensa británico reveló que Rusia está destinando a varios batallones para asegurar el control de Bajmut.
El ejército de Kiev busca destruir las posiciones más elevadas en el perímetro de la ciudad y edificios que sirven a los rusos como torres de vigilancia.
“Continuar en [el área de] Bajmut nos da la oportunidad de entrar en la ciudad en el caso de que las circunstancias cambien. Y esto sucederá seguro”, zanjó el general Oleksandr Sirski, comandante del Ejército de Tierra ucranio, en un comunicado el 21 de mayo en el que ya apuntaba a que la prioridad era avanzar por los flancos para rodear la ciudad.
Rusia ha dedicado tanto a sus intentos por capturar Bajmut que los analistas creen que tendrá enormes dificultades para hacer lo mismo en otras partes de la región. Mientras, Ucrania se esfuerza en mantener sus operaciones de cara a una contraofensiva para la que el Kremlin ya se está atrincherando en algunos puntos.
Kiev ha intensificado los ataques contra depósitos de armas y de combustible en los territorios ucranios ocupados por Rusia. También se han producido ataques en territorio ruso.
Ucrania está empleando algunas jugadas similares a las que ya le funcionaron el año pasado, con las contraofensivas con las que logró expulsar a las tropas de Moscú de la provincia de Járkov y de la parte occidental de la sureña Jersón. La interrupción de los suministros a las tropas rusas precede al gran ataque.
Estrategia de confusión
En el libro de jugadas está también la carta de la confusión, previa a un gran movimiento de tropas para desviar al enemigo del lugar donde se producirá el principal ataque. Y en esto se ha enmarcado la incursión esta semana en la provincia rusa de Bélgorod de paramilitares rusos opositores a Putin, apoyados por otras unidades extranjeras y por el ejército de Kiev.
Los uniformados (que forman parte de la legión extranjera de Ucrania) tomaron el control durante casi dos días de unos 30 kilómetros cuadrados de territorio ruso. Ha sido una maniobra inteligente, según ha opinado en sus redes sociales Klaus Eriksen, oficial de la Armada danesa, porque obligaba a Rusia a destinar recursos en reforzar la defensa de sus fronteras.
Pero la clave en las últimas semanas y en los próximos días, subrayan varios miembros de tres unidades de fuerzas especiales desde el terreno, son las incursiones de pequeñas unidades detrás de las líneas rusas.
Los objetivos son recabar información de los puntos más débiles en las fortificaciones levantadas por Rusia a lo largo de 800 kilómetros y, sobre todo, enviar información para ataques precisos y crear focos de combate en la retaguardia.
“La gente solo piensa en Bajmut, pero más lejos hay otros frentes que pasan desapercibidos”, apunta un oficial de un batallón con base en el frente sur —en el de Jersón y Dnipró, a su paso por el río Dniéper— que, como otros batallones han recibido órdenes desde hace un mes para adentrarse en territorio ocupado por Rusia lejos de sus bases, en los frentes de Bajmut y Avdiivka. Los combates, aseguran, ya se están produciendo bien entrados en zona rusa.
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FRG