El limitado número de periodistas que están en Gaza sufren los mismos problemas que la asediada población palestina de la Franja: se preguntan dónde vivirán, dónde conseguirán comida y agua y cómo se mantendrán a salvo.
Las secuelas de la explosión que el martes mató a cientos de personas en un hospital de la Ciudad de Gaza es el último ejemplo de cómo la realidad lastra la capacidad del mundo para obtener una imagen completa de lo que les ocurre a los palestinos residentes en el enclave.
Los periodistas extranjeros no han podido entrar al territorio desde que Hamas atacó Israel el 7 de octubre. El único acceso para ellos, el paso israelí de Erez, fue atacado en el asalto y sigue cerrado. Un puñado de medios ha mantenido una presencia regular con oficinas en la Franja, incluyendo AP, BBC, Reuters, Agence France-Presse y Al-Jazeera, con una red de colaboradores que se ayudan entre sí.
La orden israelí de evacuar el norte del enclave llevó a los reporteros de la AP y AFP, por ejemplo, a dejar sus redacciones en la Ciudad de Gaza y marcharse al sur.
“Trabajar en Gaza ahora mismo es extremadamente difícil y eso se debe, en gran parte, a que nuestro personal está cubriendo la noticia y preocupado por su propia seguridad y por la seguridad de sus familias”, dijo Julie Pace, editora ejecutiva y vicepresidenta senior de la Agencia AP.
El personal de AP se aprovisionó de agua embotellada y otros suministros antes de abandonar su oficina en la Ciudad de Gaza, que sustituyó a la que fue destruida por las bombas israelíes en 2021. Incluso con el limitado suministro eléctrico, las agencias han enviado fotos, videos y otros reportes todos los días desde el inicio de la guerra.
Un trabajo excepcional
En CNN, el periodista Ibrahim Dahman informó sobre su periplo para ponerse a salvo con su esposa y sus hijos de 7 y 11 años. Al preguntar por cuándo encontrarían una habitación, uno de los niños le dijo: “No atacan los hoteles, ¿verdad?”.
“Siento un miedo intenso”, aseguró Dahman. “Estoy preocupado por mí, por mi esposa y por mis hijos”.
La familia del fotoperiodista de la AP Adel Hana se marcó a Deir al-Balah, una localidad del centro del territorio que está por debajo de la línea de evacuación, para refugiarse en la casa de un primo cerca del hospital local. Pero una serie de explosiones sacudieron el edificio y mataron a al menos siete familiares, además de enterrar a mujeres y niños entre los escombros, contó.
“No tiene sentido”, dijo Hana. “Fuimos a Deir al-Balah porque pensamos que estaríamos a salvo”.
Marwan al-Ghoul, que trabaja para CBS News, también se marchaba hacia el sur con su familia cuando llegó a una zona residencial que había sido bombardeada y tuvo que grabar escenas de cuerpos sepultados entre los escombros y niños que lloraban mientras caminaban por el lugar.
El combate a las ‘fake news’
Tras la explosión en el hospital Al-Ahli, los periodistas tuvieron que filtrar las acusaciones cruzadas de culpabilidad. “La verdad importa”, dijo Rachel Maddow en la MSNBC. “Es lo único que tenemos aquí”.
En anteriores conflictos en Gaza, internet fue una fuente útil de información y videos. Pero esta vez, la propagación de la desinformación online hace que sean mucho menos fiables, y la verificación del material lleva mucho tiempo, según Chetwynd.
RSV