Mohamed Dief, el jefe militar de Hamás es uno de los objetivos de las fuerzas israelíes.

Por Juan Carlos Sanz de El País para AM Guanajuato

No habrá prisioneros en la cúpula de Hamás. Los servicios de inteligencia de Israel llevan 11 días intentando dar caza a los líderes del movimiento islamista, a quienes consideran ya como “muertos vivientes”, en palabras de un portavoz militar.

Mohamed Deif, el jefe militar sin rostro conocido en la actualidad, oculto entre las sombras y que ha escapado una decena de veces de la muerte, la última en 2021, es considerado el cerebro del ataque por sorpresa lanzado el día 7, el más mortífero desde la guerra contra Egipto y Siria de 1973. Los agentes ejecutores quieren además la cabeza de Yahia Sinwar, el líder político de Hamás en la franja de Gaza, que pasó 23 años, una tercera parte de su vida, en las cárceles israelíes. Desde su exilio en Qatar, el máximo responsable del movimiento de resistencia islámica, Ismail Haniya, sabe que también está en el punto de mira.

En plena guerra de 2014, un ataque aéreo israelí dirigido contra la casa de Deif en Gaza se saldó con la muerte de su esposa y uno de sus hijos, de corta edad. Nacido hace 58 años en el campo de refugiados de Jan Yunis, en el sur del enclave palestino (al igual que Sinwar), el jefe de las Brigadas Ezedín al Qasam, cuyo apellido real es Masri, sigue siendo el enemigo número uno de Israel desde el final de la primera Intifada, en 1993. Los comandos de élite del ejército y el Shin Bet (seguridad interior) lo tuvieron varias veces a tiro, pero siempre logró ponerse a salvo, incluso malherido, a pesar de los ataques con misiles contra sus coches o sus pisos francos.

Nunca usa sistemas digitales de comunicación y hace llegar sus órdenes a través de una red de mensajeros de confianza. Hace mucho tiempo que prácticamente nadie ha visto su cara, presuntamente desfigurada. Sus enemigos en la inteligencia militar y civil israelí aseguran que ha perdido un ojo y una mano; que cojea y sufre graves daños auditivos desde que era el principal ingeniero de explosivos del movimiento Hamás.

“Hoy, la rabia de Al Aqsa, la rabia de nuestro pueblo y nuestra nación está explotando. Hoy es su día para hacer entender a esta entidad criminal (por Israel) que su tiempo ha terminado”. Poco después del ataque del día 7, en el que murieron más de 1,400 israelíes, entre civiles y militares, en medio de escenas de barbarie, y otros dos centenares, incluidos menores y mujeres, fueron tomados como rehenes, Mohamed Deif difundió un mensaje de audio en el que bautizó la operación como “Diluvio de Al Aqsa”. Hacía referencia a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que alberga los símbolos identitarios para los palestinos, mientras una marea de cerca de 3,000 cohetes era disparada en dirección a Israel.

Un ataque largamente planeado

En mayo de 2021, y durante la mayor oleada de cohetes lanzada desde el enclave palestino, las incursiones israelíes contra el recinto considerado como tercer lugar más sagrado del islam, indignaron al mundo islámico. Fue entonces cuando Deif comenzó a planificar la operación de la frontera de Gaza, según ha revelado a la agencia Reuters una fuente cercana a Hamás. “El ataque fue desencadenado por las imágenes de Israel asaltando la mezquita de Al Aqsa durante el Ramadán, golpeando a los fieles, atacándolos, arrastrando a ancianos y jóvenes fuera del lugar sagrado”, dijo la citada fuente en Gaza. “Todo esto alimentó y encendió su ira”.
 
Se desconoce el paradero de Deif. Previsiblemente, se oculta en algún punto de la red de túneles y refugios subterráneos junto con otros líderes de Hamás y mandos de las Brigadas de Ezedín al Qasam. Se la conoce como El Metro en la jerga de los servicios de inteligencia militares, y cuenta con zonas de mando, sanitarias y residenciales. En realidad, nadie sabe dónde duerme cada noche.

La misma fuente próxima a Hamás aseguró que la decisión de lanzar el ataque fue adoptada conjuntamente con Sinwar, el líder político de Hamás en Gaza. La elección interna en 2017 de un jefe militar como nuevo responsable político marcó un vuelco interno en la organización islamista. Sinwar fue calificado entonces como un extremista frente a su predecesor, Ismail Haniya, además de religioso y pragmático. Su deriva política parece haber sido fruto de una estratagema, al haber hecho creer a Israel que no estaba interesado en un conflicto y que estaba centrado en la reconstrucción de la economía de la Franja. Mientras Israel ofrecía a Hamás incentivos económicos, como los permisos de trabajo en su territorio para decenas de miles de gazatíes, las milicias de Ezedín al Qasam preparaban el asalto contra los alrededores de Gaza.

Sinwar fue sentenciado en Israel a cuatro condenas perpetuas por haber ordenado la muerte de palestinos sospechosos de colaborar con el ejército durante la Segunda Intifada (2000-2005). Fue excarcelado en 2011, en el marco de la operación de intercambio de 1,047 prisioneros palestinos que permitió la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado en Gaza desde 2006. Su elección reflejó el creciente peso del brazo militar de Hamás en el conjunto del movimiento islamista después de varios conflictos armados con el ejército israelí.

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RSV

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