Pie de Foto: El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, a la derecha, besa la mano del papa Francisco durante la ceremonia de recepción del pontífice en el palacio presidencial de Belén, en Lisboa.

Lisboa.- El Papa Francisco fustigó hoy miércoles al clero portugués por el “escándalo” de los abusos sexuales de los curas, afirmó que esas acciones perjudicaban a la iglesia y espantaban a los fieles, al iniciar una visita a Portugal con órdenes a la jerarquía católica para enmendar sus faltas y tratar mejor a las víctimas.

A su arribo a Lisboa para una visita de cinco días en la que asistirá a la Jornada Mundial de la Juventud, Francisco se zambulló de cabeza en el escándalo que remece a la iglesia portuguesa.

Una comisión de expertos contratados por la iglesia portuguesa informó en febrero que al menos 4,815 niñas y niños pueden haber sufrido abusos a manos de personal eclesiástico desde 1950, en la rendición de cuentas más reciente de una iglesia europea de su trayectoria de abusos y encubrimiento.

Antes de ese informe, la jerarquía portuguesa había dicho que se trataba de apenas un puñado de casos. Después de su emisión, inicialmente se negó a retirar a los abusadores de sus puestos o a compensar a las víctimas.

Europa constructora de puentes

Por otra parte, Francisco dijo que Europa debe recuperar su papel como mediadora de paz y constructora de puentes, con la esperanza de inspirar a la siguiente generación de católicos para que trabajaran juntos contra conflictos, cambio climático y otros problemas en el mundo.

Francisco pasaría cinco días en Lisboa que combinarían una visita de Estado y la peregrinación al santuario católico de Fátima con los entusiastas eventos de la JMJ, una cita católica que pretende reforzar a jóvenes feligreses en su fe. Se esperaba que más de un millón de jóvenes de todo el mundo asistieran al encuentro, que culminaría con una misa papal el domingo. Es la primera jornada que se realiza desde la pandemia de coronavirus.

Durante el viaje a Lisboa, Francisco prometió seguir instando a los jóvenes a “hacer ruido”, una referencia a su ya célebre petición en su primera JMJ en Río de Janeiro en 2013. Era una llamada a que los jóvenes removieran el ambiente en sus parroquias, y se ha convertido en un símbolo de las reformas revolucionarias de Francisco, que han remecido a toda la Iglesia.

Su primera parada fue el Palacio Nacional de Belén, la residencia oficial del presidente al oeste de Lisboa, y de donde zarpaban los exploradores marítimos lusos de los siglos XV y XVI. Francisco se refirió a la historia marinera de Portugal, su lugar en Europa y su apertura a otros en sus primeras declaraciones ante miembros del gobierno y el cuerpo diplomático en un centro de conferencias cercano.

Capeamos tormentas en el océano de la historia, y sentimos la necesidad de audaces rumbos de paz, dijo. Es mi esperanza que la Jornada Mundial de la Juventud sea, para el viejo continente, el continente envejecido, un impulso hacia la apertura universal.

Tras señalar a la guerra en Ucrania, el calentamiento global y el declive demográfico europeo, instó a los jóvenes en particular a tomar el relevo para construir un futuro juntos.

“Sueño con una Europa, el corazón de Occidente, que emplea sus inmensos talentos para resolver conflictos y encender luces de esperanza”, dijo Francisco. “Una Europa capaz de recuperar su corazón joven, mirar a la grandeza el todo y más allá de sus necesidades inmediatas. Una Europa inclusiva de pueblos y personas, sin perseguir ideologías”.

Por la tarde, Francisco viajaría a la iglesia y el monasterio de los Jerónimos, construido en el siglo XVI, quizá el monumento más destacado de Portugal. Allí se reuniría con los líderes de la Iglesia portuguesa, que iniciaron hace poco el proceso de enfrentar su historia de abusos sexuales clericales.

Se esperaba que Francisco se reuniera en privado esta semana con sobrevivientes de abusos y podría mencionar el problema en sus declaraciones públicas, como ha hecho en otros viajes al extranjero.

San Juan Pablo II creó la JMJ en la década de 1980 como una forma de reforzar a la siguiente generación de católicos en su fe, y el evento regresaba a Europa por primera vez desde 2016.

Gsz

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